Capitulo. 53

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Irina finalmente se quedo dormida en sus brazos de tanto llorar. Se había prometido a si mismo cuidar de ella, sin importar que. No podía contar con Axel, pues esta también estaba cegado por el odio. Estaba solo, y debía lograr sacar a la chica de allí, el sacrificio de Liam no podía ser en vano. Con ello en mente acomodo mejor a Irina y logro levantarse sin despertarla, se acerco a uno de los autos y pronto diviso que el vidrio de una de las puertas no estaba arriba del todo, con algo de esfuerzo logro meter su mano, empujándolo el cristal hacia abajo con fuerza logro que la manilla girase y este comenzara a descender. En cuanto logro alcanzar el seguro, abrió la puerta del auto y con cuidado metió a Irina dentro. Debía estar dispuesto a cualquier cosa si quería salvar sus vidas.

Mantener a la chica segura era prioridad, por lo que para ello no podían levantar sospechas. Tomo algo del dinero de los bolsos y salió del estacionamiento no sin antes cubrir a la chica con su chaqueta. Estaban en una calle poco concurrida lo que tranquilizaba sus ya enloquecidos nervios. Alexander respiro un par de veces para serenarse y finalmente decidió entra a una tienda y a pesar de que la mujer lo vio extrañada, pero él ni se inmuto pues si algo aprendió de Irina en todo ese tiempo, era que la actuación era su mejor arma.

— ¿Estas bien, chico? — Pregunto la dependienta cuando se dispuso a pagar. Su aspecto no debía ser el mejor seguramente, pues a pesar de limpiar parcialmente la sangre de sus manos y rostro; su cabello era desastre, sudaba espantosamente y su ropa aun se encontraba salpicada de sangre.

— Si... — Susurro pero al instante se dio cuenta de su error. Debía actuar normal. — Solo estoy algo nervioso. Mi compañero se ha cortado realmente feo. Los paramédicos no me dejaron ir con él en la ambulancia. — Explico. No necesitaba actuar preocupado, pues ya lo estaba por Irina.

— ¡Oh! Es una lástima. Pero no te entretengo. Toma, espero que tu amigo se mejore. — Comento la mujer amablemente antes de extenderle las bolsas con las cosas que había comprado.

Salió de la tienda rápidamente antes de que la mujer sospechara y se aseguro que nadie lo viera ingresar de nuevo al estacionamiento. Tenía los nervios a flor de piel, la paranoia iba a acabar con su mente pues sentía que los vigilaban, que la policía aparecería en cualquier momento y no podría hacer nada contra ellos. Sin embargo cierto sentimiento de alivio lleno su pecho al observar que el auto estaba en el mismo sitio. Decidió no despertar a Irina aun, por lo que aprovecho el tiempo para ponerse la ropa que había comprado, rompió parte de su vieja camisa y la empapo de agua para limpiarse toda la sangre seca de los brazos. El solo ver el liquido rojizo revivía lo sucedido en el callejón, y a decir verdad rememorar aquello una y otra vez le atormentaba. Las luces automáticas del estacionamiento se encendieron entonces, indicándole que la noche se acercaba; no sabía nada de Axel pues hacia horas que no se comunicaban, y tan solo Ruth le llamaba cada media hora para saber del estado de Irina. Le habían confiado la seguridad de la chica a él, y a pesar de saber que allí no estaban realmente a salvo, no tuvo corazón para despertarla cuando finalmente consiguió descansar.

— Alex. — Llamo la chica entonces sacándolo de sus pensamientos.

¿Qué debía decirle? ¿Preguntarle si estaba mejor? ¿Si pudo descansar?... Sin embargo Ruth le indico ser firme con la chica, pues la situación era demasiado tensa y caótica como para permitirle actuar por su cuenta. Irina estaba desequilibrada y no dudaría en hacer una locura, o al menos eso fue lo que le advirtió la morena... Y a decir verdad, aunque deseaba creer lo contrario, con solo observar el vacio en su mirada, sabía que Ruth tenía razón.

— Ven, te ayudare a salir del auto. Debes cambiarte ¿De acuerdo? — Alexander no tardo en ayudarla a erguirse y tal como había hecho momentos antes con su cuerpo, comenzó a frotar un retazo de tela empapado en la pálida piel de Irina. — Debemos ir por Eva al hotel antes de que tú hermano se vaya.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora