Capitulo. 12

704 38 0
                                    

Su celular comenzó a sonar una y otra vez despertándola, gruño fastidiada y rápidamente comenzó a palpar la mesita junto a la cama intentando buscar el dichoso aparato.

— ¿Se puede saber por qué diablos atentas contra mi sueño? — Pregunto hastiada. Ni siquiera sabía quién era, pero de igual forma no se salvaría de un buen insulto.

— ¿Se puede saber dónde diablos estas? — Pregunto el chico en tono de regaño.

— No me vengas con regaños absurdos, ya estoy grandecita y además te dije que saldría — Se quejo ella levantándose de la cama.

Adormilada bostezo mientras escuchaba a su hermano batallar con quién sabe qué y espetar maldiciones. Ni siquiera sabía qué hora era, y tardo un poco en identificar donde estaba. Pero aun así su hermano no tenía derecho a enojarse, era su vida y si quería irse de fiesta ¿Cuál era el problema?

— Irina necesito que lleves a Eva a la escuela, hoy trabajo. Tonta — Se quejo y ella refunfuño una excusa inentendible. — Lo olvidaste ¿Verdad? — Se quejo él luego de unos segundos. Al parecer si existía un pequeño problemilla.

— Bien, bien. Voy en camino llego en diez minutos. — Se quejo.

— Mas te vale o desaparecerán tus dulces mágicamente. — Amenazo Liam antes de reírse mientras ella lo maldecía.

La rubia colgó y se estiro deshaciéndose de la pereza. Tenía un dolor de cabeza horrible. Pero debía cumplir, era su responsabilidad y pocas cosas le importaban a tal punto como para abandonar su buena mañana.

— Uf no vuelvo a echarme una nochecita como esa en día de semana. — Murmuro mientras buscaba su ropa.

El movimiento pronto despertó a su acompañante, quien la miro desde la cama recorriendo su cuerpo desnudo con la mirada. Irina le lanzo un beso con coquetería al notarlo, aunque a decir verdad poco o nada recordaba de como terminaron allí ¿Lo había llamado? ¿O simplemente se lo encontró en el club? Bueno de todas formas eso ya daba igual. Finalmente encontró su ropa interior y comenzó a vestirse bajo la atenta mirada del chico que no tardó en levantarse.

— No me digas que te irás — Se quejo abrazándola por la espalda y recorriendo su cuerpo sin pudor alguno.

— Lo siento cariño, pero tengo cosas que hacer. — Contesto ella con una sonrisa traviesa.

— Vamos rubia no puedes dejarme así. — Intento convencerla apegándose aun más a ella.

— Tentador, pero ya tendremos tiempo luego. — Se burlo ella antes de soltarse de él y encerrarse en el baño.

Para cuando salió el moreno ya no estaba, no le molesto pues al fin y al cabo ellos no tenían nada más que encuentros casuales. Salió del apartamento dejando que la brisa fresca de la mañana le diera la bienvenida y se encamino a su motocicleta, era la única posesión a la que realmente le tenía mucho cariño y tras revisar algunas cosas subió y acelero al máximo por las concurridas calles de Long Beach, California.

Habían pasado seis años desde la última vez que piso las calles de Brasil. Aun recordaba esa noche en que Liam las saco de esa casa de locos. De alguna forma el chico logro sacarlas del país ese mismo día sin que Sebastián se enterara, y a decir verdad Irina aun no sabía como lo había logrado... Pero gracias a él eran libres.

Gracias a sus estudios, Liam consiguió un trabajo decente luego de unos meses y por extraño que pareciese finalmente consiguió lo que tanto deseaba, crear una vida a base de su esfuerzo. Sin duda su hermano era demasiado bueno. Ahora el chico era todo un profesional y aunque no gozaban de una vida llena de lujos como en Brasil al menos ahora eran libres y eso era todo lo que les importaba. La pequeña Eva por su parte se convertía día a día en una niña dulce y amistosa, ambos hermanos se dedicaban a criarla lejos de esa vida horrible y aunque cuidar de una niña y mantener sus trabajos no era tarea fácil, lo llevaban bastante bien y poco a poco progresaban. Por su parte Irina había aprendido a quererla a pesar de la culpa que nunca pudo quitarse de encima.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora