Capitulo. 43

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Irina camino decidida a su habitación, tenía una idea de cómo encontrar a la familia de Lionell, era complicado pero era la única forma de salir de allí lo antes posible. Con una calma envidiable tomo un arma que tenia oculta bajo la cama, debía obtener esa información a como diera lugar, y si el hombre era tan tonto como para tener una foto de ellos en su escritorio probablemente tendría algo más.

La familia de Lionell se beneficiaba del dinero que este conseguía por la venta de drogas y demás negocios sucios... Por lo tanto Michael tenía razón, a través de tarjetas de crédito se les podía encontrar. Sin embargo con lo ególatra y machista que había demostrado ser, podía asegurar que todo estaba a su nombre y que con el creciente terror que le crearon a ser traicionado, mantenía todo lo importante consigo.

Miro el pequeño reloj de muñeca que le había quitado a uno de los hombres de Lionell, por enésima vez. Aun era demasiado temprano, Lionell no se iba a dormir hasta las once y seguramente en ese momento estaría furioso con ella, no la mataría pues la necesitaba para llevar todo ese supuesto imperio correctamente; pero contaba con algún castigo por parte de ese hombre. Su cuerpo entero temblaba ligeramente de ansiedad.

Debía esconderse y esperar pues seguramente Lionell enviaría por ella para castigarla.

Decidida se guardo el arma y corrió fuera de la habitación, salió de la casa sin ser vista y regreso a la maleza, allí estuvo mirando el cielo y arrancando la hierba mientras el tiempo pasaba...

[...]

Gritos y más gritos. Tras horas de espera oculta en la oscuridad de la noche, algunos sonidos la alertaron. Aquello no se parecía a los característicos sonidos nocturnos que acostumbraba escuchar. Por muy ruidosos que fuesen los hombres de Lionell, aquello parecía más una guerra.

— ¿Qué demonios?...

No tuvo tiempo siquiera de erguirse cuando múltiples disparos comenzaron a resonar por el lugar ¿Qué estaba pasando? Confundida, no tardó en colocarse de pie. Estaba segura de que los gritos provenían de la casa de Lionell... ¿Los estaba atacando otra banda? ¿Los hombres del viejo inútil finalmente se habían vuelto en su contra? O, tal vez el propio Lionell termino de perder la cabeza. Fuese lo que fuese debía cerciorarse de acabar con todo aquello y salir bien librada en el proceso. Con el corazón tamborileándole corrió hacia la casa, sin embargo al llegar, una luz brillante la cegó; algunas de las ventanas de la casa estaban rotas mientras que de otras salían fuertes llamaradas.

Sin dudarlo disparo al cerrojo y de una patada abrió la debilitada puerta trasera. Al otro lado, parte del pasillo ardía en enormes llamaradas, los apliques de madera se deshacían alimentando el fuego. Se cubrió el rostro justo a tiempo cuando una nueva Molotov fue lanzada casi a sus pies. No podía quedarse allí así sin ver realmente a donde iba corrió a través del fuego intentando no quemarse. No podía ver casi nada y no sabía que enemigos podría tener cerca.

— ¡Irina! — Escucho de pronto. Presa de la adrenalina se giró divisando a Michael.

El moreno luchaba por zafarse del agarre de un hombre que intentaba quemarle. Aquel estaba completamente vestido con un traje protector por lo que consciente de que en una lucha cuerpo a cuerpo Michael no tendría oportunidad así, apunto su arma y sin dudar disparo un par de veces impactándole en el pecho.

— Gracias... — Susurro el moreno. Parte de su brazo parecía haberse quemado ligeramente, estaba sucio y herido ligeramente. Tal vez le habían pillado por sorpresa.

— ¿Qué demonios está pasando ahora? — Pregunto al ver el cuerpo del hombre en el suelo. Debía asegurarse de que estuviese muerto.

— Los hombres del puerto, esos imbéciles están aquí. — Informo rabioso. — No tengo tiempo para averiguar ni cómo llegaron, ni que quieren, ni nada. Dispara y luego pregunta, hay que deshacerse de todos.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora