Capitulo.19

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Liam caminaba de un lado a otro de la habitación ofuscado mientras la rubia se encontraba acostada en la cama viendo la televisión tranquilamente. Si, efectivamente lo ocurrido en el parque estaba en todas las televisoras. Algunos reporteros incluso indagaban sobre la vida falsa que ellos crearon hace tantos años haciendo miles de conjeturas ridículas. Otros eran programas con niños que la veían como una superhéroe e incluso a algunas niñas les ponían pelucas y retrataban la pelea de una forma infantil y cómica. Otros simplemente se limitaban a informar y hacer algunos comentarios graciosos como "La rubia karateca ataca otra vez" Ó " Los problemas siguen a esta chica ¡Cuidado!"

"Para mí la situación era bastante graciosa... Aunque para Liam no tanto"

— Esto nos traerá muchos problemas Irina. — Regaño él apagando la Tv

— Ya te dije que no fue mi culpa, ese bruto se choco conmigo y quería usarme de rehén. — Se quejo la chica.

— En primer lugar no tenías porque salir de aquí. — Estaba molesto y mucho.

— Liam ya no soy una niña, no me puedes tener encerrada entre cuatro paredes todo el día. — Se quejo.

Llevaban horas así y los continuos reportajes no ayudaban a calmar a su hermano.

— Tu pierna aun no se recupera. — Recordó él.

— Claro que si, ¿O quieres que vuelva a encender el televisor? Ahí se ve claramente. — Se quejo ella.

Si seguían así jamás terminarían de discutir, si en algo se parecían era en lo tercos y testarudos. Afortunadamente unos golpes en la puerta llamaron la atención de ambos, Liam le lanzó una última mirada dejando claro que esa conversación aún no terminaba y ofuscado salió de la habitación de Irina para ir a abrir.

Hastiada de sus continuos regaños Irina le siguió, apoyada en la pared observó a Liam encaminarse a la entrada. El alma se le fue a los pies cuando la puerta se abrió revelando ante ellos a varios oficiales de policía, sin embargo el nudo que se formó en su garganta se debía a uno de ellos, un hombre robusto que parecía ser el jefe, su cabello negro matizado por incontables canas producto de la edad, así como varias arrugas alrededor de sus oscuros ojos; le daban un aspecto que sin duda destacaban ante los otros dos chicos. Tenía una expresión seria que de alguna forma le recordó a Sebastián, se estremeció al pensarlo.

— ¿Que sucede? — Pregunto presa de los nervios.

— ¿Es usted Liam Bach? — Pregunto el policía ignorándola por completo — Venimos por Irina Bach para llevarla a la estación de policía. — Anuncio hombre con voz gruesa y seria.

Sus palabras le cayeron como un balde de agua fría... Realmente no pensaba que la situación llegaría a tanto.

— ¿Por qué? No he hecho nada malo. — Se quejo sin dudarlo. Era injusto.

— Será solo un interrogatorio señorita, solo queremos saber que ocurrió.

Con esas simples palabras el oficial le hizo callar. Estaban en todo derecho de interrogarla a decir verdad, si se oponía solo parecería sospechosa y lo menos que quería era causarle problemas a Liam. Su hermano no opuso resistencia pues sabía que algo así pasaría y si se oponía o hacia un escándalo sería peor. En silencio Irina se dejó guiar por los policías mientras su mente le daba una y mil vueltas a lo que diría para que fuera creíble.

[...]

La rubia se encontraba en la fría silla de metal jugando con un bolígrafo, llevaba todo el día en esa sala de interrogaciones y realmente estaba molesta. Cada hora venia un policía a hacerle preguntas, anotaba algo en una libreta y se iba... Sabía que esa era una táctica para desesperarla y que su temperamento hiciera que le gritara toda la supuesta verdad al oficial... Intentaba mantenerse serena pero la estaban sacando de sus casillas.

— ¡Oigan! — Dijo levantándose de la silla y acercándose al vidrio. — Se que están allí. Ya estoy harta de esto. ¡Ni siquiera me han dado algo de beber! ¿Cómo quieren que les diga que no tengo nada que ver con esas personas? — Chillo enojada.

Lo que la rubia no sabía es que del otro lado estaba Liam intentando persuadir a los investigadores. Irina enojada tomo el bolígrafo con fuerza y lo aventó contra el vidrio.

— ¿Y dices que tu hermana es inofensiva? — Le pregunto con desdén uno de los hombres allí presentes. — Parece más un militar entrenado que la tranquila chica que nos describes.

— No puedes ser más tonta — Murmuro Liam queriendo ahorcar a la chica.

Las horas pasaban lentamente y ningún policía volvió a entrar a la sala de interrogaciones, la última vez que habían entrado era para tomar sus huellas, cosa a la que si se opuso momentáneamente. Ella era solo una bola depresiva cuando llegaron a ese país por lo que no tenía idea de las cosas que hizo Liam para ocultarlos ¿Y si daban con cosas de su paso por medio de sus huellas? Lo único que sabía era que al llegar a ese país Liam utilizo sus contactos con un policía de alto rango que le debía favores y logro eliminar todos los datos sobre ellos, al menos dentro del país eran personas normales y sin antecedentes. Pero aun así siempre podía existir un 1% de probabilidad de que encontraran la verdadera información. Sin embargo no tuvo más opción que colaborar para no levantar sospechas, pero los nervios iban a matarla...

Tras horas de espera su estómago comenzó a exigir comida a gritos ¡Eso era tortura! Pero para su fortuna ni siquiera tuvo que gritar pues aquel muchacho con el que tuvo la suerte de congeniar antes, entro en la habitación con una pizza y una Coca Cola. ¡Su salvación!

— Vaya, es la primera vez que me miras como si fuera un ángel caído del cielo. — Se burlo el chico.

— ¡Pizza! — Chillo ella como una niña.

El chico dejo la comida frente a ella y tomo una rebanada mientras ella devoraba otra. Con tranquilidad y esa sonrisa que parecía caracterizarlo se sentó en la silla frente a ella.

— Mi padre quería dejarte morir de hambre, pero yo no soy tan malo. — Se burlo él.

"Vaya así que el policía malote es su padre, que irónico que sean polos opuestos completamente"

— Te acabas de ganar un pedazo de mi corazón. — Rió ella.

— Entonces... ¿Cómo hiciste esta vez para meterte en este problemón? — Pregunto el chico con gracia. Irina no respondió y lo miro con recelo. Algo le decía que esa pizza le costaría. — Las cámaras están apagas y yo soy una tumba... Yo te creo. Tú estabas conmigo no pudiste planear el robo a una tienda. — Se burlo él.

Irina miro a todas partes desconfiada y comprobó que lo que el chico le decía era verdad pues las cámaras no tenían la típica luz roja. Decidió confiar en él... Aunque era un riesgo. Pero bueno, después de todo era cierto, por una vez ella no era causante del crimen así que no tenía nada que temer ¿Verdad?

— De verdad que no hice nada, iba al parque a buscar a mi amiga, ella estaba con Eva. Escuche la alarma y enseguida supe que Ruth protegería a Eva, así que regrese a mi moto y en el camino ese tipo me choco y me llevo como rehén, solo me defendí y ustedes llegaron. — Explico a grandes rasgos indignada.

— Esta vez no le disparaste, pero le diste un buen golpe en la cara. — Puntuó el chico con una sonrisa.

— Fue pura suerte, estaba muy aturdida y solo intentaba que se alejara. — Relato ella, cámaras o no intentaría hacerse la victima indefensa todo el tiempo.

— Bien... — Murmuro el chico acercándose demasiado, sin embargo ella no retrocedió, nunca lo hacía porque pensaba que eso demostraba debilidad o miedo. — ¿Te digo un secreto? Pronto te sacaran de aquí, no encontraron nada en tu historial... Parece que no me mentiste. — Se burlo antes de levantarse e irse.

Sus simples palabras la dejaron completamente anonadada.

— ¡Espera! — Le llamo, ahora solo sentía felicidad pura por salir de ese lugar. No podía estar más agradecida. — ¿Cómo te llamas? Aun no se tu nombre.

El chico alargó su sonrisa antes de tomar otro trozo de la pizza.

— Soy Alexander. Un gusto señorita Bach — Se despidió con una sonrisa y salió del lugar.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora