Capitulo. 23

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Los cuatro hermanos miraban incrédulos a aquel hombre moribundo que un día fue su padre. Su petición, o mejor dicho su orden ¡Era una completa locura! Ya no eran niños dispuestos a obedecer a cambio de un par de regalos. Las palabras de Sebastián no tardaron en encender una chispa en el interior de los chicos, que rápidamente se convirtió en una llamarada capaz de quemar todo a su paso. Furiosa como nunca en su vida dio un paso al frente, la situación estaba sobrepasándola destrozando cada una de las barreras que tardó tantos años en construir para protegerse.

— Bien, yo no seré parte de esta locura. Así que puedes morirte de una vez — Escupió llena de odio.

Sin importarle en lo más mínimo la situación en la que se encontraban, dio media vuelta dirigiéndose a la salida. No podía estar una segundo más allí. Pero antes de que incluso pudiera acercarse a la puerta uno de los lacayos que se encargaron de llevarla hasta allí, la detuvo. Sin siquiera dudarlo el hombre la tomo con fuerza del brazo intentando hacer que volviera a su lugar pero Irina estaba tan furiosa que incluso su capacidad para razonar termino por abandonarla, ignorando todo a su alrededor le propinó un puñetazo en la nariz con tanta fuerza que sus propios nudillos le escocieron, estaba tan furiosa que lo pagaría con el primero que se le cruzara. El tipo se tambaleo retrocediendo un par de pasos, no se esperaba el golpe de la chica y pronto la sangre comenzó a brotar de su nariz.

— Irina vuelve a tu lugar. — Ordeno Sebastián con seriedad.

Pero poco o nada le importaba, solo quería romperle la cara al tipo frente a ella y largarse de ese lugar cuanto antes, ni las advertencias de sus hermanos o Ruth, ni los chillidos desesperados de la asiática y los niños... Ni siquiera la mirada aterrada de Alexander y su pequeña sobrina, parecían importarle.

— Ja, si claro como si fuera a hacerte caso. — Se burlo la chica con cinismo.

— Bien tú lo quisiste. — Suspiro Sebastián como si todo eso no fuera más que una molestia para él — Santiago.

El hombre se removió con molestia en su silla pero aún así obedeció inmediatamente sacando su arma y sin dudar un segundo le apunto a Ruth dejando a la morena totalmente paralizada. La muchacha la miro aterrorizada provocando que su estómago se encogiese aún más.

¿Qué estaba haciendo? Estaban en desventaja, todos allí corrían un gran peligro. Debía serenarse, debía volver a ser la misma chica que fue capaz de dispararle a Sebastián sin que le temblase el pulso. Podía aguantar... Podía aguantar unos segundos más allí por Ruth, por Eva y por todos.

Irina no tuvo más opción le lanzó una mirada cargada de odio a su supuesto padre y a regañadientes volvió junto a Liam, su hermano le tomo la mano con fuerza en señal de apoyo.

— Bien como iba diciendo. — Su sonrisa tranquila le causaba repulsión. — Tengo un nuevo trabajo para ustedes. Los he dejado hacer sus vidas por mucho tiempo, ahora es momento de que ustedes me retribuyan lo que he hecho por ustedes. — Lucas no pudo evitar soltar una carcajada.

Sería cínico.

— ¿Lo que has hecho por nosotros? No me hagas reír viejo. Lo único que hiciste por nosotros fue inducirnos en este mundo asqueroso del que no podemos salir ya. — Escupió el chico con simpleza, a Lucas no parecía importarle en lo más mínimo esa situación.

— No seas ingrato. Gracias a mi ustedes están vivos y crecieron siendo fuertes y útiles. — Zanjó el viejo mientras observaba divertido a los niños de Axel que lloraban en brazos de su madre y a Eva quien se abrazaba aterrada a Ruth. — Mírenlos. No son como ustedes, esos niños serán débiles por su culpa. — Espeto haciéndolos enfurecer aún más.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora