Capitulo. 48

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Ambas comenzaron a caminar entre las personas que estaban más preocupadas por lo que sucedía afuera que por otra cosa, por lo que nadie les cuestiono el estarse moviendo tanto en un espacio tan reducido. Divisaron rápidamente la puerta, pues diez metros no era mucha distancia y gracias a esa situación lograron entrar sin que muchas personas se percataran.

— Tenemos poco tiempo.

Rápidamente ambas comenzaron a buscar la dichosa salida y dieron con dos ventanales, ambas conocían muy bien lo que debían hacer por lo que Ruth se dedico a bloquear la puerta por donde habían entrado mientras Irina revisaba las ventanas.

— Bloqueadas. — Anuncio la rubia. — ¡Demonios!

— Bueno era de esperarse... ¿Las rompemos? — Pregunto la morena.

— El ruido llamaría la atención y quedaríamos en evidencia... Tiene que haber otra manera.

— Chicas tenemos problemas, hay guardias en el pasillo. Tienen que salir ahora. — Chillo Axel.

— Las ventanas tienen cerrojo. — Se quejo Ruth.

— No podemos darles más tiempo ¡Escóndanse! — Grito Alexander.

Sin pensárselo dos veces las chicas arrastraron el archivador de la puerta como si nada hubiese pasado y corrieron a una estrecha puerta de madera que seguramente seria de un armario, los nervios comenzaban a dominarlas por lo que sin siquiera ver el interior cruzaron la puerta apresuradamente. Al entrar se sorprendieron al ver que se trataba de un pequeño baño, temblando por la ansiedad Ruth rápidamente le señalo una pequeña ventana de ventilación en la parte superior de una pared.

— Vamos, te impulsare.

Irina se puso en posición y Ruth ágil y silenciosa logro llegar hasta la ventana, por suerte estaba abierta aunque era bastante pequeña. Unos ruidos al otro lado las alertaron, debían salir lo antes posible. Ruth sabiendo que no podían darse el lujo de unos segundos para planearlo mejor, salto dentro de la ventana quedando suspendida por su estomago en el marco de la ventana. Sin importarse el molesto roce del marco en sus caderas, la chica se impulso con los brazos para hacer presión y sacar su cuerpo del estrecho espacio. Irina no tardo en ayudarla empujándole las piernas, Ruth finalmente logro salir despedida del marco de la ventana, rodando del otro lado; los pasos en la habitación contigua sonaban cada vez más cerca aumentando la adrenalina que le aceleraba el corazón. Irina no dudo en saltar aprovechándose de su altura y Ruth no tardo en tomar su mano ayudándole a subir. Ambas escucharon claramente como la puerta del despacho era abierta y llevada por la desesperación Ruth tiro de ella con tanta fuerza que terminaron cayendo estrepitosamente en el suelo. Aturdidas y ligeramente adoloridas se levantaron lo más pronto posible, ocultándose junto a la pared en completo silencio, rogando porque no las vieran.

— ¿Ves algo? — Susurro Ruth, su pecho subía y bajaba frenéticamente.

— No se muevan — Advirtió Alexander entonces. El chico observaba frenéticamente las cámaras reales mientras Axel luchaba por ocultar el rastro de las chicas en los monitores del banco.

Ruth aguantaba la respiración tan tensa como una cuerda, casi a punto de desmayarse; mientras Irina se movía con cautela guiada por Alexander, asegurándose de que esos hombres se hubieran ido. Una vez dejo de escucharles supo que era su momento, no tendrían una mejor oportunidad en poco tiempo. Sin dudarlo más tomo la mano de la morena y la arrastro lejos de allí. Habían caído en un pequeño jardín de la calle trasera y si quería sacar a Lucas del problema en que se había metido, debían actuar y rápido.

— ¿Dónde demonios esta Lucas? — Pregunto Irina molesta.

— Hasta donde podemos observar atrincherado dentro de la tienda. — Informo Axel observando las cámaras de una tienda cercana.

— Irina. — Llamo Alexander. — Tiene rehenes.

Eso no le gustaba un pelo, rehenes significaba testigos y eso supondría un problema.

Ambas mujeres no tardaron en llegar a una callejuela donde se deshicieron de los costosísimos vestidos quedando solamente en short y ligeros tops, rápidamente cambiaron los molestos tacones por las zapatillas que llevaban en sus bolsos, las niñas riquillas desaparecieron al deshacerse del maquillaje y recoger su cabello. Irina hubiese deseado poder llevar consigo algo más que le permitiera pasar desapercibidas, pero en ningún momento pensaron que algo así pudiese ocurrir ¡Ese no era el plan! Sin embargo rogaba porque el caos de la calle pudiese ocultarlas. Ignorando la decena de pensamientos que intentaban darle una y mil soluciones demasiado tardías, prosiguieron su camino saltando una verja de metal que separaba ambas calles.

Frente a ellas apareció el enorme desastre que había causado Lucas, al menos cinco patrullas cada una con policías atrincherados tras ellas cercaban una tienda de armas al final de la calle. Uno de ellos intentaba negociar con su tonto hermano a través de un megáfono, lo típico, que le tenían rodeado y se rindiera... Pero estaba segura que Lucas no saldría y mucho menos se entregaría.

— Axel. El lugar es un viejo edificio en la esquina de la calle, la entrada principal está cubierta y casi seguro que el lateral derecho también. Búscanos una forma de entrar. — Explico rápidamente.

Los policías no tardarían en entrar. El sospechoso era solo uno y eso les daba ventaja, debían ser más rápidas que ellos.

— Irina no hay manera. El establecimiento tiene diversas ventanas pero están demasiado a la vista, no hay puertas traseras ni aberturas en el techo.

Entre maldiciones Irina comenzó a dar vueltas pensando que hacer mientras los constantes gritos de los policías la ponían de los nervios, solo pensaba en ahorcar a Lucas por su imprudencia. No podía entrar y comenzar a disparar a los policías como en una película ¡Era absurdo! y las inmovilizarían en segundos.

— ¿Hay manera de contactar con Lucas? — Pregunto Ruth.

— No.

Ruth comenzó a ver la pared junto a ella, era imposible de escalara y no tenia escaleras, Irina seguía dando vueltas cuando Alexander les interrumpió.

— Se que pensaran que es una locura pero nuestra mejor opción es dejar que atrapen a Lucas. — Sugirió y los otros tres chillaron en negación. — Escuchen, no se arriesgaran a disparar sabiendo que el lugar tiene muchas armas y rehenes. Usaran gas lacrimógeno seguramente y tendremos cierto tiempo para sacarlo de las oficinas de los federales.

No quería, no quería dejar que le atrapasen. Era un tonto imprudente, pero era su hermano y dejarlo a su suerte era traición. Agobiada observo el rostro nervioso de Ruth, la chica ni siquiera escucho a Alexander y seguía buscando una forma de ayudarla. Una forma de arriesgar su vida y su libertad. No podía hacerlo, estaban tan cerca de conseguirlo... No podía arriesgarse así, y mucho menos arriesgar a Ruth en ese lió. Axel por su parte oculto el rostro entre sus manos, sabía lo peligroso de la situación y aunque siempre considero a Lucas u otra mitad, no podía pedirle a su hermanita que se arriesgase después de todo lo que había pasado.

Alexander tenía razón. Sería menos riesgoso...

Así que, haciendo uso de toda la sangre fría que tenían, aceptaron el plan de Alexander y las chicas se marcharon del lugar sin levantar sospecha.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora