-Capítulo 38-

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-Buenos días doctor.

-Hola, tu debes ser Marco, Samanta me ha hablado de ti.

-Mucho gusto, si, justamente por eso venía, ella me comentó que ustedes necesitan un volantero.

-Si, lo necesitamos, llamemosle asistente de publicidad Jajaja.

-Jajaja, bueno, un asistente de publicidad.

-Es simple, repartes y repartes durante tres horas, si te preguntan o algo, les brindas algo de información, o en todo caso los invitas a subir, la doctora y yo estaremos aquí todo el día, salvo los martes y jueves, esos dos días viene aquí el doctor Anthony, es joven, apuesto que se llevaría muy bien contigo Marco, que me dices, ¿aceptas trabajar con nosotros por este tiempo de vacaciones? Primero, tu mamá y tu papá lo saben, ¿verdad?

-Si, de eso no se preocupe, ya hablé con ellos antes de venir para acá.

-Perfecto, entonces, ¿puedo tomar eso como un si voy a trabajar aquí?

-Bueno, supongo que sí.

-Jajaja, es normal que andes un poco dudoso, adivino que talvez no hayas trabajado antes, pero déjame decirte que no te vas a aburrir mucho, tienes a tu prima al lado, y si te sientas cansado o algo, puedes subir aquí con nosotros, siempre necesitamos una mano para hacer las gasas.

-¿Las hacen?, y si, supongo que si, también por lo que me dice, tengo a mi prima al lado y eso es bueno, aunque ella no esté abajo conmigo.

-Si, las hacemos, mira, déjame enseñarte. Pero la tendrás cerca, eso es lo bueno.

-Disculpe, ¿Cómo se llama usted?

-Perdón, que tonto, yo soy el señor Rogger, y no soy doctor, soy esposo de la doctora, ambos somos dueños del consultorio.

-Y yo soy la doctora Jhanet, es un gusto conocerte Marco, tu prima te recomendó con nosotros, espero que hayas aceptado.

Volteo la mirada rápidamente y veo a la doctora, vestida con un traje blanco y con una sonrisa de oreja a oreja, parecen muy amables, me levanto y saludo con la mano a la doctora.

-Buenos días doctora, un gusto.

-Igualmente hijo, y ya hablaste aquí con el señor Rogger, ¿verdad?

-Así es, ya estuve conversando un poco, solo faltaría decirme cuando inicio.

-¿Te parecería bien mañana mismo?

El señor Rogger me hace la pregunta mientras saca una bolsa blanca de una gaveta que parece ser donde se colocan los aparatos del dentista.

-Pues si, está bien mañana mismo.

-Genial, entonces mañana vendrias, a las 5 de la tarde esta bien, ya baja un poco el sol para esa hora, así no te nos quemas mucho Jajaja.

-Bueno, si esta bien.

-Ahora si mira como hacemos estas almohadillas con gasa.

El señor Rogger saca una telita y la corta en cuadrado, hace unos dobles y finalmente queda una pequeña especie de almohada, muy pequeña en realidad.

-Waoo.

-¿Quieres intentar?

-Claro, déjeme intentar.

-Es todo tuyo.

Mientras jugueteo un poco con la tela intentando hacer lo que el señor hizo, la doctora esta preparando sus herramientas de trabajo, al parecer tendrá un paciente dentro de poco, o algo así la escuche decirle a su esposo, cuando me equivoco en una parte el señor Rogger me ayuda y me corrige, finalmente después de intentar varias veces me sale.

Minutos más tarde:

Son casi las diez de la mañana cuando salgo del consultorio, estuve un buen rato hablando con el señor Rogger y la doctora, son bastante divertidos y les gusta mucho conversar, a mi prima ni para verla en la tienda porque ella abre junto a la dueña a las 11 de la mañana. Bajo las escaleras lentamente mirando hacia el frente, me dispongo a avanzar cuando de pronto veo a alguien.

-Camila.

Mis labios pronuncian su nombre tan despacio que parece un susurro, es ella, es Camila, está al frente de la pista, en la otra vereda, esta de espaldas, al lado de la pileta y se dirige al polideportivo, esta vestida con ropa deportiva, lleva su mochila roja y una cola de caballo en la cabeza, al parecer tiene prisa, sus pasos son largos y rápidos, estoy seguro de que no me puede ver.

Maldita sea Marco, corre, alcanzala ya!!! Que estás esperando, hazme caso, ve tras ella y háblale.

Tal vez en otra ocasión, agacho la cabeza y suelto un largo suspiro, dejo de mirarla y camino lentamente bajo el sol ardiente de la mañana, mis pies se mueven suavemente mientras mi corazón late a una velocidad increíble, es sorprendente el subidón que me ha dado al verla, como la extraño, como la hecho de menos de verdad, como quisiera poder decirle que desde que no estamos nada tiene sentido, si pudiera decirle que la amo demasiado lo haría, se supone que debería olvidarla, seguir mi camino, pero no puedo, yo no puedo, tal vez ella sí, pero yo no puedo y no voy a poder, no voy a poder porque la necesito a mi lado, y no de una forma egoísta, no es que la necesite solo para que me haga feliz, la necesito para amarla, demostrarle todo lo que siento, demostrarle que estoy dispuesto a dar todo por ella, si pudiera.

Puedes, pero no te atreves, tu orgullo y tu miedo te carcome por dentro Marco, deberías ser mas atrevido, que esperas, dile todo, corre y anda, tu ya no tienes nada que perder, ya la perdiste a ella, pero puedes cambiar eso, anda.

No, no debo hacerlo, no porque creo que ella está bien, debe estar bien, seguramente esta tranquila, debe ser así.

¿Debe? ¿Basas todo en un debe? No marco, no es así, nunca ha sido así, no tiene que ser así ahora, no debe ser así, ve por ella Marco.

Por algo me terminó, ¿no? Habrá tenido un motivo suficiente mas allá de esa discusión para hacerlo.

Estás buscando la sin razón Marco.

No, estoy buscando respuestas lógicas.

Mejor guarda silencio, estas diciendo cosas que tu corazón no siente en realidad.

*¿Qué pasa con Marco? Comienza a perder los papeles cuando analiza una situación, se ha puesto muy nervioso y algo alterado al ver a Camila, la extraña mucho, al parecer el solo no puede controlar el mar de emociones que lo inunda por dentro* 

De tu mano por siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora