Capítulo 7

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Reliquias.

Pese a que Yuuri le había advertido que guardara silencio, era claro que el platinado no podría reprimir aquellos sonidos expulsados a causa de sus jadeos y suspiros; luchaba por no pronunciar alguna palabra o gemido y se mordía su labio inferior ...

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Pese a que Yuuri le había advertido que guardara silencio, era claro que el platinado no podría reprimir aquellos sonidos expulsados a causa de sus jadeos y suspiros; luchaba por no pronunciar alguna palabra o gemido y se mordía su labio inferior para conseguirlo. Del tocarse uno mismo al toque de otra persona, había una diferencia muy notable.

El pelinegro solo se concentraba en mover su mano cada vez más rápido con ayuda de las manos de esa persona que aprisionaban la suya en el miembro ajeno. No le quiso dar gran importancia a lo que hacía, simplemente se molestó en ayudar a calmar las sensaciones de ese beta. Quería apresurarse para irse, le costaba seguir el ritmo y no sentir vergüenza. Él era una persona que conocía un poco de todo en la vida, conocía de anatomía, de los síntomas detallados en celos de omega, pero eso era todo lo que poseía: conocimiento. Cada libro leído y estudiado eran una gran fuente de información, pero por supuesto, no se puede generalizar. Pensaba que aquel falso celo que experimentaba Victor finalizaría en un par de horas, sin embargo, duró más de lo que pensaba. Seguramente, si Victor hubiese tenido sexo, su celo se habría calmado mucho antes. Como Yuuri nunca se arriesgó a beber un elixir más de lo necesario, no conocía los tiempos de celo que podrían provocar, todo esto debía archivarlo.

—Ya... Un poco más —dijo el platinado retorciéndose en el pequeño espacio de la bañera y presionando sus párpados con exasperación. Las cosquillas de su vientre las sentía viajar por todo su cuerpo; el calor de su miembro y sus manos, balanceado con la fría mano de Yuuri era suficiente para ir calmando su ardor.

Con el último rápido frotamiento, Victor se corrió sobre su torso no sin antes apreciar una potente electricidad que se extendió por su columna y culminó en la punta de sus pies, contrayendo sus dedos y soltando un sonoro gemido que no consiguió silenciar.

Yuuri apartó su mano y observó su palma del cual se encontraba cubierta por aquel líquido viscoso. No hizo demasiado pero sus latidos resonaban en su pecho, golpeaban con ansiedad, sus ojos analizaban al desnudo muchacho que suspiraba y luchaba por recobrar el aliento. Abrió su boca con intensión de pronunciar unas palabras...

—Sirvió mucho —le interrumpió—. Pero sabes... —Victor levantó su mirada y dejó que el agua se encargara de refrescar y quitar todo rastro de suciedad sobre su cuerpo—. No es suficiente.

El de lentes se puso de pie y se giró en dirección al lavabo que se hallaba a un lado de la bañera. Con rapidez, lavó sus manos y sin secarse, le dio la espalda a Victor para caminar en dirección a la puerta; se detuvo antes de irse.

—Es obvio, en el celo nunca es suficiente —se volteó a mirarle con una expresión de enfado—. No volverás a experimentarlo ya que te marcharás en la mañana. Quizás solo debí echarte antes —susurró y se dio la vuelta—. Así encontrabas un alfa y quedabas satisfecho.

Victor observó en silencio como el pelinegro abandonó el cuarto sin poder agradecerle antes. Al parecer, sus palabras habían ofendido el trabajo que se tomó en hacer por él, no era su intensión pero tenía razón. El vivir un celo no se puede calmar tan simple, se sentía mejor pero aquello le trajo varios recuerdos poco agradables, una voz que resonó con angustia en su mente: No es suficiente... No, no eres suficiente.

Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora