Capítulo 49

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No todo lo tóxico surge de una roca.

Al siguiente día, Yuuri fue el primero que abandonó la residencia para ocuparse del asunto que lo inquietaba

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Al siguiente día, Yuuri fue el primero que abandonó la residencia para ocuparse del asunto que lo inquietaba. En una nota detalló a los lugares de los cuales Victor tendría que hacer el reparto, mientras tanto, él aprovechó a dirigirse hacia una de las oficinas principales del cual sabía que se encontraría uno de los dueños de las fábricas, específicamente en la metalúrgica de los chicos.

Yuuri conocía ese tipo de personas, su influencia, lamentablemente todos eran poco empáticos con referencia a la gente de Scuro; si no fuese por petición suya, al ser tan bien recibido, de seguro no habría conseguido el nuevo trabajo para los chicos anteriormente. De igual manera, pertenecer a Scuro significaba caer en cualquier trabajo exigente y sin buena posición económica. Para ser sincero, si Yuuri pudiera sacar a esa gente y que buscara trabajo en otra ciudad sería lo ideal, pero ninguno abandonaba la ciudad ya que la mayoría tenía deudas millonarias y serían perseguidos de intentar irse. Hasta que pudieran pagar lo que deben, mínimo, deberían obtener puesto saludables, bien remunerados, no pasar problemas de salud como estaba acarreando Sara.

Al llegar pidió a la recepción que avisara al dueño si podía recibir una breve visita a lo que luego de esperar unos pocos minutos una de las secretarias acompañó a Yuuri hasta la oficina del último piso del alto edificio. Al ingresar se hallaba un sujeto de mediana edad disfrutando de un cigarro de muy buena calidad mientras miraba su deporte favorito en la gran pantalla. Trabajo de oficina era eso para esa gente, no tenían nada que hacer, eran jefes, de los asuntos de control de las fábricas se encargaban demás empleados, supervisores, ellos solo recibían y gastaban su dinero.

—Vaya, vaya, si es el joven Katsu —el sujeto se levantó de su cómodo sillón y se acercó a Yuuri con una gran sonrisa—. ¿Quieres vino, fumas?

—No gracias. Solo vine a intercambiar un par de palabras con usted, señor Leroy.

El hombre era el padre de Jean Jacques Leroy, Alain Leroy. Después de la breve reunión, el sujeto, con aires egocéntricos, observó al hechicero de manera minuciosa, juntando sus manos con sus codos apoyados en el escritorio.

—Una inspección dices —tosió—. Bueno, nuestras fábricas están en perfecto estado, nada que suponga peligro para los trabajadores.

—Si esto es así lo pondré en la planilla y me marcharé. Si no hay nada malo como usted dice entonces no debería haber problema alguno en que vaya a asegurarme, es una inspección de rutina —sonrió.

—Tienes razón —respondió con seguridad—. Bien, entonces le diré a uno de mis supervisores que lo acompañe en su recorrido, le indicará cada zona así no se pierde. Aunque no es la primera vez que visita —recostó la espalda en su asiento y cruzó las piernas—. Tiene conocidos allí, después de todo, los chicos a los que sugirió dar trabajo —sonrió—. No deberías relacionarte con gente de Scuro, te terminarán robando algo, ¿Acaso quieres asegurarte que están en un buen lugar? —miró con sospecha.

Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora