Una ciudad complicada.
Otabek se había resguardado en un pequeño hotel en Scuro, sabía que los dueños de las fábricas de la zona se enterarían que alguien estuvo fisgoneando pero por suerte nadie había visto quién era y continuamente entraba y salía gente de la ciudad, si no lo atrapaban en el momento básicamente había poca probabilidad de averiguar más, aunque sería previsible que andarían haciendo preguntas por la zona. Que alguien, sin ser trabajador, estuviese invadiendo fábricas para ellos no era un asunto de poca importancia.
Otabek no tenía la intensión de andar involucrándose en cuestiones conflictivas, pero le molestaba que la gente abusara de algo como si no tuviese repercusión en algún momento, no se debía volver a cometer los mismos errores que los llevó a la casi extinción ¿pero eso realmente se podría evitar? ¿Ellos mismos, hechiceros, no estaban dando los primeros rastros para que en un futuro todo escale a mejores experimentos? Y con mejores no se refería exactamente a todos beneficiosos para la humanidad. De igual manera, la culpa nunca debía ser del objeto, el material o el descubrimiento que se haga, sino de cómo la persona lo use y busque. Ellos quizás tengan las mejores intensiones en indagar sobre lo que la naturaleza pueda ofrecer, de manera curiosa, aventurera e intelectual, pero siempre estaría el otro lado de la moneda, los codiciosos, egoístas... básicamente siempre habría lucha ya que el mundo nunca sería solo blanco o solo negro. Pero si no se comenzaba a detener a ese tipo de personas que solo buscan dañar y llenar su propio ego, efectivamente, se volvería a escalar y llegar a un momento de la humanidad similar a la anterior.
Luego de un largo suspiro, Otabek, en su pequeño y poco iluminado cuarto, se quitó el abrigo negro y tomó su móvil, había unos cuantos mensajes figurando, todos de Plisetsky. Luego de leer sus mensajes y ver que no era por algo muy importante como una emergencia, decidió llamarlo.
—¿Qué ocurre? —preguntó Otabek cuando la llamada fue atendida.
—¡¿Preguntas eso?! A ti qué te ocurre —dijo la voz molesta del otro lado—. Te dije que avisaras cuando llegaras a la ciudad, siempre me mantienes informado a dónde vas o qué haces cuando viajas, y ahora pasaste todo el día sin enviar nada, ¡por lo menos di que estás ocupado o algo!
—Aaah, lo siento, es que estuve viajando de forma continua y apenas llegué a aquí fui directo a realizar una cosa... no creí que te molestaría que no te avisara nada, por lo general eres el primero que se queja diciéndome que no te interesa qué estoy haciendo.
—Que me queje es mi problema pero igual siempre lo haces, es claro que si te desapareces por tantas horas sacaré conclusiones malas —chistó entre dientes. El rubio se hallaba en su cuarto, recostado en su cama, no había dormido ya que esperaba a que Otabek se pusiera en contacto con él primero. De los dos, Yurio aún no tenía permitido tener esa clase de viajes y ya había gastado su salida permitida a una ciudad cercana por lo que ahora le quedaba aguardar un par de meses para un nuevo permiso, cuando cumpliera sus dieciocho y abdicara a su puesto de príncipe definitivamente era claro que comenzaría a viajar de la misma forma que hacía Otabek. Debía tener paciencia pero sentía mucha ansiedad cuando Otabek tenía esa especie de viajes en los que se alejaba por tantos días, se aburría, pese a tener a Mila o a Ermek con él, no era lo mismo...
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Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]
Fanfiction[AU Omegaverse] Una nueva Era produjo cambios de todo tipo en el mundo: naturales, sociales o políticos. La metamorfosis biológica de los humanos los encasilló en tres categorías: Alfa, beta u omega; muchos consiguieron adaptarse pero otros, inusu...