Capítulo 32

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Del tormento a la liberación.

La suave brisa movía las livianas cortinas de la gran ventana abierta que dejaba ver el limpio cielo cubierto de estrellas que Yuri podía vislumbrar desde su cama, aún se reponía de las intensas lágrimas que había derramado; recostado de lado y co...

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La suave brisa movía las livianas cortinas de la gran ventana abierta que dejaba ver el limpio cielo cubierto de estrellas que Yuri podía vislumbrar desde su cama, aún se reponía de las intensas lágrimas que había derramado; recostado de lado y con mayor tranquilidad tenía a Otabek acostado detrás, que no le hacía preguntas, solo se podía sentir que acariciaba su cabello. En determinado momento, la mano de Otabek tocó en su cuello, en el lugar donde alojaba la mordedura.

—No te preocupes, seguro desaparecerá finalmente en poco tiempo —dijo el rubio, sin mucha energía en su voz.

—Ese alfa, ¿Estará bien? —pronunció su primer pregunta y apartó su mano. Esa persona no le dirigía la mirada pero sabía que observaba al cielo.

—¿Pensabas en ese alfa? —guardó silencio unos segundos, luego decidió levantarse y quedarse sentado en el borde de la cama, sin apartar sus ojos de la ventana—, cuando regresé a la ciudad en ese entonces, nunca quise mencionar quién era ni en dónde vivía, temía que fueran a por él y le ocurriera algo. A pesar que solía contarte que pude sentir la libertad o vi paisajes que nunca tuve la oportunidad de apreciar antes, sabiendo que era lo que prefería y no ser rey o casarme contigo, nunca me discutiste en ello o insististe en que te dijera quien era —se giró y lo miró—, ¿por qué?

—¿Por qué? —se sentó lentamente y suspiró—. Siempre fui tu amigo, me preguntas del porqué nunca me interpuse y es sencillo, nunca te obligaría a algo, si decidiste no revelar quién era y te emocionaba contarme lo que viste ¿por qué interrumpiría eso? En esta ciudad nunca nada te motivaba tanto como eso. Pero quería ver qué hacías realmente, hacia dónde apuntaban tus objetivos. Poco a poco comenzaste a obtener más fuerza, destreza, agilidad, seriedad, y sé que nunca abandonaste la idea de escapar. Creí que algún día llegaría el momento en que te enfrentarías a lo que realmente querías, y si eso decidías, yo te apoyaría. Al final caíste en un gran error.

—¿Error? ¿Te refieres a que quería que Yuuri se casara conmigo y me acercara a esa libertad?

—Así que se llama como tú, eso no me lo esperaba —sonrió.

—Mientras no se lo digas a nadie —frunció el ceño.

—No te preocupes —apoyó su mentón sobre su palma—. Siguiendo lo de antes, sí, ese error. Básicamente el día de la boda se acercaba y ahora que apareció por fin ese alfa quisiste desligarte de toda responsabilidad y encerrarlo aquí, ¿tanto temías volver a intentar escapar o tener el rechazo de todos, la ciudad, tu familia? No pensabas en nada de eso hace seis años. Entiendo que eras un niño y fue bastante peligroso, pero te volviste poco a poco más inseguro en animarte a cruzar la muralla a pesar de lo mucho que te esforzaste cada día en entrenar. ¿Realmente lo esperabas a él?

—Creo que llegué a pensar que nunca más podría tener otra oportunidad de cambiar las cosas, ya que al final conseguí una mordedura de un alfa y justo de alguien que podía lograr cosas distintas de un humano común, si aparecía, quizás podría aferrarme a él. Nada garantizaba que eso ocurriría, después de todo la boda se adelantó, se suponía que me casara a los dieciocho; apenas capté su aroma comencé a actuar, sin pensar en las consecuencias o su actual pareja, nada... Tienes razón, me coloqué en el lugar de los cuentos de princesas que esperan ser rescatadas ¿cuándo fue que me volví tan temeroso?

Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora