Capítulo 29

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Una bestia.

Victor no podía dejar de mirar a Yuri con desprecio, esto era inaudito, intolerable; tal vez él no conocía muchas cosas de Yuuri pero no por ello le restaría importancia hasta la cosa que menos pareciera peligrosa, bastante aguantaba que este prín...

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Victor no podía dejar de mirar a Yuri con desprecio, esto era inaudito, intolerable; tal vez él no conocía muchas cosas de Yuuri pero no por ello le restaría importancia hasta la cosa que menos pareciera peligrosa, bastante aguantaba que este príncipe lo moleste de esta forma. Lo único que quería ahora en su vida era poder hacer feliz a Yuuri y Shiori, los que intentaran impedir esa felicidad serían etiquetados automáticamente como enemigos, sin importar sus razones, sus excusas... pero ¿qué exactamente quería lograr Yuri con todo esto? ¿Qué quería demostrar encerrándolo? Pareciera que estuviese queriendo llevar al límite acciones desesperadas que pendían de un hilo entre terminar arruinando todo o esperar a que de alguna forma ¿saliera bien? No se sabía qué cruzaba por la cabeza de ese adolescente pero no parecía dócil en escuchar, se ahogó completamente en una idea como si solo se escuchara a sí mismo.

Pese a ese acto egoísta, Yuuri no se quejó, no golpeó la puerta ni gritó para que lo sacara; no quería provocar más alboroto innecesario, pero esperaba que afuera la situación no empeorara o Victor se tranquilizara y no hiciera algo que a Yuri no le agradara y terminara con el peor desenlace. Tal era la situación que sabía que las cosas no mejorarían por ahora. Al echar un vistazo por el lugar se lograba evaluar que la habitación no lucía fuera de lo normal, hasta había un baño continuo, lo que incomodaban eran las gruesas rejas de acero que interrumpían la luz exterior, levantar la vista a esos extensos ventanales era como tomar el lugar de un ave dentro de una jaula, que sin importar qué tanto quisiera salir y volar de un lado a otro, nunca cruzaría por esos barrotes.

El deseo de Yuri Plisetsky siempre fue abandonar su ciudad y ser libre, entendía su frustración, pero un joven de diez años como él hacer algo como eso sin siquiera tener noción de los peligros exteriores era como colocarse una cuerda al cuello, ¿entendía eso? ¿o seguiría culpándolo de regresarlo a su ciudad? Pese a que seguir, por el momento, las órdenes del príncipe, le restaba el temor de sufrir un castigo, prefería ser odiado por él a que continuara insistiendo. Lo normal habría sido ese camino, ser odiado por una mordida sin consentimiento, mas el caso resultaba distinto, ¿acaso tenía que transformarse en el peor monstruo para ser temido y alejado? Si se transformaba en ese monstruo, ¿por fin lo dejarían solo? ¿Debía perder todo rastro de amabilidad y compasión para sobrevivir?

Pensar en algo así parecía un camino indudable, sin embargo, no podía obviar la conexión que poseía con ciertas personas que no deseaba perder; Victor creía que era bueno, amigable y quería que siguiera pensando de esa forma, era una de las pocas personas que vieron su lado bueno y pese a ver el malo lo aceptaba, intentaba comprenderlo, quedarse allí para él. No quería perder eso. Ni siquiera sabiendo que ocultó muchas cosas y mintió en otras, ni en esos detalles no persistió en continuar protegiéndolo y creyendo en él, dándole su tiempo y no culpándolo de nada. Era la primera vez que era amado de esta forma. Pensó, si debía estar en este cuarto aún con el efecto del elíxir desapareciendo, cerró sus ojos y respiró hondo, deseaba no verlo hasta que todo se tranquilizara.

Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora