Prólogo.

1.8K 68 10
                                    

Estoy en mi cuarto encerrada porque mi madre había venido con unos de sus cuántos hombres que siempre las acompañan. Ella nunca viene sola, siempre viene acompañada por hombres que me dan miedo.

Mi madre era una modelo muy cotizada en la industria del modelaje, pero todo se terminó cuando conoció a el hombre que la dejó embarazada de mí. Ella pensó que le iba a dar todo cuando supiera que estaba esperando un hijo de él, pero él solo la utilizó y la dejó en el momento que se enteró. Mi mamá no pierde la oportunidad de echarme en cara que por mi culpa su carrera en el modelaje terminó en el momento que me tuvo. Ella ahora solo consigue dinero con los hombres que trae y se acuesta con ellos, pero desde que cumplí trece me la paso encerrada en mi cuarto por miedo, ya que todavía recuerdo con uno de los tantos hombre que trajo aquí, intento propasarse conmigo. Se lo dije a ella, pero ello me ignoró, diciendo que yo tuve la culpa. Porque me la pasaba insinuando para dar cabida al intentar algo conmigo. Desde ese momento que pasó, me encierro en mi cuarto y no salgo cuando mi madre trae a sus "novios" a la casa. Ahora tengo quince años y intento no darme a notar por ella y más cuando bebe y se droga, se vuelve loca y me maltrata.

— ¡Mariana! — hago una mueca ante su grito y golpes en la puerta. — abre la maldita puerta. — golpea sin parar.

Suspirando me levanto de la cama y dejo mi cuaderno en donde estaba, ya que estaba intentado hacer la tarea. Voy hacia la puerta y la abro viendo a mi madre con temor.

— ¿Necesitas algo....? — pregunto.

Ella se pasa la mano por la nariz y se que ya comenzó a drogarse.

— Leo quiere más cerveza. Ve por más a la tienda ya que no quiero que se enoje. — hago una mueca.

— Mamá sabes que no me gusta ir a comprar bebidas, además soy menor de edad y......

— Me vale que seas menor de edad. — me toma del brazo fuertemente. — quiero que vayas y es una ¡puta orden!

Asiento con miedo y tomó el dinero y me pongo mis zapatos. Paso rápidamente por la sala y él hombre que trajo está vez mi madre, me repasa con la mirada. Apresurada; salgo de la casa y voy por las bebidas. Cuando vuelvo, escucho los gemidos de mi mamá y como ese tipo le grita groserías. Meto rápidamente las bebidas en el refrigerador y me voy a mi cuarto en donde me encierro nuevamente.

Me pongo los audífonos y pongo música para no escuchar nada de lo que hace mi madre con ese hombre. Cierro los ojos y me duermo escuchando música.

....

Despierto a causa del hambre ya que no he comido nada desde la mediodía. Me quito los audífonos y ya no se escucha nada, miro el reloj y es la una de la mañana. Me estiro, salgo de la cama y voy a la cocina. Abro el refrigerador; decido hacerme un emparedado y tomó los ingredientes y lo pongo la encimera, abro el cajón y tomo el cuchillo y cortó un poco de Jamón y comienzo armar mi emparedado.

— Pero que ricura de niña. — salto de susto y giro y veo al hombre con el que estaba mi madre sigue aquí.

Él no tenía que seguir aquí. Hasta donde sé los hombres que trae mi mamá siempre se van, pero éste sigue aquí y no entiendo el por qué.

— No sabía que Lorena tenía una hija tan hermosa. — dice comenzando acercarse.

Dejo el cuchillo y ignorando intento irme,  pero él me bloquea el paso.

— Por favor señor déjeme pasar..... — digo temerosa.

— Si me das un besito, lo hago. — dice.

— No voy hacer eso.... Si no me deja pasar voy a gritar y mi madre se va enojar mucho....

— A tu madre la dejé bien cansada y además está muy drogada para que te oiga. Vamos ricura dame un solo besito y te dejo en paz. — Se comienza acercar a mí y yo doy unos pasos atrás.

Belleza fugitiva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora