Lali.
Estoy tan concentrada en mi libro, que es lo único que logra en este momento calmarme de lo que me ha dicho mi madre, todavía me tiemblan las manos de recordar a Leo. Él está aquí y mi terror crece de solo imaginar que pueda llegar hacerme daño si mi madre se lo pide.
De pronto escucho un fuerte grito, me levanto rápidamente de la cama y corro hacia afuera, llegó a la orilla de la escalera y me llevo una mano a mi boca. Veo a Magdalena tirada, de pronto varios del personal empiezan a salir y gritan al verla tirada, veo entrar al esposo y éste corre hacia el cuerpo de ella.
— Amor.... Que te pasó, Cariño abre los ojos por favor. — escucho que le dice. Empiezo a bajar y veo un vaso, plato quebrados. — ¡Llamen a una ambulancia! — grita.
— Pero que está pasando.— escucho la voz de mi madre. — ¡Oh, Dios mío! — dice y empieza a bajar. — ¿pero que ha pasado?
— No lo sé..... Yo estaba en mi cuarto y escuché un grito, cuando salí ella estaba aquí tirada. — digo nerviosa.
— Por favor amor abre tus ojitos no me asustes.
— ¿Que no pueden llamar a una ambulancia? — dice mi madre molesta.
— Ya lo hice y vienen en camino. — dice una de las sirvientas.
— No voy a esperar a que vengan.... Yo la llevaré.
— Señor Fausto no creo que sea adecuado..... — empiezo a decir, pero me quedo callada al ver lo furioso que está.
— Yo la voy a llevar. — lo veo levantarla y me sorprendo ya que él es algo mayor.
— Yo lo acompaño.
— Yo me quedaré. — dice mi madre.
— Sí Peter llama tienen que avisarle. — pido.
No espero que me responda nadie y salgo corriendo atrás del señor Fausto. Lo veo subirla con cuidado en la parte de atrás y veo nerviosismo ya que no sabe qué hacer ya que tiene que conducir.
— Yo iré con ella. — le digo.
Él asiente y subo al auto y pongo con cuidado la cabeza de ella en mis piernas. Él no pierde el tiempo y sube al auto. Lo prende y comienza a conducir rápidamente. Lo entiendo ya que lo único que quiere es llevar a su mujer al hospital para que la ayuden, tocó con cuidado su cara y veo como la sangre corre por su frente. Aunque no la conocí mucho, ella fue la única que me brindó una hermosa sonrisa y se veía que se preocupaba por mí. Mis lágrimas empiezan a salir, solo deseo que ella esté bien. Por favor Dios, no seas tan cruel no te la lleves.
Cuando llegamos al hospital. Él señor Fausto empieza a pedir ayuda, lo cual unas enfermeras traen una camilla y se la llevan rápidamente. Nosotros dos nos quedamos en la sala de espera, las horas pasan y no hay respuestas si ella está bien. Algo dentro de mí, siente que nada está bien. Ella estaba muy pálida. El pobre señor Fausto camina de un lado a otro.
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Belleza fugitiva
FanfictionA veces el enemigo es la persona que menos te los esperas y el mío es mi propia madre. ¿Por qué lo digo? Porque ella me arruinó la vida. Mi vida es así: mi madre fue una modelo mas cotizadas de todo el país y en una de sus pasarelas, conoció a mi...