Capítulo 40.

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Lali

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Lali.

Mis ojos se abren y suelto un suspiro, Peter estuvo conmigo toda la noche, ayer no me dejó sola ni por un momento, me trajo la comida a la cama y estuvo para mí. Sé que no puedo seguir en la cama, debo levantarme para volver a comenzar mi vida, aunque tengo miedo no puedo dejar que me paralice.

Me levanto y busco algo cómodo que ponerme, voy al cuarto de baño y me ducho, cuando estoy lista, me cambio y bajo a la sala. Peter sonríe al verme.

— ¡Lali! — sonrío cuando Sharon viene hacía mí corriendo y me abraza. — me da gusto que estés bien.

— Gracias linda.

— Señorita nos alegra que este con nosotros.

— Gracias Julia, gracias a todos.

Me siento a la par de Peter, me toma la mano con ternura.

— Me alegra que hayas bajado mi amor.

— Tengo que ser fuerte y no dejar que el miedo que le tengo a ese hombre paralice mi vida.

— Así se habla. — me da un tierno beso.

Julia nos sirve el desayuno y comenzamos a comer. Peter habla conmigo como van todo acerca de Leo, todavía no lo han atrapado, pero Peter me dice que lo van atrapar, pero que ahora debo tener más cuidado. Cuando me dice que despidió a mis antiguos guardaespaldas me sorprendo.

— Pero, Peter porque hiciste eso. Ellos no tuvieron la culpa de lo que pasó.

— Amor entiende, ellos cometieron un error de confiarse, no digo que les di mala referencia, pero para mí lo mejor fue dar por terminado su labor con nosotros, además contraté a alguien mas.

— No sé sí me gustaría tener a otro extraño.

— Los hermanos Soffritti tienen buena referencia.

— Confio en tu criterio.

— Gracias mi amor.

Asiento y algo incómoda ya que no sé quiénes serán esos hermanos, pero decido mejor confiar en Peter. Decido ir a mis clases ya que perdí algunas. Estoy concentrada en responder algunos ejercicios, cuando veo aparecer a Peter con dos hombres y uno de ellos lo reconozco ya que trata de la persona que me ayudó cuando estaba escapando de Leo.

— Lali quiero presentarte a los hermanos Gastón y Pablo Soffritti.

— Hola señorita, creo que me reconoce. — Asiento mientras me pongo de pie y me acerco a ellos. — Mi nombre es Gastón y él es mi hermano Pablo.

— Encantada.

— Cuando recibí su llamada me sorprendió de saber que usted era el hombre que salvó a mi novia.

— Todo fue cosa del destino. Yo iba a reunirme con un cliente que iba a pedir nuestros servicios de protección, cuando la vi a usted y pidió ayuda.

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