—Mira eso, se están comiendo viva a la nueva —comentó un chico de cabello rosa mientras comía una barra de cereal; número 12.
—Mira eso —respondió el chico a su lado—. Mira cuánto no me interesa.
—Ey, Len —habló uno de los guardias para llamar la atención del susodicho.
—¿Sucede algo? —preguntó volteando a ver al guardia que lo llamaba.
—Ve a ayudar a la chica.
—¡¿Qué?! —exclamó con sorpresa y disgusto, provocando la risa en su compañero que comía aquel dulce. El guardia frunció el ceño con rudeza y se acercó al muchacho.
—Ya me escuchaste, serás su guía. Te encargarás de orientarla, mostrarle el lugar, llevarla a su habitación y enseñarle las reglas —explicó el guardia mirando con seriedad al muchacho. Sacó una pequeña libreta de su uniforme y se la entregó al joven, quien rápidamente leyó lo que dentro de esta se encontraba escrito.
En las hojas se encontraba toda la información respecto a la nueva, así como su número e instrucciones que él, como su guía, debía seguir.
—¡Pero yo no quier..!
—¡Hazlo! —gritó con autoridad el guardia. El chico lo miró con coraje, pero se lo tragó e hizo una reverencia para encaminarse directo a la chica. Su andar fue seguido por la mirada divertida de su compañero y la del guardia que recién le había gritado.
—Maldita niña mocosa, a buena hora vienes a aparecer. —Maldecía entre dientes mientras se acercaba más a la revuelta que se había armado frente al elevador. Guardó la libreta en uno de los bolsillos delanteros de su pantalón y resopló.
En cuanto logró llegar al tumulto de gente que rodeaba a la rubia, los chicos volteaban a mirarlo y detenían sus comentarios mirándolo a él con sorpresa y curiosidad. Len por su parte torcía los ojos o empujaba a algunos que le impedían el paso correctamente.
—Oye, niña —habló el muchacho, estando al centro de aquel círculo de gente y mirando a la chica que se abrazaba a sí misma frente al elevador, sin mirar a nada ni nadie.
La pequeña rubia no respondió y ni siquiera parecía escucharlo, pues se mantenía empeñada en seguir su gimoteo. El joven frunció el ceño con desconcierto y miró a sus costados, observando cómo el resto de sus compañeros lo miraban con curiosidad, incluso con asombro.
—Te estoy hablando —pronunció esperando que la chica lo mirase o mínimo cesara su llanto—. Oye. —Lo intentó una vez más.
—Olvídalo, no podrás con ella —comentó uno de sus compañeros, el de cabello azul. Len volteó a mirarlo inmediatamente con algo de molestia—. Uy, solo decía.
El chico retrocedió y Len resopló molesto por las palabras de su compañero, parpadeó un par de veces antes de mirar una vez más a la joven.
—Vamos rubia, levántate —pidió tratando de obtener su atención y alzando un poco su tono de voz.
Comenzaba a impacientarse por la actitud tan vulnerable y débil que mostraba aquella niña.
—¡Cállate y déjame en paz! —gritó la joven sin alzar la vista y el resto de presentes hizo bulla. Len arqueó una de sus cejas con indiferencia y cambió su semblante a completa seriedad.
El resto de sus compañeros, al ver la escena, comenzaron a murmurar divertidos por el atrevimiento de la chica.
—Te he dicho que te levantes —habló con seriedad el joven rubio, tratando de mantener la compostura.
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Rotura.
ФанфикNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...