Un par de minutos después, Rei salió de la habitación del rubio ya un poco más tranquilo, aunque aún no negaba el hecho de estar sumamente molesto con él.
—Rei. —Escuchó su dulce voz. Inmediatamente alzó la vista y miró hacia el frente y un poco a la izquierda, IA lo miraba desde un par de pasos más adelante.
La niña lo miraba con angustia y cargaba su bolso rosa entre sus manos que mantenía frente sí. Rei recorrió su cuerpo con la mirada y de nuevo miró el suelo, IA por su parte suspiró y se acercó a él.
—Estás enfadado —aseguró agachándose un poco para buscar la mirada del joven, este tan solo se mordió el labio y desvió la vista. Se negaba rotundamente a cruzar miradas con ella—. Rei, debes tranquilizarte.
—No me pidas eso —espeto.
—Y tú no me hables así —ordenó inmediatamente. En seguida el joven encogió los hombros y agachó la cabeza.
—Lo siento. —IA volvió a suspirar ante su disculpa.
—Está bien —musitó con voz suave y, colgando el listón de su bolsita en su muñeca derecha, se dispuso a acariciar la espalda y cabello de su emparejado—. Solo procura calmarte.
—¿Cómo? —cuestionó—. Nos puso en peligro a todos; te puso en peligro a ti. Si alguien sospecha o si alguien se entera de que...
—Tranquilo —pidió la niña y tomó entre sus manos el rostro de él—. Vamos a estar bien.
Desde la distancia un guardia los miraba con recelo. Él no era nuevo en el centro pero sí en esa área, pues su trabajo era, antiguamente, resguardar las oficinas de comunicación. Él era uno de esos guardias veteranos que estaba al tanto de los planes que el gobierno se disponía a llevar a cabo dentro de unos días y, sobre todo, completamente consiente de sus responsabilidades respecto a los reclutados.
Y era muy simple. Él, ante cualquier signo de rebeldía ante alguno de ellos o un comportamiento no permitido, debía intervenir para reprimir, así como estar atento ante posibles movimientos de revuelta. Los chicos ya estaban siendo preparados y, estando a tan solo unos días de su salida, debían recordarles que debían seguir cada orden tal cual la recibieran o habría consecuencias.
Él era una de esas personas duras e indiferentes. Un rango más allá de lo que cualquier reclutado haya podido ver o experimentar. Cruel y ajeno a ellos, sin importarle una pizca la condición de cada uno.
—Ya verás cómo todo resultará bien —siguió IA peinando con delicadeza algunos mechones de cabello del azabache—. Nosotros hemos entrenado mucho y ya hemos salido antes juntos —recordó oara tratar de darle paz—. Sea como sea, nos protegeremos.
El guardia, al lograr escucharla levemente y con media sonrisa plasmada en el rostro, se acercó con total confianza a aquellos jóvenes y, encendiendo su arma, se paró frente a ellos.
—¿Puedo saber de qué están hablando, reclutados? —Ambos al voltear hacia el frente, sintieron una punzada en el pecho. El guardia se agachó y, con una mirada que te helaba la sangre, se acercó al rostro de la más bajita.
—De nada —respondió IA con rapidez pero con la voz temblando y un evidente terror emanando de cada poro de su cuerpo, lo cual no hizo sino reafirma la sospecha del guardia. Y es que ella específicamente poseía un miedo atroz a los hombres uniformados del centro.
—Con que nada... —soltó el guardia evidentemente inconforme con las respuesta—. ¿Y tú que me dices, eh? —preguntó esta vez dirigiendo su total atención a Rei.
—Nada. No hablamos de nada —respondió con voz gélida y dedicándola una mirada igual de potente. El guardia, al ver su reacción, inmediatamente borró su sonrisa y se enderezó, el semblante de Rei lo retaba y eso él no lo podía permitir.

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Rotura.
FanfictionNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...