Un último disparo que apenas logró detener y cayó al suelo de rodillas. Le faltaba el aire, estaba sudando, escuchaba su propio latir en sus oídos, su mirada se iba opacando y la desesperación se iba haciendo presente.
—Levántate, Len. —Escuchó que lo llamaban por el micrófono y él obedeció. Con el cuerpo pesado y algo de sangre brotando por su nariz, se levantó con dificultad.
Un sonido lo puso alerta. Alzó la vista al frente inmediatamente y reaccionó rápidamente para cubrirse con un campo de fuerza logrando desviar el ataque.
Escuchó algo detrás de él, de nuevo una flecha era lanzada, pero logró señalarla y detenerla.
No tenía tiempo ni de respirar, los ataques iban y venían desde todas las direcciones, uno por uno tan fuerte y letal.
Flechas desde sus costados, balines de acero desde todas sus direcciones, un cañón frente a él y la presión sobre sus muñecas que le impedía moverse con libertad. Cerró los ojos con fuerza al ver la bala del cañón dirigirse hacia él y trató de rodearse con un campo para protegerse.
Pero estaba demasiado agotado.
Un leve quejido por perder el aire fue lo único que pudo salir de sus labios al sentir aquel proyectil impactar contra su estómago con fuerza. Algo crujió dentro de él, seguramente una costilla rompiéndose.
—Ya basta —musitó Gumi con miedo al ver como Len caía al suelo abruptamente.
—Debe levantarse —susurró Yuma con angustia. Tenía una mano frente al cristal y miraba con pesar a su amigo en el suelo—. Debes levantarte.
Len terminó acostado sobre el suelo, jadeaba fuertemente y sentía cómo las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos. No era la primera vez que un proyectil lo alcanzaba durante la prueba y no era la primera vez que rogaba porque se detuvieran.
Estaba adolorido, estaba cansado y terriblemente asustado. Detrás de él escuchó como algo era cargado y se programaba para disparar, pero no, él ya no podía. No pudo levantarse.
—Ya basta —musitó Len arrastrando las palabras.
Los seis chicos sobrantes miraban con coraje y angustia como torturaban a su compañero, llenos de impotencia por no poder ayudarlo. Y no era porque no quisieran, más de una vez intentaron intervenir.
La primera vez fueron amenazados con ser víctimas de un sedante si no obedecían y se limitaban a mirar, pero al ver que eso no iba a detenerlos, decidieron amenazar a lo que querían proteger. Ahora el anillo de Len mantenía su luz encendida, listo para inyectarle la dosis letal si era necesario.
—Por favor, deténganse —suplicó Rin con voz rota. Miraba con atención al hombre frente al tablero que seguía tecleando, empeñado en llevar a Len a su límite—. Por favor, él ya no puede más.
—Tendrá que poder —respondió con apatía—. Len, levántate —ordenó con voz fría por el micrófono, pero el chico tan solo levantó su torso con ayuda de sus brazos y negó con la cabeza—. ¡Levántate!
Len soltó un quejido y se mordió el labio. Las lágrimas debido a la frustración ya brotaban de sus ojos y la voz del hombre resonó en su cabeza.
—Jamás volveré a agachar la mirada frente a nadie —recordó sus propias palabras.
Soltó un gruñido y se levantó con cuidado. Volteó de nuevo hacia la ventana y por esta miró a Rin, quien lo miraba con los ojos llenos de lágrimas. Len sonrió levemente y bajó la mirada.
—Ya no puedo —susurró—. ¡Ya basta!
—Hasta que vea esa rotura en tu ojo derecho —respondió Big y Len negó repetidas veces. Se tambaleaba levemente al no poder mantener el equilibrio correctamente y su cuerpo (a momentos), sufría leves espasmos—. Entonces será a nuestra manera.
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Rotura.
FanfictionNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...