X- Brazalete.

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—Arriba, mocosa —ordenó el joven de cabello rubio mirando como justo frente a él, la chica de ojos azules dormía profundamente—. Vamos, Rin, arriba. 

—No mamá, tengo frío —balbuceó entre sueños. Len resopló con fuerza y miró el techo con fastidio. 

Entonces divisó algo que reposaba sobre el escritorio de la chica y sonrió con malicia recordando lo dicho el día de ayer por ella misma. Así que, con total intención de aprovecharse de ello, con sigilo se acercó y se inclinó un poco hacia ella.

—Rin, mi niña, despierta —susurró con delicadeza y voz dulce al oído de la chica, mientras movía levemente su hombro para intentar despertarla. 

—No, no quiero —respondió negándose a abrir los ojos. 

—Anda, si lo haces te daré un poco de chocolate —Rin se dio la vuelta para cubrirse completa con las sábanas—. ¿No? ¿Qué tal un caramelo? ¿Algodón de azúcar, gelatina, bombones? ¡Ya sé, mentas! 

—¡Yo quiero todo! —gritó la chica con euforia sentándose de golpe en la cama, sin embargo, justo al lograr enderezarse por completo, su cara chocó contra algo. 

—¡Serás tan boba! —exclamó Len antes de soltar una fuerte carcajada. 

—¡Eres un tonto! ¡Me ha dolido mucho! —chilló Rin mientras sobaba su nariz y se reincorporaba para mirar al chico, quien se recargaba sobre la silla del escritorio aún riendo. 

—No seas tan llorona —dijo cesando su risa—. Anda, date un baño y cámbiate, tenemos mucho por hacer —avisó mientras dejaba sobre el escritorio el cuaderno de notas con el que recién la había golpeado. 

—¿Qué hora es? —preguntó levantándose con pereza y tallando su ojo derecho. 

—Seis quince —respondió antes de cerrar la puerta de la habitación, dejando a la chica dentro. 

—¡Eres un salvaje! —gritó con coraje; no podía creer que la despertara tan temprano.

 Aproximadamente treinta minutos después, la chica salió de su habitación para buscar al rubio. Traía puesta la misma ropa que se le había dado al llegar ya que no poseía nada más. 

Necesitaba ropa urgentemente.

—¿Len? —preguntó al aire mirando a ambos lados del pasillo. ¿Dónde debería buscarlo? 

—Aquí —vociferó el mencionado mientras, justo frente a ella, se abría una puerta con la ventanilla azul. Dentro de la habitación se encontraba Len, sentado en su cama. 

—¡Eres mi vecino! —exclamó la chica con sorpresa mientras el joven salía de su habitación; su rotura aún no desaparecía. 

—Pensé que era obvio, mi ventanilla tiene grabado mi nombre —respondió con obviedad mientras señalaba la ventanilla a su espalda.

—¡Es verdad! —respondió mirando la ventanilla.

"Len" tenía grabado con letras mayúsculas en color dorado. Entonces volteó emocionada a mirar su ventanilla para ver su nombre grabado, sin embargo, esta tenía grabado solo un: "42". 

Ella abrió los ojos desmesuradamente y con coraje. ¿Por qué su habitación no tenía también su nombre? Ella la quería con su nombre.

—Anda, necesitas ropa y un despertador. No voy a serlo yo toda tu vida aquí —dijo Len, comenzando a caminar. 

—¿Y qué haremos? —preguntó con curiosidad, caminando al lado del joven. 

—Hoy te mostraré tu horario y trataremos de sanar esa rotura —explicó mientras aceleraba el paso para dejar a la rubia atrás. 

Rotura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora