—Bien, Rin —decía el joven con la respiración agitada—. Creo que, habrá que intentar de otra manera —concluyó antes de dejarse caer al suelo.
—Te dije que no serviría intentar provocarle un paro cardíaco —comentó 27 mirando con diversión a ambos rubios tirados en el suelo.
—Sí, Len —intervino Miku—. La próxima vez no intentes lanzar tantos proyectiles a una chica que no ha practicado reflejos.
—No pueden decirme nada —recriminó el joven jadeando—. Ninguno la tocó.
Lo que Len había intentado en esa ocasión fue estimular a Rin. Se adentraron en una sala y la colocó contra una pared y, con ayuda de una máquina que programó, varias pelotas de tenis fueron proyectadas hacia ella.
Él lo hizo con el propósito de que la niña intentase detenerlos, agudizando sus sentidos y poniéndose alerta, disparando por consecuencia su adrenalina esperando que así algo pasara; sin embargo, lo único que Rin hizo fue chillar y correr asustada intentando alejarse lo máximo posible de las pelotas que se dirigían hacia ella desde varias direcciones, obligando a Len a correr por todos lados tras ella para detener él mismo los proyectiles para que no saliera lastimada.
Al ver a Len agacharse para posar sus manos sobre sus rodillas, Miku rodó los ojos divertida—: Aunque fuiste rápido y la cuidaste, pudiste haberte lastimado o no haber detenido alguno y lastimarla.
—¡Trataba de ponerla alerta! —replicó aún jadeando. 27 rió y negó con la cabeza mientras sonreía y ayudaba al joven a enderezarse; Miku se acercó a Rin para hacer lo mismo.
Rin le sonrió a Miku, quien le entregó una pequeña toalla para limpiarse el sudor de la frente. Len volteó para acercarse a Rin, pero antes de que pudiera pronunciar palabra, una estridente alarma lo interrumpió.
—Será mejor que lo intenten más tarde —aconsejó 27 mientras se encaminaba junto a Miku a la cafetería. Rin volteó a mirar a Len con súplica.
—Sí, claro. También tengo hambre —respondió y caminó frente a la chica.
Habían pasado ya seis días desde la plática en la habitación de Rin y durante ese tiempo, todos los días, Len despertaba a Rin a primera hora de la mañana y la llevaba a la sala de entrenamientos para intentar hacerla detonar.
Ambos rubios estaban agotados. Rin por el gran desgaste físico y mental que realizaba con cada intento de su guía y Len por ver como cada intento fallaba.
Ya había intentado de todo: asustarla, hacerla rabiar, ponerla en pruebas de combate, someterla a fuertes ejercicios e incluso intentar matarla de risa, pero nada, absolutamente nada funcionaba.
Ya era el noveno día y Len comenzaba a desesperarse.
Cerca de hora y media después se encontraban de nuevo en la sala de entrenamientos. Rin estaba sentada en el piso recargando su espalda en una de las patas de su mesa, Len se encontraba de pie leyendo su cuaderno de notas, pensando en qué más podría hacer para hacer detonar a la rubia.
—Len —llamó un señor dirigiéndose a él. Len inmediatamente se alarmó un poco y volteó a verlo.
—Esto no es bueno —pensó con preocupación.
—¿Cuál ha sido el avance? —preguntó con voz fría, mirándolo con superioridad.
—Aún... —susurró—. Aún no consigo que detone, señor —respondió con nervios mirando al hombre parado frente a él, el cual arqueó una ceja con desagrado y pasó a mirar a la chica que dormitaba sentada en el suelo.
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Rotura.
FanfictionNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...