XXXV- Tercera.

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Despertó automáticamente cerca de las ocho de la mañana. Miró con cuidado el techo de donde se encontraba y se movió un poco. 

Debía levantarse, debía asegurarse de que todos estuvieran bien, debía asearse y conseguir algo para comer, sin embargo, la enorme comodidad que sentía se lo impedía.

—Bueno, un par de minutos más —pensó volviéndose a acurrucar. 

—Rin. —Escuchó una ronca voz.

—¿Qué? —preguntó un poco molesta. 

—Hay que levantarnos y ver a los demás —dijo moviéndose levemente. 

—No —espetó—. Quiero dormir más —exigió acomodándose de nuevo—. Estoy muy cómoda —musitó cerrando los ojos de nuevo. 

—Está bien —contestó el rubio resignándose sin mucho esfuerzo. Bostezó una vez, pasó su brazo derecho por debajo de su cabeza y con su otro brazo acercó a la rubia más a él. Len se encontraba recostado boca arriba con Rin encima, su cabeza recostada en su pecho y las piernas de ella entrecruzadas con las suyas. Estaba terriblemente cómodo. 

Esa noche, los subordinados los hicieron acampar por parejas y frente a la costa, tan solo asegurándose de asentarse lo suficientemente lejos del mar para evitar que la marea los alcanzara cuando esta subiera por la madrugada. 

—¡Rin, Len, ayuda! —gritaron desde afuera. Inmediatamente ambos se enderezaron y abrieron rápidamente la casa de campaña.

—¿Qué pasa? —preguntaron al unísono. 

—Hora de levantarse. —Canturreó Yuma mirándolos con burla. Ambos rubios lo miraron con molestia y bufaron—. Las chicas se asean primero.

—¡Cul! ¡Devuélveme mi toalla! —gritó Fukase corriendo tras la susodicha. 

—¡Eres muy lento, 15! —respondió mientras corría con la toalla entre las manos. Fukase la seguía molesto por toda la playa. 

—¡21! —bramó el joven acelerando el paso. Fukase y el resto de chicos se estaban aseando en el mar cuando, en una distracción, 15 dejó su toalla para secar su cuerpo sobre una silla mientras terminaba de lavar su cabello; fue entonces cuando Cul la cogió.

Mientras tanto, los diez chicos restantes los miraban correr. La escena era divertida, la brisa era fresca y el mar hacía un ruido espectacular. Los diez estaban sumamente tranquilos. 

—Reclutados —habló un guardia—. A desayunar —ordenó mostrando el campamento tras él. 

Los chicos miraron una parrillada, brochetas de carne, bebidas y aperitivos. Rin se sintió incómoda al ver a los guardias sin sus uniformes y prácticamente vacacionando, al igual que los subordinados. 

—Parece que en verdad lo disfrutan —comentó Rei acercándose junto con Oliver y Yukari hacia las parrillas para tomar su desayuno. 

Rin asintió y volteó hacia el mar donde Len se encontraba lavando su cabello. Sonrió al verlo y tomó un segundo plato. 

—IA —nombró a la joven que se encontraba frente a las parrillas. Esta al escucharla volteó rápidamente a ver a la chica.

—Rin, ¿qué pasa? —preguntó mirando cómo la rubia tomaba un par de brochetas de carne.

—Necesitaré tu ayuda —dijo volteando a mirarla. IA se extrañó y arqueó una ceja. 

—¿Para qué? 

—Hoy es nuestro último día aquí y quiero entrenar con Len —explicó—. ¿Me ayudarás? Creo que eres la indicada por tu paciencia y amabilidad. 

Rotura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora