Ya habían pasado dos días desde que Len había aparecido por el ascensor, y en todo ese tiempo no se había acercado en lo más mínimo a la rubia. En realidad ni él, ni Miku, ni 27 le habían dirigido la más mínima palabra.
Eran ahora las seis de la tarde y Rin no hacía más que estar boca arriba sobre su cama; estaba aburrida y preocupada. Aburrida por no tener nada que hacer o con quien hablar, y preocupada por la extraña actitud de su guía y sus compañeros.
—Quizá hice algo que los molestara —susurró mirando el techo—. Pudo haber sido lo del abrazo de Len, o quizá la vez de su juego de hockey.
Suspiró con cansancio y se levantó de su cama para dirigirse a su baño. Como aún no sabía dónde estaba la lavandería o si quiera si había una, se veía en la necesidad de lavar su ropa en su baño.
—Rin, ¿dónde estás? —Escuchó una voz fuera del baño. Inmediatamente corrió hacia afuera para ver al dueño de aquella voz y se alegró al verlo. Ahí estaba Len, parado en medio de su cuarto.
—Deberías dejar de entrar así a mi habitación, Len —comentó mirando la rotura presente en el ojo izquierdo del muchacho—. Un día podrías entrar mientras me estoy cambiando.
—Pues tampoco habría mucho que ver —respondió con indiferencia, arqueando una ceja e inspeccionando a la chica de arriba a abajo. Rin abrió los ojos con sorpresa por el comentario y sus mejillas se coloraron levemente.
—¡Idiota! —chilló con vergüenza.
—Tenemos que hablar —ordenó con su cotidiano y frío tono de voz. Por la seriedad en su rostro, Rin dejó todo juego de lado y lo miró con inquietud.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupada.
—Debo hacer detonar tu rotura. —Rin abrió los ojos desmesuradamente y retrocedió un par de pasos.
—¿Qué? —musitó con temor. No estaba preparada, no se sentía con la suficiente confianza en sí misma para poder lograr aquello y peor, le inquietaba el no saber cómo sería ese proceso.
—Sabes que tarde o temprano tendría que pasar.
—No. No quiero —expresó con la voz temblorosa. Len intentó acercarse un poco, pero ella inmediatamente retrocedió.
No quería enfrentar aquello, no quería detonar. Sabía perfectamente que para eso estaba en aquel lugar y que de alguna manera era su única responsabilidad el hacerlo; ella sabía que era algo que tenía la obligación de hacer, sin embargo, prefería mirar hacia otro lado y evitar aquello a toda costa.
Además de que temía por su propia seguridad y salud, ya que cierta parte de ella le decía y que era una persona completamente normal que no presentaría ninguna habilidad.
—Vamos, ni siquiera es tan malo como parece —replicó Len con fastidio, en un vano y patético intento de calmar a la rubia.
Rin por su parte escuchó sus palabras, y aunque trató con todas sus fuerzas creerle al rubio, su mente no podía dejarla tranquila. Estaba confundida, atemorizada y tenía muchas dudas.
—¿Cómo puedes asegurarlo? —cuestionó Rin y las lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Por un momento iba a doblegarse, pero no pudo ignorar el temor—. ¿Puedes asegurar que no sufriré?
—De hecho... —balbuceó Len desviando la mirada. Mierda, no había manera de asegurar eso y él lo sabía perfectamente.
—¡No puedes! —acusó Rin con recelo y las lágrimas ahora escurrían por sus mejillas. Len suspiró con cansancio y rodó los ojos.
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Rotura.
FanficNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...