—Te dije que habría bajas.
—Las bajas y las fugas no son lo mismo.
Lentamente comenzaba a ser consciente, siendo esto lo único que alcanzaba a distinguir y entender con algo de claridad.
—¿Qué está pasando? —pensó confundido abriendo lentamente los ojos. Los párpados le pesaban y se sentía mareado.
—Como sea, ¿cuántos tenemos?
—Más de la mitad, seguro.
Escuchaba aquellas voces con un extraño eco y su mirada borrosa fue aclarándose lentamente mientras parpadeaba. Se sentía débil, su cuerpo entero pesaba y tenía extrañas dificultades para respirar.
—¿De qué hablan? —murmuró volteando a su derecha, logrando distinguir las figuras de un par de guardias que resguardaban la entrada.
Miró a su alrededor y pudo reconocer un consultorio médico; él estaba recostado sobre una camilla y, al intentar moverse, se dio cuenta de que se hallaba esposado de ambas manos a los barandales de metal que se hallaban a sus costados.
—Vaya, al fin despertaste —comentó uno de los guardias, quien volteó al escuchar el ruido del metal de las esposas chocando con los barandales.
—¿Dormiste bien? —preguntó con ironía su acompañante, cruzándose de brazos.
Len, al entender que no podría levantarse, tan solo resopló levemente y se recostó de nuevo.
Todo era confuso para él; no podía recordar casi nada de lo último que había vivido y, pese a tener escasos recuerdos de toda la situación, eran demasiado ambiguos y no hacían nada más que confundirlo.
—No entiendo nada —susurró mirando el blanco techo arriba de él.
—Si fuera tú, intentaría hacerlo lo más pronto posible —dijo el guardia que resguardaba la entrada por el lado derecho.
Al escucharlo el rubio giró su cabeza para poder mirarlos.
—Big pronto querrá verte; y estoy seguro que no está nada feliz contigo —siguió el de la izquierda—. Te dejó vivir, pero no esperes que fuera sin un precio.
Después de terminar de escucharlo, el rubio frunció el ceño confundido y tan solo se limitó a regresar su vista al techo.
Se sentía desorientado. Extrañamente estaba tranquilo, no podía pensar con claridad y tampoco podía preocuparse por ello; sentía sus músculos completamente relajados y al mismo tiempo torpes; ni siquiera podía moverse correctamente.
Cerró los ojos por un momento y respiró hondamente intentando recordar lo último que había vivido, pero solo había una mancha negra presente en su mente.
De pronto, para terminar de aturdirlo, comenzó a sonar una peculiar alarma que lo hizo abrir los ojos de golpe y mirar a su costado alarmado. El ruido fue tan estridente que le ayudó a redimirse, y pese a que su cuerpo permanecía levemente adormilado, su mente por fin había reaccionado.
—Rin —recordó angustiado e intentó levantarse lo más rápido posible.
Al intentarlo y ver que las esposas ajustadas no se lo permitían por su posición, comenzó a removerse e hizo aparecer su rotura, dándose cuenta en ese momento que tenía una intravenosa inyectada en el dorso derecho de su mano.
Sin pensarlo mucho se arrancó la aguja con su telequinesis y comenzó a intentar retirarse las esposas.
—¡Ey! ¿Qué haces? —cuestionó uno de los guardias y ambos corrieron hacia el rubio.
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Rotura.
FanfictionNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...