LIX- Len.

343 47 57
                                    

Conforme corría un muy mal presentimiento comenzó a inundarla; poco a poco sus piernas comenzaron a pesar y una muy profunda angustia nubló su mente. 

—Len —pensó con culpa y cerró los ojos con fuerza. 

Ni ella misma podía concebir en su mente el hecho de haber abandonado de semejante manera a su emparejado. No podía creer que de verdad había sido más fuerte su impulso de temor y en verdad había corrido en busca de sus padres; no podía creer las llamas que rodeaban su hogar que lograba divisar al fin y tampoco podía creer que, pese al estruendo que comenzaba a escucharse detrás de ella en la dirección de la que venía, seguía corriendo alejándose más y más. 

—Perdón —susurró temerosa y miró la puerta de su hogar en llamas—. Volveré pronto —dijo parándose frente a la entrada de su casa. 

Miró todo su hogar abrazarse poco a poco y en seguida su corazón se estrujó, pese a que ella no lo notó pues, había manejado tanta angustia y miedo desde hace días, que comenzaba a normalizarse la sensación en su sistema. 

Respiró hondamente y extendió sus manos frente a su hogar, exhaló lentamente y creó una esfera de aire rodeándolo con el propósito de, como había hecho antes, encapsular el lugar y absorber el oxígeno para apagar el incendio; pero justo cuando estaba a punto de hacerlo se detuvo. 

Analizándolo bien corría el riesgo de que (si sus padres se hallaban dentro aún), podría asfixiarlos, así que bramó molesta y, sin detenerse a pensarlo para que el miedo no la envolviera de nuevo, se adentró a su genuino hogar. 

—¡Papá, mamá! 

Al entrar miró con angustia toda la sala de estar comenzar a llenarse de humo; las llamas no envolvían aún la planta baja y aún podía divisar levemente lo que pasaba, y eso era suficiente para ella. Se rodeó a sí misma en un cápsula de viento para evitar intoxicarse con el humo e inmediatamente corrió por toda la planta baja. 

En la sala de estar no pudo encontrar nada; no había rastros de que hubiese sucedido algún accidente o siquiera forcejeo, todo estaba intacto tal cual lo recordaba y, pese a que no supo si era debido al mismo incendio o por abandono, todo tenía una fina capa de polvo. Cuando fue a la cocina la historia era la misma y esto la preocupó más. 

Así que, temerosa de que sus padres se encontraran arriba (donde parecía ser el origen del fuego), corrió hacia arriba por las escaleras de madera, las cuales crujían de manera extraña y comenzaban a debilitarse por el calor. 

Al llegar arriba su latir cesó un par de segundos al ver todo la planta alta envuelta en llamas y humo, el cual era ya tan denso que le impedía por completo la visión. Se mordió el labio y tragó duro el temor que había en su garganta para correr directamente a la habitación de sus padres. 

Al avanzar por el pasillo se dio cuenta que trozos del techo comenzaban a derrumbarse y caían dentro del hogar en llamas, ayudando a expandir el fuego e impidiendo más su vista; pero determinada logró llegar a la habitación de sus padres y abrió la puerta. 

En ese momento sus pupilas y piel entera se vieron iluminadas por el fuerte fulgor de las llamas que habían dominado por completo aquella habitación. Sin poder evitarlo gruesas lágrimas se acumularon en sus ojos y, desesperada, intentó avanzar entre el fuego, pero no pudo hacer mucho. 

Debido al denso humo y el calor, su cápsula de aire comenzaba a contaminarse por no encontrar una fuente pura de viento, bloqueándole la vista y comenzando a inhalar el humo haciéndola toser; además de empezar a sentir el fuerte calor amenazándola. 

Iba a quemarse si no salía de ahí pronto. 

A ciegas logró llegar a una pared del costado de su hogar y, tosiendo, le pegó un fuerte  puñetazo a esta para romperla y permitir un poco el paso del aire exterior. Al hacerlo el fuego se alborotó por un leve tiempo, pero ella ya estaba más aliviada de obtener un poco de aire fresco. 

Rotura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora