XLIX- Plaza Roja.

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A pesar de que la algarabía envolviera por completo su ambiente externo, el ensordecedor ruido de la preocupación los sumergía en un frío y desolador entorno que contaminaba su aire. Aunque estuviesen rodeados de felicidad y emoción, la penumbra se reflejaba en sus ojos, la resignación pesaba en sus hombros y el miedo pululaba por todos sus cuerpos.

Ninguno podía decir nada pues su voz se cortaba al entender que, cualquier comentario, chiste, ruido o palabra sería en vano. Nada de lo que dijeran o intentaran podría aminorar el ambiente tan cargado de tensión que arrebataba su oxígeno y ensordecía sus sentidos, presionando con fuerza su pecho y sus pulmones, impidiéndoles respirar correctamente y provocando que de sus poros la desesperación floreciera inevitablemente.

Todos se miraban entre sí, los chicos admiraban con detenimiento los ojos de sus compañeros, analizando sus gestos y tratando de mostrarles su mejor cara para intentar tranquilizarse entre todos, aunque supieran perfectamente que los nervios carcomían hasta la última de sus células o hasta la cutícula de sus uñas.

Rin miró un momento a Gachapoid que se encontraba frente a ella y sonrió levemente al notar que este jugaba torpemente con sus pies. Sus pulcros botines de un negro impecable se movían de manera circular sobre la punta de su pie, primero el derecho y luego el izquierdo, delatando así su nerviosismo y manchando levemente de la suciedad en la acera aquel negro perfecto.

Y Rin no lo culpaba, ella se sentía exactamente igual.

—¿Qué hora es? —preguntó IA en un jadeo, llamando la atención de todos.

Ante su pregunta los seis se miraron entre sí una vez más y guardaron completo silencio, volteando a mirar a la par al líder de su equipo que se hallaba frente a todos dándoles la espalda. Len miraba atentamente a las líderes del equipo tres y dos tratando de comunicarse; ellas y su equipo se encontraban aproximadamente diez metros más lejos de ellos, cada uno en su respectivo lado respetando su formación.

—Quince minutos y serán las cuatro —respondió el rubio sin siquiera voltear.

—Gracias —dijo IA.

—¿Sabemos algo? —preguntó Rei, acercándose a su líder y decidido a romper con la fastidiosa carga del ambiente tan pesado que los envolvía.

—No. —Len resopló resignado, apartando la vista de las líderes de los equipos frente a ellos y volviendo la mirada a su compañero—. No detectan movimiento y tampoco he recibido ningún mensaje de los chicos.

—Ya han pasado veinte minutos —señaló Anon—. ¿Pudo haber pasado algo?

—Nada relevante sin que 23 se hubiese enterado —contestó el rubio.

—¿Por qué lo llamas por su número? —inquirió Rin, curiosa al ser esto algo poco común entre ellos.

—¿Es una broma? —cuestionó Gachapoid incrédulo. Rin frunció el ceño por su respuesta y, al mirar a su equipo, se extrañó más al notar que todos la miraban de la misma manera, todos excepto Len.

—En situaciones así jamás debes decir nuestros nombres —explicó Len mirándola con seriedad—. Aunque sea poco probable encontrarnos con alguien que comparta nuestro idioma, por nuestra seguridad nunca debes decir el nombre de nadie directamente.

—Está bien —soltó un poco incómoda y bajó la mirada un poco desanimada.

No importaba qué tanto lo quisiera negar o cuánto hubiese intentado mejorar para estar a la altura de sus compañeros, simplemente Rin no tenía el mismo nivel de entendimiento ni entrenamiento que sus compañeros para afrontar estas situaciones y esto la ponía en desventaja.

Rotura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora