Su paso había disminuido conforme pasaron los minutos; cada uno miraba atentamente sus pies al caminar y admiraban como poco a poco, detrás de ellos, la urbe iba desapareciendo a paso lento.
El líder del equipo miraba atentamente al frente para tratar de ubicarse, aliviándose al divisar a lo lejos la entrada turística del bosque y al mismo tiempo la gran ausencia de personas. El paisaje sumamente verde y fresco traía paz al equipo entero, que no hacía más que agradecer haber dejado el espantoso y caótico ruido de las personas atrás.
Una vez que bajaron del subterráneo, se vieron obligados a caminar unos cuantos minutos para poder llegar al bosque y alejarse por completo de la ciudad. Para su desgracia, por su camino se toparon con cientos de personas que comentaban lo sucedido y a su vez, parecía que todas las pantallas de la ciudad transmitían el atentado en la plaza roja.
Esto los hizo sentirse presionados, por lo cual aceleraron el paso e incluso cubrieron sus rostros por temor a ser reconocidos.
—Tenemos que deshacernos pronto de esta maldita ropa —pensó Gachapoid mirando al frente la caseta que permitía el acceso al bosque.
—Eres tú o ellos, eso es todo lo que debes recordar —pensaba Rin con angustia, completamente ausente al resto del entorno que los envolvía.
—Bien, llegamos —anunció Len y detuvo su paso.
El resto del equipo paró en seco y miraron al frente, sorprendiéndose un poco de la nula actividad que se hacía ver en el bosque y la total falta de personas en sus alrededores.
Len frunció levemente el ceño y se acercó hasta la caseta de vigilancia para verificar que no hubiera nadie, pero para su desgracia esto no fue así.
Una vez sus cabellos se asomaron en la ventanilla, un hombre alto y uniformado salió por la puerta de la pequeña cabina y encaró inmediatamente al rubio. Su equipo retrocedió un par de pasos y miraron seriamente al guardia que resguardaba el lugar.
—Queremos entrar —sentenció el rubio sin dar paso a titubeos o siquiera haber preguntando.
—Espero que no nos dificulte las cosas —comentó IA en el grupo de su equipo, quienes miraban un poco apartados la escena de su líder.
Rin inmediatamente miró a la chica y al resto de su equipo, alarmándose un poco al ver que se mantenían en una posición de alerta y no despegaban la vista del guardia frente a Len.
Pasó un minuto en el que Len y el guardia de la caseta no hicieron más que mirarse. Por un momento Len pensó en decir otra cosa e incluso se fastidió al pensar que el sujeto seguramente no conocía el idioma universal y por eso no le contestaba, pero justo cuando iba a ordenar seguir su camino ignorando al hombre, este habló:
—¿Qué están haciendo ustedes aquí? —preguntó y Len pudo traducir fácilmente—. ¿Acaso no saben todo lo que está pasando?
El guardia avanzó un par de pasos y Len retrocedió mirándolo atentamente, indicándole a su equipo no moverse con una simple señal de mano. Rin contuvo un poco la respiración al poder mirar con mayor claridad a quien resguardaba la zona.
Era un hombre alto, robusto y con evidente musculatura. Su cabello no se dejaba ver pues portaba una gorra de camuflaje en su cabeza que hacía juego con el resto de su uniforme militar; poseía unas grandes botas negras con cordones bien amarrados; un cinturón el cual sostenía lo que parecía ser una metralleta y un semblante rígido.
Rin tragó duro en ese momento, nerviosa y asustándose un poco de la imponente imagen frente a ella. Debía admitirlo, Len frente a semejante hombre parecía un pequeño niño indefenso, que no podría defenderse si el militar intentaba hacer algo contra él.
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Rotura.
FanfictionNuestras mentes y cuerpos son, sin duda alguna, un misterio. Nunca previmos cómo ni cuándo, pero sin esperarlo, esto pasó. Estos niños son diferentes, son poderosos, son inmaduros y no saben controlarse. Afortunadamente nos hemos dado cuenta de esto...