SEIS

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Me había propuesto no permitir que Goku tomara de nuevo su lugar como mi esposo. Sus ausencias habían abierto una herida cada vez más dolorosa, año con año, día con día, mes con mes. Y ahora que la vida parecía estar brindándome algunas emociones nuevas, no deseaba arruinarlo.
Pero el ambiente que se había creado en la que antaño fue nuestra habitación, no estaba ayudando. Y tampoco lo hacían, la desnudez y el miembro erecto de Goku.
Cuando posó su mano sobre mi sexo, humedecí de inmediato, antes si quiera que él, empezar a juguetear con mi clítoris.
Los movimientos eran lentos, circulares y algunas veces se convertían en pulsaciones de uno de sus dedos sobre mi inflamado órgano.
Las caricias en ese sitio se sentían tan bien, que era imposible no desesperar inclusive cuando se detenía antes de presionar de nuevo sobre mi "pequeño botón de placer".
Mis pezones estaban erectos pero aun ocultos bajo la toalla.
Me aferraba a ella como el último recurso para no encamarme con él. Ya que, si lo hacía, sabía que me arrepentiría después.
Aun así, estaba sintiendo tanto placer, que me era difícil no perder la cabeza con lo que me encontraba viviendo.
Mi cuerpo empezó a contraerse con cada estimulación y la lengua de Goku, invadió mi boca cuando mis piernas provocaron que llegara casi al suelo a causa de mis repetidas sacudidas corporales.
Y fue una de estas mismas, quienes hicieron que dejara caer la toalla al suelo sin poderlo evitar.
Mi cuerpo desnudo quedó entonces expuesto ante él.
Lo vi llevar sus ojos directamente a mi vagina y sin dar aviso previo, hundió la cabeza entre mis piernas, para arremeter con la totalidad de su lengua, mi sexo.
Atacó nuevamente mi clítoris, jugueteando y succionándolo con sus labios. Lo que provoco que me cubriera la boca con una mano para no gemir de tal manera que mis hijos pudieran escuchar lo que estaba pasando en la habitación de sus padres.
Aunque ellos ya no eran unos niños pequeños, para mi continuaban siendo mis bebés, y por está razón, no quería que tuvieran una imagen incorrecta de su madre aunque se tratara de asuntos de alcoba que todas las parejas vivían.
Aun con la cabeza centrada en "esa" zona de mi cuerpo, Goku me levantó con suavidad del suelo usando ambos brazos y me deposito en la cama con delicadeza.
Seguía tan prendado de mi sexo y disfrutando tanto de él, que mis piernas habían empezado a doler debido al estado de tensión que su juego me hacía experimentar.
Sentía el calor corriéndome por todo el cuerpo, pero aquello era apenas el comienzo.
El deleite era tan intenso que me olvide de mis objetivos iniciales y utilizando ambas manos, abrí mi sexo en su totalidad para él.
Cuando nuestras miradas coincidieron, pude darme cuenta de que sus ojos adquirían un nuevo brillo y en el instante, pasó su lengua tan despacio entre los labios de mi vagina que, ahora no pude evitar soltar un pequeño grito complacido.
Como si aquello le hubiera que era momento de cambiar, abandonó esa zona de mi cuerpo y subió hasta mis senos.
Luego de contemplarlos unos segundos, abrió la boca y cubrió uno de ellos. Para luego empezar a chupar mis pezones de arriba a abajo lentamente.
Sin poder evitarlo, empujé su cabeza acordé a sus movimientos para que no se le ocurriera parar y al instante, cambió la manera en que gozaba de ellos.
Ahora me provocaba una sensación similar a la de estar amamantando y aquello me avergonzó en extremo, pero lo disfrutaba tanto que no quería que terminara.
Acto seguido, pasó a repetir el procedimiento con mi segundo pezón sin dejar de apretar y acariciar el otro.
Me estaba haciendo tocar el cielo, me estaba haciendo sentir tan vulgar, que me asustaba.
Lo siguiente en ser envuelto por la dicha del acto, fue mi cuello. Siendo besado de maneras distintas una y otra vez.
Bajo su cuerpo, podía observar su virilidad.
Estaba tan firme...y... ¡oh! Cuando rozaba con la piel de mis piernas se sentía tan dura...
De pronto, como si hubiera adivinado lo sucio de mis pensamientos, me aferró por la cintura e hizo que me sentara en aquella cama, y sin esperar una orden por su parte, introduje su miembro en mi boca, que salivaba sin control a causa del antojo que me había provocado contemplarlo.
Recorrí aquel órgano con delicadeza, envolviéndolo hábilmente con mi lengua y disfrutando segundo a segundo, la dureza de aquella virilidad que mantenía a mi cavidad bucal enviciada.
Mis manos hicieron contacto con sus gruesas piernas, sintiendo como se tensaban cada vez que saboreaba su miembro de diferente manera. Pero al parecer, no quería terminar en ese sitio de mi, por qué colocó dos de sus dedos sobre mi pecho y me empujó con suavidad para volver a quedar acostada en la cama, mirándole.
El momento había llegado.
Lo supe cuando su cuerpo se enderezó sobre el mío y sin dejar de mirarme, introdujo su miembro entre mi sexo, que ya estaba preparado y lo invitaba a entrar desde hace mucho, recibiéndolo con las piernas completamente abiertas.
Un leve gruñido se dejó escuchar desde su garganta y luego comenzaron las gloriosas embestidas.
Delicadas al principio, pero bruscas después.
Era tan satisfactorio.
Su sudor cubría mi lujurioso cuerpo mientras mis senos se convertían de nuevo, en el juguete preferido de sus manos.
Tenía los ojos cerrados para disfrutar mejor, aquel momento que había decidido regalarme, pero de pronto, sus fuertes brazos dieron la vuelta completa a mi cuerpo, colocándolo boca abajo.
De manera instantánea, supe lo que quería lograr, así que expuse en mayor medida el trasero.
Su miembro lo llenó de inmediato provocándome tanto dolor como placer.
Fue tan intenso que debí ahogar mis gritos, hundiendo la cara en el colchón.
El sonido de su parte intima, entrando y saliendo de mí, llenó por completo mi ser y sentí una excitación tal, que mi zona íntima comenzó a escurrir de nuevo.
Las embestidas se hicieron cada vez más enérgicas hasta que un gemido lanzado por él, me indicó que había terminado, así que giré el cuerpo acomodándome de nuevo boca arriba. Pero fue entonces, que me percaté de que me había equivocado.
Pues su sexo, seguía tan erecto como antes.
Separándome las piernas con brusquedad, introdujo su miembro por segunda vez en mi intimidad. Embistiendo tan fuerte que ya no fui capaz de guardar silencio.
Estaba gozando de aquel momento tanto, que deseé que no acabara jamás.
-¡Oh! - grité, cuando el placer fue tanto que mi cuerpo empezó a contraerse con violencia.
-Estoy, por acabar, Milk - anunció de pronto - y...quiero...que me hagas padre una tercera vez.
Aquella declaración me sacó del hipnotismo sexual en el que estaba hundida y de inmediato me alejé del cuerpo de mi marido.
Justo en el momento en que rompía la unión entre su cuerpo y el mío, aquel liquido blanco cayó sobre la sabana que cubría el colchón.
Yo no quería ser madre de nuevo.
No quería otro hijo al que criar sola.
Mi reacción impresionó demasiado a Goku, que se quedó mirándome estupefacto, sin poder creer lo que había hecho apenas hace unos segundos.
-Entiendo – dijo él de pronto.
-Lo siento, Goku – contesté – pero no quiero que una nueva criatura crezca con un padre que la mayoría del tiempo está ausente y que en su lugar, envía a un namekusei cuya fama pasada es terrible, para que haga un trabajo que te corresponde.
Tampoco tengo deseos de que se convierta en un peleador y de que tenga que arriesgar su vida por salvar la de otros seres.
Sé que tú y tus hijos disfrutan de la batalla pero yo, siempre quise conducirlos de otra manera.
Aunque esa era parte de la verdad, también era cierto que faltaba otra parte.
Otra, cuyo motivo era distinto.
Goku se alejó entonces de su mujer, y ahora fue él, quien cerró la puerta tras de sí, para refugiarse en el baño.
Encendió el agua de la regadera mientras pensaba en una situación que despertaba cada vez más sus sospechas.
Milk no solo no había utilizado ninguno de los atuendos sensuales con él, sino que ahora se oponía a dar vida a un pequeño Son, cuando tiempo antes, deseaba muchos hijos.
Además, aunque no se lo había mencionado, se había percatado de que Milk aferraba su toalla de baño como si tuviera miedo de lo que estaba a punto de pasar, como si Goku fuera un desconocido para ella, que estuviera violentándola.
En el fondo, Son Goku sabía que Milk le ocultaba algo, pero no estaba seguro de querer saber de qué se trataba.
Milk se levantó de la cama, se colocó una pijama y volvió a meterse al lecho para dormir.

RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora