CAPITULO TRES (SEGUNDA TEMPORADA)

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Costó mucho trabajo que Milk asimilara la posibilidad de estar embarazada. Eso era algo que aunque sabía que podía suceder alguna vez, no lo imaginaba aconteciendo con Raditz.

Él no era el tipo de hombre que quisiera ser padre.

¿Que demonios había pasado entonces?

Tal vez no había logrado reaccionar a tiempo o quizá -y rogaba al cielo porque este pensamiento fuera cierto - en su borrachera, ella no había registrado el momento en el que él terminó fuera de su cuerpo.

Tomó ondas respiraciones antes de ponerse de pie y dirigirse de nuevo al baño para lavarse la cara. Tenía que borrar cualquier rastro de llanto que pudiera haberle marcado la cara.

De ahora en adelante, frente a Raditz no aparecería luciendo frágil, asustada o triste; No se permitiría ser débil.

Una vez dentro del baño se lavó el rostro con abundante agua y jabón y repitió la acción de verse en el espejo. Esperaba que sus ojos no se vieran irritados.

Por suerte, no notaba evidencia de la desesperación que había sentido hacia solo unos minutos.

De pronto sus ojos comenzaron a pasearse por el lugar, buscando algún producto que pudiera utilizar para su embellecimiento, pero recordó que lo que necesitaba podría estar en la segunda de sus habitaciones.

No se había dado el tiempo de examinar uno a uno los cajones del tocador debido a la repentina aparición de Raditz.

-Bien - dijo abandonando el baño - vamos a ver qué puedo encontrar.

Tenía que admitir que la entusiasmaba tener un segundo espacio para ella sola y además, tener un mueble cuyo contenido aún no había explorado.

Alegre por primera vez desde que había llegado, Milk ingresó a la habitación contigua a su dormitorio y se apresuró a abrir los cajones del tocador.

Fue entonces cuando su rostro se transformó en una mueca de decepción.

Solo uno de los cajones estaba ocupado y el contenido de este era un cepillo para el cabello.

-Jum - se quejó - era de esperarse que algo así pasara.

Se alisó el pelo aprovechando el accesorio y dio media vuelta para abandonar ambas habitaciones.

-¿Que creias que podrías obtener de un saiyajin? Esos hombres solo son buenos para hacer destrozos - se reprochó a sí misma.

Al abrir la puerta y salir de su habitación, dos guardias le impidieron el paso uniendo sus armas.

-A dónde cree que va, señora - habló uno de ellos.

Milk apretó los puños, frustrada.

-Raditz me espera en su habitación, imbécil. En lugar de perder el tiempo haciéndome cuestionamientos idiotas, llevame hasta los aposentos de tu señor.

El hombre la miró con visible enojo.

-¿Què? - inquirió ella - desde cuando la servidumbre se atreve a dirigirse de ese modo a sus amos.

-La única autoridad que obedezco es la de Raditz - aclaró el hombre en tono amenazante.

Milk estuvo a punto de levantar la mano para propinarle una bofetada a aquel sujeto pero se contuvo y respondió:

-Estás hablando con la mujer de tu señor.

-Aun así. Usted no es a quien debo obediencia y es mejor que cierre el pico antes de que me olvide de que es Raditz quien la ha traído y le rompa el cuello.

RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora