Ya con más decepción que enojo, Goku había decidido regresar al único lugar que – por el momento – podría llegar a considerar un hogar.
La casa de Lazuli.
Sin embargo no contaba con que – en su camino – se encontraría con Pikkoro.
Aunque los cuerpos estaban aún distantes, Goku pudo percatarse de la manera en que su amigo lo miraba.
Si había algo que Goku sabía muy bien, era que Pikkoro había ganado sabiduría desde el momento en que se fusionó con Kami sama, así que no le resultaría raro que la criatura conociera ya, la situación actual de su matrimonio.
Probablemente – pensó Goku – su rostro tuviera una expresión que denotara todo su dolor y supo que no se equivocaba cuando el ser de piel verde, detuvo su ruta en los cielos para hacerle una pregunta en concreto.
-¿A donde te diriges, Goku? – el tono de voz característico de quien alguna fue su enemigo, era de por sí oscuro. Pero en esta ocasión, sonaba severo.
-Necesito estar solo, Pikkoro. Por favor discúlpame.
Una vez que dio respuesta al cuestionamiento de su amigo, Goku continuó su camino por los cielos. Pero poco había avanzado, cuando el antes mencionado se interpuso en su camino.
-Sé que no tienes ganas de hablar. Pero a veces es muy necesario.
Si meditas las cosas tu solo, o si por el contrario no las meditas. Puedes llegar a dar pasos de los que te arrepientas después.
-A estas alturas no creo arrepentirme de nada.
-Puede que por tu mujer no. Pero ¿por tus hijos?
¿Dónde quedan tus hijos en esto, Goku?
-Buscaré el momento preciso para hacerles entender la situación entre su madre y yo.
-En eso estoy de acuerdo por completo. Eres su padre y tu revelaras lo que sucede en el momento que consideres es correcto, eso si Milk no lo hace antes.
¿Qué es lo que sabes Pikkoro? - inquirió Goku.
-No necesito saber algo para darme cuenta de que algo anda mal entre ustedes. A fin de cuentas esa era la problemática que deseabas arreglar.
Por ahora creo que no necesitas hablar del tema. Pero cuando lo consideres necesario, recuerda que tienes amigos.
Goku sintió que los músculos le temblaban al recordar lo que había visto en casa.
En otro tiempo, su mujer no hubiera dejado entrar a Raditz jamás.
El hecho de que le hubiera abierto las puertas de su hogar, obviaba que algo estaba pasando.
El guerrero dudó un momento en sí era buena idea comentar con el namekusei, la totalidad de la situación que lo aquejaba.
Por algún motivo no deseaba que todos lo supieran. Y no porque creyera que Pikkoro era alguien en quien no podía confiar. De haber sido así, no le hubiese dejado crecer y enseñar a sus hijos, era mas bien porque se sentía dolido hasta lo profundo de su ser.
- Esta bien - dijo al fin - voy a contarte.
Las rosas que conseguí para Milk no dieron resultado. Por el contrario, después de recibirlas ella se encontró con Raditz en un hotel. Si te preguntas como es que lo sé, fue porque me fingí dormido y la seguí. Pero al parecer, estando en el hotel y dentro de la habitación con él, algo sucedió y Milk estaba forcejeando con mi hermano, pues él estaba violentándola.
Aunque descubrir aquello me hizo sentir un enojo de proporciones desmedidas contra la madre de mis hijos, no me atreví a dejarla sola. Asi que le saqué a Raditz de encima y la llevé de vuelta a casa.
Ella se confesó arrepentida y dijo que se había dado cuenta del error cometido. Dijo que había estar en esa situación, le había hecho darse cuenta de que aun me amaba.
El habla de Goku se detuvo de pronto y Pikkoro observó al guerrero, llevarse la mano derecha a la parte superior de la nariz al tiempo que fruncía el entrecejo.
Era notable que aquello resultaba ser un gran dolor para él. Pero aquella historia había causado una fuerte impresión en el namekusei, ya que siempre pensaron que no había mujer más enamorada de su marido que Milk.
Sin atreverse a comentar nada, Pikkoro observó a Goku abrir la boca de nuevo.
La historia seguía .
Y a juzgar por la tensión en los músculos del rostro de Goku, nada agradable había sucedido.
-Yo no sé nada de mujeres Pikkoro. Tú lo sabes bien.
Pero decidí darle otra oportunidad a Milk, culpándome nuevamente de que ella hubiera podido inclinarse a engañarme a causa de la soledad. Por esa razón busqué a la florista; La chica se ofreció a ayudarme en cualquier caso en el que yo necesitara ser asesorado. Así que acudí a la florería para encontrarme con ella.
Cuando llegué su turno había terminado asi que me ofreció escucharme en su hogar.
Acepté porque necesitaba ayuda de un modo desesperado.
Me sirvió té e incluso me prestó su cuarto de baño para darme una ducha pero en cuanto salí la encontré desnuda y me pidió que la hiciera mujer.
Esta vez el rostro de Pikkoro se desencajó a causa de la sorpresa.
-¡¿Qué diceeeeees?! - gritó.
Los ojos de Goku se abrieron como platos debido a la reacción inesperada de su amigo, lo había asustado.
-Y tu...Goku - habló el sujeto verde de nuevo - tu... ¿qué hiciste?
-Nada - contestó el guerrero - salí de su hogar y le dije que yo arreglaría mis problemas solo.
-¿Y ahora, sigues manteniendo la misma postura? - inquirió Pikkoro.
-No - respondió Goku con total seguridad.
-Entonces ahora ibas a verte con ella ¿no es así?
Goku asintió.
-Voy a verla.
-¿Estás seguro de que ya no te importa lo que piense Milk?
Aquella pregunta empezaba a convertirse en algo desagradable para Son Goku. Pues ya él sabía que a Milk no le importaba y no encontraba falta alguna en intentar hacer feliz a otra persona.
Lazuli no parecía ser una mala mujer. Por el contrario, se había mostrado comprensiva y hasta cierto punto noble ante el rechazo.
Pero aunque las cosas no fueran así, Goku solo deseaba desahogar y dejar descansar malos sentimientos en el cuerpo de otra persona.
Tal vez - si algo sucedía entre ellos - sucedería solo por deseo. Pero tampoco estaba ausente la posibilidad de que ese deseo pudiera convertirse en amor.
Después de todo, Lazuli había quedado prendada de él, desde el momento en que lo miró por primera ocasión.
El hecho de toparse con Pikkoro y de que este quisiera - a todas luces - hacerlo reflexionar, no significaba nada para Goku. O al menos no en aquel momento.
-Sé que mis hijos entenderán las decisiones que sus padres han tomado. Y si a Milk le importan los muchachos tanto como a mí, al menos en este aspecto trabajaremos juntos.
-¿Tu cederás si ella te manifiesta su deseo de hacer una vida con Raditz?
- Esa es una pregunta difícil. Pero me importa la felicidad de Milk. Por eso es que he decidido dejar de intentar recuperar algo que tal vez hace mucho dejó de pertenecerme.
Bueno Pikkoro, si eso es todo, me retiro.
-Espero que al menos quieras vernos pronto.
-Claro - contesto Goku sonriendo como siempre - en cuanto pueda los encontraré en el templo de Kami-sama.
Dichas estas palabras, Pikkoro no tuvo más remedio que quedarse en su sitio, mirando como Goku se alejaba.
Le provocaba tristeza no haber sido capaz de frenar las intenciones de su amigo.
Esto le hizo saber el gran dolor que el saiyajin estaba experimentado.
Era triste ver como el amor hacia caer al hombre que tantas veces había sido capaz de salvar la tierra. Era triste ver como las cuestiones sentimentales estaban derribándolo aunque se esforzaba por mantener la sonrisa de siempre.
En un principio, Pikkoro pensó en reunir a los chicos para hacer de su conocimiento la difícil situación por la que Goku estaba atravesando. Tal vez entre todos podían ayudar a que la situación- de quienes alguna vez fueron un matrimonio – mejorara, aun si estaban separados. Pero Goku había expresado con toda claridad que no deseaba hacer público lo que pasaba.
Pikkoro meditó durante un rato.
Era mejor hacer caso al pedido de Goku.
Una vez decidido a callar, Pikkoro continúo avanzando en dirección al templo de Kami sama.
Haber puesto punto final a la charla con el sujeto que se había encargado de adiestrar a sus hijos para el combate, supuso una confusión en las emociones del Saiyajin, ya que por una parte sabía que no estaba haciendo bien en no escuchar sus consejos, pero por lado, le aliviaba el hecho de no tener que seguir hablando del tema.
Lo que se encontraba viviendo debía ser enterrado en silencio y justo ahora estaba dando el primer paso para cortar el flujo de aquel tormento.
Narra Milk.
Aunque estoy empezando a pensar que he perdido la cabeza, mis emociones han vuelto a vivir.
Sentir la adrenalina por mentirle a Goku, por no hacerle saber lo que en realidad sentía con respecto a Raditz, me hacía estar casi segura de que mi juventud estaba teniendo una segunda etapa.
Cuando Goku se marchó, dejándome sola, me di cuenta de que no me interesaba conocer a donde se dirigía. Seguramente iba con esos amigos suyos que desde siempre habían significado su vida, al igual que el combate.
Ahora debía estar muy feliz. Porque ya no tendría una esposa que estuviera presionándolo para ser un padre normal como los de todas las familias que he conocido. Ahora podría pasarse los días metido en el número de templos que quisiera, derrotar y morir a causa de cuentos enemigos quisiera enfrentar.
Mis hijos tendrían que entenderlo.
Mis hijos tendrían que captar que su padre continuaba siendo su padre. Pero que nuestro matrimonio ya no era el mismo y que tal vez pronto, ya no existiría alguna cosa física que nos uniera.
El que Gohan fuera ya mayor, me daba una ventaja. Porque él podría explicar y ayudar a Goten a entender todo el proceso que yo solo deseaba olvidar.
Sabía que podría contar con mi hijo mayor porque sucediera lo que sucediera, yo continuaba siendo su madre.
Por el momento tendría que ir poco a poco, ya que tampoco estaba segura de que Raditz fuera a volver para un segundo encuentro. Tenía que esperar y pensar en si lo mejor era mudarme ya a casa de mi padre o si mantenerme aquí, en esta casa que solo me traía recuerdos de algo que ya no sería más.
A decir verdad, no entendía el por qué había vuelto a sentirme tan insensible cuando vi a Goku llegar a casa.
Me puse nerviosa sí. Pero en ningún momento sentí dolor o culpa por lastimarle.
Reconocía que estaba en proceso de convertirme en una persona diferente en toda la extensión de la palabra.
Ahora deseaba cambiar mi look y empezar a recordar mi entrenamiento en las artes marciales que había dejado dormir desde que terminé mis prácticas con mi hijo pequeño.
En cuanto Goku se marchó de la vivienda, Lazuli perdió el deseo sexual de manera automática y ahora solo se veía en aquella cama, a una mujer llena de tristeza.
Podía haber salido de casa al mismo tiempo que Goku. Podía haberse ido a pasear y pensar a un parque cercano o inclusive podía ponerse a llorar en un sitio que le resultara menos sombrío que su solitario hogar.
Se arrepentía de haber terminado tan temprano su trabajo en la florería.
Se arrepentía de haberse levantado aquel día y de que los acontecimientos tuvieran lugar, del modo en el que sucedieron.
Pero tenderse en esa cama era lo que necesitaba al menos por ahora.
Se puso a pensar en por qué no había nacido ella en el lugar de Milk. En por qué la vida era tan cruel como para haber designado al hombre de su vida, a los brazos de otra mujer.
De pronto su habitación se había vuelto gélida y sus pensamientos oscuros.
Ojala Goku hubiese sido otro tipo de hombre. Uno que se atreviera a renunciar a los brazos de su esposa de vez en cuando para entregarse a un calor diferente. En el que quizá pudiera descubrir su verdadero sitio. Pero de nada valía desear ese tipo de cosas.
La mayoría de los deseos no se cumplían.
Mucho menos los de esa índole.
Cuando estaba casi a punto de llegar al hogar de Lazuli, Goku se detuvo a pensar en si debía comprarle algún detalle como disculpa. Pero unos segundos bastaron para que descartara la idea por completo.
Si su interés por la rubia era meramente sexual. Entonces no le crearía ilusiones que no correspondían.
Si con el tiempo sus sentimientos cambiaban, entonces podría empezar a llevarle detalles o alguna cosa de ese tipo.
Por el momento solo necesitaba que otro cuerpo le diera descanso y le hiciera olvidar sus tristezas con placer.
-Lazuli – pronunció , al tiempo que tocaba la puerta de la vivienda de la joven.
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RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020
FanfictionMilk había sido durante años una esposa amorosa y ejemplar. Sin embargo los largos periodos de ausencia a los que su marido la sometía, terminan por hacerle ver una realidad que jamás había contemplado antes; La idea de que nunca la había querido, s...