ONCE.

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(CONTENIDO ADULTO)
Lazuli se había mantenido trabajando arduamente.
Los clientes no dejaban de llegar, cosa que resultaba extraña ya que desde hacía un tiempo, la gente parecía haberse olvidado de obsequiar flores. Pero al parecer, aquella temporada había terminado y ahora tenía las manos cansadas de pasarse el dia elaborando ramos.
Los pies le dolían a consecuencia de llevar ya largo rato caminando de adentro hacia afuera de la tienda repetidas veces. Por lo que agradecía el hecho de que su turno se encontrara próximo a culminar.
Pese a que ya habían pasado algunos días, Lazuli seguía recordando al hombre que llegó a comprar flores para regalar a su esposa.
A decir verdad, le producía cierta congoja que aquel individuo no la hubiera buscado para cualquier cuestión. Pero era lógico.
Si era un hombre casado ¿Por qué razón la buscaría?
Tenía que confesar que en sus años de vida, no se había topado con un hombre tan atractivo como aquel. Además reflejaba cierta inocencia y era un hombre muy amable.
Aunque enseguida pensó que los hombres podían fingir con facilidad, rasgos de carácter que no poseían solo para agradarle a las mujeres. Pero – siendo honesta – no le hubiera molestado para nada que su comportamiento resultara una farsa.
Aun hombre así de guapo, cualquier cosa se le perdonaba.
¿Qué clase de problema habría tenido con su mujer, como para enfadarla?
¿Infidelidad tal vez? Seguramente.
Si hombres que no poseían ni la mitad de su guapura, podían conquistar mujeres por montón, un hombre como él, podría quizá llenar una mansión con todas las chicas que conseguiría.
Pensando en estas cosas, se dispuso a atender a su último cliente antes de marcar su salida y que la chica que entraba, cubriera su lugar.
Una vez dejando todo el inventario en orden, la rubia salió del local, dispuesta a caminar hacia su casa.
No le quedaba demasiado cerca del negocio en el que trabajaba pero aquella semana no había encontrado tiempo para ejercitar, e ir andando a casa, compensaría su falta de actividad física.
Había caminado apenas unos pasos, cuando la silueta del hombre en el que había estado pensando a lo largo del día, apareció entre la gente.
Alegre por volver a verlo, la gente se quedó de pie, mirando cómo se dirigía a ella.
El corazón le dio un vuelco y el estómago empezó a cosquillearle. Pero a medida que el varón se iba acercando, ella notó algo que la preocupo.
La ropa del individuo estaba rota, se veía sucio y presentaba heridas en la piel.
Sin poder evitarlo, ella avanzó hacia él.
-Hola – saludo Goku con alegría, nada preocupado por las heridas que presentaba – necesito tu ayuda de nuevo, espero no te moleste.
-No, no, no – contestó ella nerviosa – si hay algo en lo que pueda ayudarlo, lo haré con gusto. Nunca dude de eso.
-Eres una chica muy gentil, Lazuli – dijo Goku, volviendo a mirar el gafete que la chica portaba en un costado del pecho.
La rubia sintió un calor que le subía hasta las mejillas y rogó al cielo que no se le notara nada.
-Vera señor... – Goku – completó el, recordándole su nombre.
-Eso es, señor Goku.
Acabo de terminar mi turno en la florería y ahora me dirijo a casa, ¿Le molestaría si habláramos ahí?
-No. En absoluto.
-Y de paso, si no le parece incorrecto, me tomaré la libertad de curarle esas heridas.
Son Goku, debió mirarse el cuerpo una vez, debido a que no recordaba las heridas en su cuerpo. Estaba tan acostumbrado al entrenamiento que el dolor y el escozor ya habían dejado de ser síntomas presentes cuando se lastimaba.
-¿Qué le ha pasado? – Inquirió ella – se ha hecho mucho daño.
Goku sonrió apenado, colocando una de sus manos tras la cabeza y se preparó para darle alguna explicación creíble.
Caminaron hasta una señalización en donde la chica consiguió parar un transporte para llegar más rápido a casa.
En el camino, Lazuli pudo notar en Goku – quien por cierto permanecía en silencio – una tristeza profunda. Y aunque deseaba saber que estaba sucediendo, decidió esperar hasta estar a solas.
El hogar de la joven contaba con dos niveles y resultaba acogedor una vez estando dentro.
-Siéntase como en su casa – dijo dándole la bienvenida e invitándolo a pasar.
Él agradeció y avanzó por el hogar mirando cada detalle.
La joven tenía gusto por la decoración e inclusive había pensado en tomar clases en la materia mientras conservaba el empleo en la florería pero al llegar a casa luego de la jornada de trabajo, se sentía demasiado cansada como para pensar en estudiar, razón por la que declinó la idea. Pero el no poder estudiar diseño de interiores, no le permitía no darse el gusto de plasmar su esencia en su hogar.
-Tu vivienda es muy bonita – escuchó decir a Goku.
-¿De veras lo cree? – contestó ella con alegría desde la cocina.
Que un hombre como aquel elogiará su hogar, era para ella, un acontecimiento gigante.
Mientras se daba a la tarea de preparar el té, agradeció el hecho de comprar siempre galletas de calidad para los invitados.
De otro modo, no hubiera tenido nada que ofrecerle a un invitado tan especial.
Goku esperaba en silencio, sentado en un cómodo sofá individual.
Para cuando Lazuli apareció de nuevo ante él, puso un plato con galletas finas y una taza de té caliente.
-Gracias.
-No se preocupe, espero que las disfrute.
Una vez dicho esto, la joven pasó a ocupar su lugar en uno de los muebles.
Seguramente el señor Goku tendría mucho que contarle.
-Lamento que hayas tenido que cargar conmigo hasta tu casa.
-Pierda cuidado con eso. Fui yo quien le ofreció ayuda ¿recuerda?
-Sí, así es, pero aun así... - lazuli lo interrumpió antes de que pudiera terminar la frase.
-¿Sucede algo, señor?
-Milk – empezó diciendo él – mi esposa...
Aquel era un tema difícil de tocar para el guerrero, porque cada vez que lo recordaba, le dolía el corazón y algo parecía quebrarse en las profundidades de su ser.
-Seguí a mi esposa hasta un hotel.
-Oh – susurró Lazuli, en voz apenas audible.
-Ella...la descubrí con otro hombre.
Los ojos de la rubia se abrieron como platos pero su boca parecía haber sido sellada de repente. Sintiéndose incapaz de responder consejo o consuelo alguno.
-Su esposa... - atinó a decir al fin - ¿le había comunicado alguna vez si se sentía incomoda con usted o si el amor empezaba a estar en crisis?
Ante la pregunta, Goku apretó la mandíbula.
No estaba seguro de querer seguir tocando el tema.
Notando su incomodidad Lazuli, lanzó una sugerencia, de la que se arrepintió más pronto que tarde.
-Me parece prudente que tome un baño. Eso podría contribuir a relajarlo y darle menor peso a la situación.
-¿Eh? – dijo Goku sorprendido - ¿estas segura?
Aunque la vergüenza empezaba a dominar a la rubia, ella contestó de manera afirmativa con la cabeza.
-¡Ya veo! - vociferó Goku entusiasmado – entonces ¿podrías decirme donde está el baño por favor?
-Con gusto – respondió ella, levantándose del sillón con presteza – sígame.
El cuarto de baño se encontraba en la segunda planta, por lo que ambos debieron empezar su ascenso por las escaleras.
-¿Vives sola? – preguntó Goku, rompiendo el silencio.
-Así es – contestó ella, dándose la vuelta para sonreírle.
-Vaya – fue la respuesta del guerrero.
-Vivir sola no es tan difícil como se piensa – comenzó diciendo ella – la mayoría de la gente lo cree. Pero si se aprende a disfrutar la soledad, el asunto cambia por completo.
"Disfrutar la soledad".
Aquella frase golpeó en Goku.
Una vez que conoció a Milk, todo en su realidad cambio, y ahora que las cosas en la tierra se encontraban en calma, había llegado con una idea distinta a la de tiempos anteriores.
Sin embargo – al parecer – ahora era su mujer quien había elegido estar sin él; Había aprendido a vivir sin él.
Lazuli seguía hablando, manteniéndose siempre un escalón arriba de Goku.
Cuando llegaron al cuarto de baño, Lazuli agradeció mantener su hogar limpio dentro de lo posible y de que gran parte del tiempo, no se encontrara en casa. Pues el baño aún se veía reluciente.
La joven abrió la puerta del cuarto de baño para su visitante y luego de haberle explicado que el agua caliente salía presionando cierto botón en la regadera, se dio prisa en salir.
Caminó unos cuantos pasos y entonces recordó que no le había proporcionado manta alguna para cuando terminara de ducharse. Razón por la cual, cogió una toalla y abrió la puerta del baño sin avisar.
La toalla tembló entre sus manos, estando a punto de caer al suelo.
Su rostro enrojeció como un tomate pero ni así conseguía apartar la vista del cuerpo desnudo de Goku.
Los ojos se habían centrado en una parte en específico.
Su miembro.
Las palabras se le hicieron agua en la boca un par de veces antes de lograr articular palabra.
-Lo siento – se disculpó, apartando la vista de golpe y dejando la toalla sobre la tapa del retrete.
La puerta se azotó mientras Goku accionaba sin ningún problema, la regadera.
Sintiendo como el corazón latía mas rápido de lo normal, Lazuli trataba de borrar la imagen escultural de aquel hombre. Sin duda alguna era irresistible vestido, pero desnudo, cruzaba las fronteras de la perfección.
Si tan solo pudiera besarlo una sola vez.
Las mejillas de la joven habían empezado a encenderse de nuevo y el cuerpo entero empezaba a quemarle.
El arrebatador deseo que consumía su ser en aquel instante, la obligó a dirigirse a su habitación, despojándose de todas las piezas de ropa que cubrían su cuerpo.
Se acostó en el lecho, tocando su cuerpo con suavidad, acariciándose mientras imaginaba que era Goku quien lo hacía. Empezó a tocar su caliente sexo mientras abría las piernas, cada vez un poco más.
La puerta se abrió de golpe.
-Lazuli – se escuchó decir a Goku – sucede que no sé cuál es el...
El guerrero permaneció mirándola, pasmado.
Dominada por su deseo, Lazuli hizo una petición.
-Por favor Goku, hágame suya, al menos una vez.

RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora