RELATO CORTO DE GOKU Y MILK (CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO, SEGUNDA TEMPORADA)

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Luego de aquella extraña visita a la casa de Milk, Lazuli se había encerrado en la vivienda que compartía con Krilin para no salir en mucho tiempo. Se pasaba los días prestando atención a medias a las películas que se emitían por el televisor, mirando el cielo por las ventanas con la esperanza de librarse de su presente o maquinando una idea con la que pudiera de una vez por todas, deshacerse del hijo que esperaba.
El sol entraba por la ventana bañandole la cara aquella mañana y el cielo se mostraba más azul que nunca. Prometía ser un gran día. Pero hacia mucho tiempo que ella había dejado de tener días positivos.
Miró hacia la pared con fastidio, imaginando a Krilin de pie ahí, prestando atención al crecimiento de su vientre;  Gesto que ella detestaba.
No comprendia como aquel varón de baja estatura podía esperar con ilusión a una criatura que no sería amada por su madre.
Respiró añorando su vida en tiempos pasados. Sus épocas doradas.
Se dejó caer boca arriba y con los ojos cerrados sobre el colchón. Tardó poco tiempo en comenzar a recordar sus tiempos de juventud, sus amoríos de adolescente y de ya no tan adolescente. Ahí, se encontró con la remembranza de un amor, un joven de negros y largos cabellos, ojos celestes, alto y popular. Alguien que en aquel entonces había hecho que su corazón palpitara con la misma intensidad con la que en el presente, palpitaba por Goku.
Su amor por ese chico no había ido más allá de unos cuantos besos y salidas, pues ella terminó dejandolo por miedo a que terminara siendo abandonada primero. Desde que aquel romance terminó, el joven se convirtió en un amorío que se aferró en sepultar pero ahora de pronto volvía.
Se esforzó por recordar su nombre, su número de teléfono o algo con que pudiera ubicarlo. Hasta que un rayo de luz le fue brindado.
El número diecisiete del equipo de fútbol de la universidad, mejor amigo de quien fuera su mejor amiga a partir de haber ingresado a dicha institución y con quien aun mantenia contacto.
Sin pensarlo dos veces, sacó su teléfono celular del bolsillo de su holgado pantalón y llamó a la mujer.
Del otro lado de la bocina se escucharon tres timbrazos antes de que una voz dulce respondiera.
-Launch - Lazuli pronunció, más a modo de pregunta que de saludo.
-Lazuli - recibió como respuesta - que alegría escuchar tu voz.
¿Como has estado?
-No quiero asustarte pero no me encuentro muy bien.
-¿Qué?
¿Por qué, que sucede?
-Escucha, estoy embarazada. El padre de mi bebé me ha dejado, lo que me ha llevado a caer en una profunda depresión. Entonces mientras tenía un ataque de llanto, estuve recordando y... ¿aún mantienes contacto con el "diecisiete"?
Esa forma de referirse a él, se debia a una clave, que ellas usaban en tiempos de universidad para referirse a aquel joven.
-Por supuesto querida.
¿Necesitas algo de él?
-¿Sabes en qué negocios está metido últimamente?
-En asuntos no muy buenos según sé.
Se dedica a la venta de alcohol clandestino y creo que a veces le pagan por hacer viajes. No estoy tan bien informada.
-Entiendo - contestó Lazuli torciendo el gesto - ¿podrías pasarme su contacto?
-Con gusto. Si necesitas hacer alguna clase de trato con él, dile que vas de mi parte. Pero tengo que advertirte, ten mucho cuidado con lo que le dices.
-Agradezco que me sirvas de guía en esto.
-Oye... ¿tus intenciones son de índole romántica? Lo digo porque de ser así, yo podría prepararte un poco el terreno.
-Eso es algo que tendré de ver en cuanto él me diga si puede ayudarme con lo que necesito. Pero no te preocupes, te mantendré informada de cómo van caminando las cosas.
-Esa voz me agrada chica - dijo la amiga con entusiasmo - ¿Tienes donde anotar?
-Dame un segundo. Voy por papel y lápiz.
Una vez obtenido el número de contacto, Lazuli se despidió de Launch con calidez, dándole las gracias por aquel favor y colgó. Para sin perder tiempo, contactar al joven.
Krilin se encontraba en el trabajo, por lo que ella podía hablar con libertad.
-Hola "diecisiete" es probable que no te acuerdes de mi. Mi nombre es Lazuli y soy amiga de Launch, fuimos juntas a la universidad.
-¿Lazuli? ¡Hola! Desde luego que me acuerdo de ti.
Anduvimos por un tiempo hasta que me cortaste.
Ella soltó una risita incomoda antes de admitir aquella declaración.
-Cuéntame - la instó él - ¿Qué ha sido de ti?
-Bueno, mi vida no ha sido muy buena que digamos.
Ahora estoy embarazada y el padre de mi hijo me ha dejado.
-Uy. Situación grave, chica.
-Así es. El asunto es que no quiero que mi hijo nazca ¿entiendes?
-Sí. Pero ¿yo que tengo que ver en ese asunto?
Digo, no me lo tomes a mal pero es un poco raro que me busques precisamente ahora.
La rubia no tenía tiempo que perder, así que decidió ser directa.
-Tengo la esperanza de que tú tengas algún contacto que pueda ayudarme a eliminar este "desperfecto" que crece en mi cuerpo. Es obvio que si conoces a alguien que pueda hacerse cargo de mi problema, te pagaré una buena cantidad por ayudarme.
Del otro lado del teléfono se escuchó un silbido.
-Bueno guapa, ya que lo pones así... puedo llevarte a una clínica en donde tengo a alguien que hará la tarea que pides. No está muy lejos de la ciudad pero tampoco tan cerca. Y antes de que me contestes que aceptas, necesito que sepas que yo no me haré responsable de ninguna forma de lo que pueda sucederte ahí dentro, yo solo te llevo y lo demás, es bajo tu propio riesgo.
De hecho tengo que asegurarme de que no me vincules de ninguna forma con este proceso.
Tu entiendes.
-No te preocupes - ella contestó con tedio - quiero a alguien que me saque de este lío, no a un padre para mi hijo. Así que puedes estar tranquilo. Me estás haciendo un favor y yo sé pagar favores.
-Muy bien, es un placer hacer negocios contigo, muñeca. Pero ahora tienes que decirme cuando y donde paso a recogerte para conducir te hasta tu nueva vida.
"Nueva vida."
La frase fue para la joven como un corriente de energía que reanimó su ser.
-¿Puedes venir ahora mismo? Te daré la dirección.
-Reina, dame un minuto.
Busco donde anotar.
-Sí.
Se hizo el silencio por unos segundos hasta que diesiciete volvió a la línea.
-Ahora sí.
La fémina dictó la dirección de la casa en donde vivia, al tiempo que sacaba sus maletas y las colocaba sobre la cama para ir llenandolas con la ropa que Krilin recién había guardado en su armario.
-Date prisa. Te recojo en una hora.
Haré la cita con mi amigo el médico para que puedas pasar de inmediato cuando llegues.
-Claro, nos vemos.
La llamada finalizó con estas palabras y ella se dio prisa en empacar todas sus pertenencias además de contactarse con Krilin por teléfono para estafarlo una vez más.
-He pensado - comenzó diciendo con voz llorosa - que tienes razón con que debería pensar en nuestro futuro como familia, así que decidí volcarme en hacer compras para el bebé.
Ya sabes, tendría que ser ropa unisex. Porque todavía no conocemos si será niño o niña.
Aunque le pareció un poco precipitado, Krilin estaba feliz por su mujer, porque ella era eso; Su mujer.
-Pero - pronunció ella con voz infantil -  no tengo dinero suficiente. Sabes que me quedé sin trabajo y...
-Busca en el cajón de al lado de tu guardarropa. En el primero de los cajones al fondo, hay una buena cantidad de dinero que puedes utilizar a tu antojo.
La mujer casi brincó de alegría y no tuvo remordimiento alguno cuando se apoderó de los billetes y los metió a la bolsa de su chaqueta después de ducharse.
Una vez que estuvo lista solo le quedó esperar, pegada a la ventana como tantas veces había hecho, deseando su libertad. Solo que ahora por fin se haría realidad.
Supo que era momento de partir cuando un coche negro de estilo deportivo, aparcó frente a su casa.
Tomó las maletas y lanzó un gritito cuando estuvo fuera de aquel lugar infernal.
El hombre la recibió levantando la mano sin salir del auto, llevaba lentes negros puestos y el cabello como antaño lo tenía. De hecho no parecía haber envejecido; Continuaba siendo guapo.
Ella devolvió el saludo y montó en el vehículo con una gran sonrisa.
El motor encendió e inició también una platica entre ambos para hacer el camino al hospital más ameno.
-Entonces te enamoraste como una loca de alguien que no te correspondió - concluyó él.
Lazuli asintió.
-Digamos que por ese hombre alcancé mi punto de máxima estupidez. Y aquí me ves, con un problema mayor que ya no soporto.
-Si ese hombre hubiera sido yo, las cosas serían diferentes - bromeó él, echándose a reír.
-Hasta donde recuerdo odiabas a los niños.
¿Eso ha cambiado?
-No linda. Sigo siendo el mismo.
-Eso lo supe desde la llamada.
-Convivimos poco tiempo pero me conociste bien.
-Al menos contigo no me equivoqué.
Se hizo un silencio incómodo por algunos minutos, en el que la rubia se percató de que su compañero conducía a exceso de velocidad. Pero daba igual, si se morían de cualquier forma, nada habría salido mal.
-¿No te da miedo? - preguntó él después de un rato.
-¿El  que?
-Morir en medio del procedimiento.
Ella soltó una carcajada.
-Bueno, si no me da miedo viajar con un tipo que conduce a exceso de velocidad, tampoco tiene por qué abrumarme morir en un aborto.
-Tienes agallas chica. Y respecto a mi forma de conducir, vamos cortos de tiempo, yo también estoy arriesgando mi vida.
-Si murieramos podríamos pasar por una pareja suicida.
-No me va bien el estilo depresivo.
-A mi tampoco hombre. Solo fue algo que pensé.
El resto del trayecto en carretera lo hicieron sin charlar pero con música.
Cosa que hizo sentir a ambos, que volvían a sus años mozos.
Llegaron a la clínica casi dando la hora y el ex jugador de fútbol de la universidad, aceptó pasar para saludar a su amigo y mirar el proceso de lejos.
-Si muero - le hizo saber ella -  la paga de ambos está en el bolsillo de mi chaqueta.
Espero le den un buen aspecto a mi cuerpo. No quiero ser un cadáver que repugne a quien me mire.
Los hombres en la sala médica rieron y asintieron a modo de promesa.
-Vas a quitarte las prendas que tienes encima y en su lugar te pondrás esta bata -  fue una de las indicaciones que recibió.
El médico se tomó el tiempo de examinar su embarazo. De comprobar el estado de avance que este manifestaba.
-Vas a tomarte esto - le comunicó como segunda orden.
La muchacha dudó un poco, porque según sus investigaciones, la extracción del producto no necesitaba de beberse nada. Pero la noticia más inesperada vino después.
Ella centró la vista en la pantalla.
-¿Conocías el sexo de tu bebé? - inquirió el médico.
-No.
-Pues es una niña.
Esta noticia provocó que el corazón de la rubia se encogiera pero no dijo nada al respecto.
-Ahora te aplicaré la anestesia y enseguida procederé a extraer  el producto.
Fue en aquel punto en el que la fémina pareció impresionarse.
-Espere un momento - pronunció.
-¿Algún problema?
-Es solo que... ¿No existe otra posibilidad?
El profesional pareció perder la paciencia.
-¿Qué clase de mujer trajiste? - preguntó molesto.
-Estaba muy segura de venir - le contestó diecisiete.
-Les pasa a todas - el pseudoprofesional contestó y respiró profundo - podemos apresurar tu parto y  vender al niño. Esto nos dejará con dinero a todos.
Todos ganamos.
-Les pago por el procedimiento.
Apresuren el parto y entreguenla a su padre.
El doctor apretó el puño y diesiciete intervino para llegar a un acuerdo.
-Esto tendría un costo más alto - le advirtió a Lazuli.
-Cuenta la cantidad que hay en la chaqueta.
El hombre hizo lo que se le mandó. Eran los ahorros de ella y de Krilin juntos.
El muchacho asintió.
-Es posible.
Lazuli hizo entonces otra petición.
Proporcionó el número de celular de Krilin y dio instrucciones.
-Por favor llamale en cuanto sea posible llevarse a la niña.
A mi, sacame de aquí antes de que le des aviso. Por favor.
Diecisiete no estaba seguro de acceder a esa petición. Pero los recuerdos en común con ella, lo hicieron tocarse el corazón.
-Esta bien - le aseguro - haré lo que dices.
Lazuli sintió un piquete en el brazo.
Enseguida sus ojos se cerraron.
El médico inició el procedimiento de mala gana.








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