RELATO CORTO DE GOKU Y MILK (SEGUNDA TEMPORADA, CAPITULO DIEZ)

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Aunque hubiera querido conciliar el sueño durante el viaje de regreso a la tierra, Milk no fue capaz de pegar los ojos ni por un momento a pesar de que todo lo que se veía por la única ventana de la nave eran penumbras.

Su mente no había parado de trabajar desde el momento en que se encontró ocupando su sitio en la nave.

Le pareció desagradable tener que viajar junto a Raditz. Pero por suerte el saiyajin había caído dormido varios minutos después de iniciar el viaje. De hecho, había sido recomendación de él que intentara dormir, solo que no su manera de decírselo no fue amable.

-En mi opinión deberías tratar de descansar ahora que puedes, porque estoy seguro de que llegando a la tierra no serás capaz de dormir de nuevo.

En respuesta Milk se había echado a reír ruidosamente.

-Me parece que te estas equivocando – dijo la fémina con seguridad – quien debería aprovechar para dormir, eres tú.

Porque estoy segura de que cuando Goku se enteré de que serás su vecino, tendrás que cuidarte la espalda todo el tiempo.

-Lo dudo querida – fue la contestación de Raditz – tengo todo un ejército de hombres encargados de mi seguridad y también de la tuya.

No quiero dejarte el camino libre para que cometas una estupidez.

Por lo demás no me preocupo. No soy yo quien tiene a un marido y a unos hijos que la detestan y que encima ahora tendrá que ver al nuevo amor de Kakaroto siendo feliz con él todos los días.

Pobre mujer ¿no? – se burló.

Dicho esto soltó una carcajada que pronto se tornó amarga.

Por su parte Milk agradeció que nada dentro de la nave fuera visible, porque las palabras de Raditz habían conseguido que frunciera los labios con evidente dolor.

Luego de un momento en silencio, ella agregó:

-No sé por quién sentirme más apenada, si por la mujer que mencionas o por ti, que continuas pensando que mis hijos y mi marido me importan todavía.

-Ustedes los humanos son muy sentimentales. No importa lo que digas, una madre no puede dejar de querer a sus hijos.

Inmediatamente después de decir esto, Raditz deseó no haber hablado. Ni si quiera tenía idea de que porque se había expresado de ese modo y tampoco de porque lo había hecho con tanta seguridad.

Quizá fuera porqué – aunque nunca lo revelaría a nadie – a veces solía tener ciertos recuerdos del afecto de su madre hacía él.

-¿Ahora resulta que conoces las emociones humanas? O será que ¿estas volviéndote sensible? – devolvió Milk mofándose.

-Cuida tus palabras – respondió Raditz en tono sombrío.

Aquella amenaza fue lo último que la fémina escuchó por parte del hermano de su marido.

No tenía idea de porque había decidido quedarse en silencio y estuvo tentada a provocarlo de nuevo con alguna frase que pudiera herir su orgullo pero se decantó por dejar las cosas como estaban.

Lo que Milk no sabía era que justo en aquel instante, Raditz se había quedado dormido. Sin embargo fue el primero en advertir que la nave se había detenido y el primero en bajar de ella.

El viaje se había completado de madrugada y la hija de Ox Satan sintió un subidón de adrenalina al saberse de nuevo en el planeta tierra.

Bastó con que Raditz le diera la mano para ayudarla a salir, para darse cuenta de que esa era la señal que ponía en marcha el plan.

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