RELATO CORTO DE GOKU Y MILK (SEGUNDA TEMPORADA, CAPITULO VEINTISIETE)

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Cuando Raditz dio muerte a aquel hombre, Milk no solo se alegró sino que tambien supo que era en aquel punto donde comenzaba su verdadera lucha.

La enfermera que se encontraba tras Raditz - la misma que había gritado como si se le fuera la vida en ello – terminó por desmayarse. Entre tanto el único guardia que quedaba rogaba en silencio por no morir, aunque conservar la vida le sonaba a cuento cuando esta dependía de alguien tan cruel como su señor. Sin embargo, mientras no sintiera un dolor agudo en cualquier parte del cuerpo, estaba obligado a continuar la vigilancia.

-¿Sabías de esto? – preguntó Raditz a su subordinado, la voz oscurecida por la rabia.

Su interlocutor quiso contestar pero de su garganta no brotó sonido alguno.

-Te daré una segunda oportunidad –habló el saiyajin misericordioso – ¿Sabías que tu compañero estaba acostándose con esa mujer?

-No señor, lo dejé entrar porque alguien necesitaba escuchar el mensaje que aquella mujer tenía para usted.

-¿Se te ocurre que hubieran podido escuchar lo que tenía que decir sin cruzar esta puerta?

-No queríamos arriesgarnos a que la señora gritara algo que pudiera envolverlo en el escandalo cuando apareciera por aquí; La raza humana es muy molesta y queríamos evitarle un conflicto.

-Imbéciles.

-¡La estrategia fue mía! – exclamó Milk, canturreando y burlándose de Raditz.

El rostro del villano se desencajó a causa de la furia.

-Cierra la puerta apenas entre – fue la orden que dio Raditz a su elemento – y no abras bajo ninguna circunstancia.

Si alguien se aparece, ya sabes que hacer.

El hombre acató el mandato con un asentimiento de cabeza y cuando la figura de Raditz cruzó el umbral, la puerta emitió un sonido sordo al cerrarse.

El hermano de Kakaroto llevó la vista al acolchonado suelo y fue recorriendo distancia con los ojos hasta encontrarse con el cuerpo inerte de Milk, que sonrió con malicia cuando pudo observar su rostro desde abajo.

La mirada de Raditz estaba plagada de furia pero verla en aquellas condiciones dentro de aquel cuarto, lo hacía desearla con desesperación.

Se encontraba experimentando emociones encontradas y aquello lo hacía sentir como una vergüenza para su raza. Sin embargo solo él conocía lo que había en su interior y tenía que mantener bien guardado el secreto, solo de esa manera aquella etapa de estupidez acabaría desapareciendo.

-Veo que romper vínculos con tu marido, te ha convertido en una zorra – soltó sin poder evitarlo.

Milk se rió a carcajadas, ocasionando que el enojo de Raditz aumentara.

-Me hice una zorra desde el momento en el que me acosté contigo por primera vez. Porque cuando estaba con mi marido, era toda una dama.

-¿Una dama? No me hagas reír.

Si de verdad hubieras sido lo que presumes, no hubiera tenido oportunidad alguna de seducirte y sin embargo mírate, estas tan necesitada de contacto humano...has caído tan bajo que das pena.

-Puedo asegurarte que te inspiro cualquier emoción menos la que tú mencionas. Basta con mirar tus ojos y otras zonas para darme cuenta de que lo único que sientes, son celos por no haber estado tú en el lugar del imbécil al que asesinaste.

-Celos no es el termino correcto – se atrevió a contestar el malhechor – más bien es enojo porque hubo quien se atrevió a desafiarme.

Antes de ti, no había soldado que se atreviera a pasar por alto mis órdenes. Pero las mujeres son siempre el punto débil de los hombres, aunque solo se les necesite para la reproducción y conservación de la descendencia. O quizás solo sea que quienes trabajan para mí son unos idiotas.

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