RELATO CORTO DE GOKU Y MILK. SEGUNDA TEMPORADA: CAPITULO TREINTA Y DOS

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Durante largo rato Milk se quedó de piedra. Se mantuvo mirando a Raditz a los ojos sin ser capaz de parpadear o decir palabra alguna.

El saiyajin le devolvía la mirada, atormentado.

El pecho de la fémina se elevó apenas, como consecuencia de una respiración profunda.

Enseguida, negó con la cabeza.

-Había escuchado que eras un buen manipulador, pero ni siquiera conociéndote del modo en el que lo hago, imaginé que podrías llegar a tanto solo por conseguir que continúe apoyándote en tus planes.

Haciendo una necesaria pausa para sacarse de encima la sensación extraña que le había causado la declaración del villano, continuó:

-Sé que ahora que tienes conocimiento de que conviviré día a día con tu mayor enemigo, es crucial que consigas tenerme de tu lado porque es una oportunidad única para que Goku me revele lo que deseas saber acerca de las semillas del ermitaño. Pero mucho me temo que no conseguirás tu objetivo esta vez, puesto que tengo otros planes en mente.

Los comentarios de Milk con respecto a la revelación de su secreto, no tomaron a Raditz por sorpresa. De hecho consideraba que la mujer había recibido muy bien la noticia a pesar de creerla falsa porque, recuperada como se encontraba, Milk hubiera podido hacer mucho más que hablar, sin necesidad de ponerse en pie.

-Olvídate de la estrategia – agregó el varón sin pensar – lo único que quiero es que vuelvas a casa, conmigo.

-Lamento comunicarte que eso es imposible.

No pienso volver a tu telaraña solo para que me arranques la cabeza cuando se te antoje.

-Puedes estar segura de que esta vez será diferente.

-Empiezas a sonar como todo un ser humano, embustero por cierto.

¡Felicitaciones, querido!

Milk había juntado sus palmas, comenzando a dar pequeños aplausos.

-Puedo hacer lo que necesites para que te convenzas de que lo que digo es cierto. Incluso había pensado en traer a vivir con nosotros a Goten.

-Nunca dejaría que Goten y tu estuvieran bajo el mismo techo.

Aborreces a su padre y eso lo convierte en ganador automático de un pase para que le hagas la vida miserable.

-No será de esa manera.

-No creo en nada de lo que dices.

-Entonces deja que te lo demuestre.

-Primero muerta.

-Milk – pronunció Raditz como reprimenda.

-Entonces deja de insistir.

-Pronto tendremos a un niño con nosotros.

-Sí, el mismo que pretendes usar como arma contra tu hermano.

Raditz se levantó del mueble, sobresaltando a Milk.

-No voy a tocarte – anunció mirándola de soslayo.

En cambio, Milk tuvo que contemplarlo yendo de un lado a otro de la habitación, pensativo.

Las ideas de Raditz caían como una lluvia y el solo hecho de imaginar lo que cada una construía, le hacían pensar que enloquecería.

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