RELATO CORTO DE GOKU Y MILK ( SEGUNDA TEMPORADA, CAPITULO DIECISÉIS)

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Las palabras de Milk habían calado hondo en el guerrero saiyajin. Y lo peor de todo, no era que solo le hubiera revelado lo que se encontraba haciendo en el momento en que él llegó, sino que había echado sal a la herida, mostrando su cuerpo como prueba de lo que expresó.

En el instante en que ella se atrevió a demostrarle que no solo había hablado para molestarlo, Goku quiso tomarla por el brazo y llevarla lejos de su hermano. Quería que su mujer perdiera todo contacto con aquel malvado ser, pues todavía no terminaba de creer que su relación con él fuera genuina. Sin embargo, el shock ante la acción de la fémina había sido tal, que no fue capaz de hacer nada.

En cambio había regresado a casa de Lazuli. Se había echado sobre la cama -que al menos por esta noche era solo suya- y se había puesto a pensar en aquel momento, reviviéndolo una y otra vez sin conseguir procesarlo del todo.

Mientras él intentaba salir de aquel shock, Milk sufría pero de una forma diferente.

En cuanto cerró la puerta en la cara a su marido, se había quedado sintiendo un vació en el corazón; Un vació que durante un largo rato se encargó de hacerla sentir fría el alma, el cuerpo y la mente.

Durante aquel episodio, el sentimiento de culpa fue el protagonista principal en la agonía de Milk, quien permaneció mirando la puerta cerrada con el feroz deseo de abrir de nuevo y pedir perdón. Pero para cuando llegó a las escaleras ese anhelo se había desvanecido.

Ahora solo quedaba una tristeza en tiempo pasado, de aquellas que cuando tocaban el corazón, provocaban que se quisiera volver a tiempos que antaño habían sido vividos.

Al llegar por fin a las habitaciones del segundo piso, Milk divisó a Raditz acostado en el lecho, todavía sin prendas.

Se quedó de pie en medio de aquella habitación y la suya.

Seguro Raditz la había escuchado subir, pero ahora que se encontraba en aquel punto de la casa, lo único que necesitaba era estar sola. Así que sin pensarlo tomó rumbo a su pieza.

Encendió la luz tocando apenas el interruptor, como si estuviera mostrando respeto por aquel espacio que pasó a simbolizar de un instante a otro, su antigua vida. Justo cuando cruzó el umbral de aquella puerta, tuvo la sensación de que se internaba en los rincones oscuros de su mente y corazón.

Convirtiendo de golpe la luz que brotaba de la luminaria en los trozos de esperanza que – en secreto – se había construido en el interior de su ser.

Al acostarse en la cama, sintió como si se hubiera entregado a los dolores que la habían invadido la noche en la que intentó suicidarse. Pero que Raditz transformó en una nueva oportunidad.

Tumbada en aquel mullido lecho, se descubrió reabriendo las viejas heridas.

Estaba determinada a no dejar que tomaran posesión de ella para siempre. Sino que solo les había permitido volver por un tiempo determinado, el suficiente como para liberar las emociones que significaban veneno para su vida.

Lloró por todo una vez más.

Por haber creído que probar otra piel iba a resolverle la falta de amor y compañía que había surgido cuando Goku la había abandonado.

Lloraba por no haber sido fuerte lo suficiente como para reírse de Goku en su cara, aquella ocasión en la que le pidió el divorcio y manchó por completo su imagen frente a sus hijos.

Derramaba lagrimas por no haber sido lo bastante dura como para expresar a ellos que al final, ella no los necesitaría. Lloraba porque tanto amor invertido en ellos no había valido de nada.

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