RELATO CORTO DE GOKU Y MILK (SEGUNDA TEMPORADA, CAPITULO VEINTE)

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"La venganza es un infierno que consume hasta a su propio autor."

-Alma Cisneros

RADITZ

Desde la niñez, quien luego se convertiría en uno de los soldados de Freezer, poseía un carácter indiferente, egoísta, interesado solo en sus asuntos y en aquello que lo beneficiara.

Aún en su etapa de infante, los lazos afectivos no fueron una prioridad para él. De hecho no le costaba nada expresar su desprecio por su hermano.

Con estos antecedentes, no era extraño que tuviera un talento nato como villano.

Disfrutaba en sobremanera infligir sufrimiento a sus enemigos e inclusive a sus aliados. Así como a las personas que se encontraban bajo sus órdenes. Por esa razón, cuando dio la orden a sus subordinados de trasladar a Milk a un psiquiátrico, el movimiento en la vivienda se dio de inmediato.

Lo había frustrado en demasía el darse cuenta de que los hombres de ciencia cautivos por tanto tiempo no habían servido para nada. Y la gota que derramó el vaso fue tener que soportar una vez más los reclamos e insolencias de Milk, quien casi desde el inicio de su acuerdo había optado por hacerle la vida cansada, recordándole una y otra vez que la operación no triunfaría sin ella.

Lo que lo enfurecía del asunto y lo que lo hacía sentir cada vez más como un subalterno en lugar de ser el amo que siempre era, radicaba en que, aquello era la verdad.

Él conocía bien el valor que Milk le daba a las vidas de todas aquellas "ratas de laboratorio" y enterarla de que estaban todos muertos era un duro golpe para ella.

Necesitaba quebrarle la fortaleza con urgencia.

Porque solo así lograría que obedeciera sus órdenes al pie de la letra; No estaba preparado para dejar de ser la máxima autoridad de su imperio y tampoco estaba listo para ser desobedecido por una simple humana.

Volvió a poner aquella mano dura que – a su parecer – había empezado a perder desde que dejó que una mujer lo desafiara, marcando su regreso con aquella drástica decisión.

Le gustara o no, Milk tendría que aceptar encontrarse de nuevo contra las cuerdas.

Así, antes de que el último de sus hombres designados para la tarea subiera a la nave, Raditz pidió que en cuanto la internaran se comunicaran con él y le hicieran llegar un informe detallado con el nombre, dirección y demás detalles del sitio.

Una vez dadas las instrucciones, el cruel saiyajin permaneció en la puerta de la vivienda mirando como la nave se alejaba poco a poco primero y después a toda velocidad hasta convertirse en un pequeño punto en el firmamento.

Fue justo en ese momento en el que advirtió un cambio en su interior que lo aterrorizó.

El aire nocturno se volvió gélido de golpe. Tanto que pudo sentir aquella helada temperatura invadiendo su interior al punto de estremecerlo.

Desmesurando apenas los ojos debido a la impresión que esto había causado en él, Raditz dio unos pasos hacia atrás y cerró la puerta, volviendo así a la tranquilidad del interior de su hogar.

Dando una respiración profunda que al parecer era más de exasperación que de relajación, el ser de sangre guerrera se dejó caer en un sofá en el que pronto adoptó la acostumbrada postura de gobernante.

Pero fue poco el tiempo que la paz y el silencio de su hogar lo hicieron sentir tranquilo. Ya que de pronto, aquella paz se transformó en vacío y aquel vacío comenzó a dejarlo sin aliento, sin oxígeno.

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