RELATO CORTO DE GOKU Y MILK (SEGUNDA TEMPORADA, CAPITULO DIECINUEVE).

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Antes de montar la nave espacial para dirigirse a la base en la que había congregado a todos los científicos en el planeta tierra, Raditz no se olvidó de designar a los hombres que se quedarían vigilando a Milk.

Era cierto que desde poco antes de emprender el regreso a la tierra, la mujer había tomado una postura completamente nueva en lo que respectaba a los planes del saiyajin. Pues se despojó de su sufrimiento y dejó crecer en ella, la sed de venganza, esa que la condujo a desear la caída de su marido y también de sus hijos. Sin embargo, no podía confiar en ella.

Milk era una mujer muy inteligente y cabía la posibilidad de que estuviera modificando su comportamiento solo para poder traicionarlo.

-Señor, tengo entendido que se han hecho varios intentos por lograr crear lo que usted pide. Sin embargo, todas las fórmulas que se han creado han generado reacciones adversas para la población saiyajin en las que han sido probadas.

Raditz se rascó la barbilla.

-Ya veo. Esos inútiles al final están resultando incompetentes para una tarea como esa.

-Con todo el respeto que se merece gran Raditz, en lo personal no creo que esos hombres logren nada.

La información que tenemos sobre esas semillas es casi nula.

Los ojos del villano se entrecerraron y su rostro tomó un aire pensativo.

-Si no se obtuvo ningún avance significativo, entonces tenemos otra alternativa.

El compañero de Raditz se mantuvo en silencio, prestando atención.

-Es cierto que no contamos con muchos datos. Sin embargo tengo a alguien de mi lado y los puede conseguir.

El hombre leyó entre líneas.

-¿Confía en esa mujer tanto como para poner en sus manos semejante tarea?

Contamos con fuerzas de sobra para sacarles esa información a los ridículos amigos de su hermano o quizá hasta para capturarlo a él. Así tendríamos datos de primera mano.

-Es demasiado pronto para el ataque.

Ya me he apresurado a actuar en ocasiones anteriores y los resultados no han sido favorables. No quiero arriesgarme.

Y no. No soy tan imbécil como para confiar en ella. Pero es el único modo de llegar a lo que necesito saber, sin activar alertas entre el grupo de Kakaroto.

Por otro lado, Milk ha estado cooperando con la misión. Al parecer ha entendido que es la única opción que tiene.

El golpe final que necesitaba era comprobar con sus propios ojos, que su marido estaba empezando una vida con otra mujer. Como ya lo ha constatado, su odio se ha acrecentado y afianzado más que nunca.

Accederá a lo que se le pida sin problema, pero habrá que darle algo a cambio.

El hombre del asiento de al lado, lanzó un gruñido.

-No me fio de esa mujer.

Desde que usted nos hizo saber de la misteriosa muerta de los dos miembros de la cuadrilla. Esos que se encargaban de cuidar la entrada de la habitación en la que la tenía presa.

No me creo ninguna de las razones que ella le presentó como posibles sucesos que los hubieran llevado a pelear y sobre todo, a matarse de una manera tan extraña.

Raditz sonrió, astuto.

-No eres el único que sospecha de ella. Incluso sé que es la autora del asesinato.

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