DOCE

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La estrategia de Lazuli para llevarse a la cama a Goku, no tuvo resultados. Y aunque se sentía un poco decepcionada, la rubia debió admitir que esa era la reacción que esperaba por parte de aquel hombre.
Él ya había manifestado que amaba a su mujer y que su única preocupación, era lograr arreglar las diferencias que habían surgido entre ambos.
Goku era distinto al resto de los hombres.
Existía un hombre fiel. Y lejos de que el rechazo de Goku la hubiera hecho alejarse, la rubia solo tuvo un incremento en sus ganas de conquistarlo.
Era como aquellas cosas en la vida que entusiasman más, solo porque parece imposible conseguirlas.
-Me disculpo – dijo ella antes de que el guerrero abandonara la casa – no logró entender por qué reaccioné de esa manera.
-No te preocupes – contestó Goku – voy a olvidar que esto sucedió. Pero es muy probable que no volvamos a vernos.
Al escuchar esas palabras, Lazuli sintió que algo se partía dentro de su ser. Y de sus ojos, comenzaron a brotar lágrimas sin control alguno.
-¡Por favor Goku! – rogó la mujer – por favor, permítame volver a verlo.
Le prometo que algo como esto no volverá a suceder.
¡Le prometo que no volveré a incomodarlo de esta manera y le ayudaré en lo que usted necesite para reconciliarse con su esposa, se lo juro!
-No hay necesidad de eso. Creo que cometí una equivocación al querer compartir mis asuntos matrimoniales con otra persona.
Aunque esa difícil, trataré de arreglarlos yo.
Era la primera vez que Lazuli deseaba con tanta desesperación, retener a alguien.
Era la primera vez que le importaba no perder a alguien.
Milk no tenía gana alguna de levantarse de la cama. Pero alguien tocó la puerta y pensando que podría ser su marido, se dispuso a abrir.
En cuanto lo hizo, se encontró con un gran ramo de flores. Sostenido nada más y nada menos que por Raditz.
-Quiero disculparme – fue lo primero que le escuchó decir – debí haber descubierto mi identidad. Así tú podrías haber contestado una negativa a mis sentimientos y nada de esto hubiera sucedido.
Me disculpo por haber actuado del modo en el que lo hice.
Me dejé llevar por la pasión que sentía en el momento.
No sé qué más decir para obtener tu perdón.
Diciendo estas palabras, la voz de Raditz se quebró.
Milk se quedó de pie en la puerta, sin tomar el ramo. Pasmada.
¿Era posible que el hermano de Goku se hubiera enamorado de verdad de ella?
Pero ella no lo quería, tampoco lo deseaba.
Justo pensando en el encuentro en el hotel, una inquietud se plantó en su mente.
Su relación con Goku estaba destinada al fracaso seguro, desde aquel incidente.
Sabía que no había manera alguna de que Goku la perdonara.
-Estoy dispuesto a disculparme con mi hermano – hablo Raditz de nuevo – si eso es lo que debo hacer para conseguir tu perdón...lo acepto.
Milk tomó las flores en aquel instante, solo por un momento.
-Si eso es lo que piensas, entonces debes explicarle a Goku el motivo de esas flores. Para que no piense que existe una intención oculta.
-Entiendo – dijo él, inclinando la cabeza.
-Entonces pasa.
Puedes esperar a que vuelva.
-¿A dónde ha ido?
-No tengo la menor idea – contestó Milk dolida – ni siquiera sé si regresará a casa.
Y no se equivocaba. Pues Goku tenía pensado ir a cualquier sitio, excepto a casa.
-Si luego de un rato Goku no llega, deberás irte Raditz – anunció Milk con dureza.
-Sí señora – acató Raditz.
Milk fue a la cocina para prepararle un té.
Y en el proceso de preparado, el recuerdo de lo escrito en las notas, arribó a su mente.
De pronto sintió un choque de emociones. Una tristeza que seguía agarrada de su corazón pero también los ojos del deseo asomándose por la ventana de su ser.
Goku ya no la perdonaría, sin importar lo que hiciera. Él ya no la perdonaría.
No lograba entender como era que a una parte de ella, siguiera sin importarle su matrimonio. No lograba entender por qué razón –si se suponía que había confirmado que amaba a su marido – podía sentir deseo por alguien como Raditz.
Raditz observaba la casa desde su asiento en el comedor.
Aunque su hermano había decidido permanecer viviendo como los humanos, una cosa era digna de admitir y eso era que no vivía nada mal.
-Aquí tienes tu té – escuchó decir a Milk.
Enseguida, Raditz volteó hacia la mujer de su hermano y tomó la taza que está le ofrecía.
-Gracias.
Sin poder explicar el por qué, Milk, decidió sentarse justo frente a el hombre que había llegado de visita.
Raditz se mantuvo sorbiendo en silencio, sin apartar la vista de la ropa que ocultaba los senos de aquella mujer.
Ya la había visto desnuda y era difícil no recordarla de ese modo teniéndola tan cerca.
Milk estaba nerviosa.
Pensaba una y otra vez en que Raditz se marchara pronto de su hogar. Antes de que fuera a cometer alguna acción que no pudiera revertir. Una acción que probable confirmaría lo mala persona que era con el hombre que amaba.
Pero ¿Por qué?
¿Por qué razón, su marido no se marchaba como siempre?
¿Por qué ahora había decidido quedarse?
-Terminé – avisó Raditz, extendiéndole una taza de té vacía.
Milk se levantó, rogándole al cielo que las piernas no fueran a fallarle a medio comedor, o que sucediera cualquier cosa que hiciera evidente su nerviosismo ante el infame hermano de su marido.
En el rostro de Raditz había empezado a dibujarse una media sonrisa victoriosa.
-¿Sucede algo, Milk?
-Por supuesto que no – contestó Milk de inmediato, teniendo que bajar a media frase el tono de su voz, al darse cuenta de que estaba gritando.
-Calma dama, que aquí no pasa nada.
El tono de voz usado por Raditz, ocasionó escalofríos en Milk. Pero aun así, fue capaz de recoger la taza para luego meterse directamente a la cocina.
Ahora la mente de Milk, pronunciaba un solo nombre.
Goku.
Se dio a la tarea de lavar la taza mientras intentaba tranquilizarse y a la vez, pensar con que podría defenderse en caso de ataque, si Goku no llegaba pronto a casa.
Algo le decía que su esposo no arribaría pronto, e inclusive tenía la corazonada de que podría no llegar nunca.
De pronto la taza que sostenía entre las manos, resbaló. Haciéndose pedazos y produciendo un ruido sonoro.
Milk se agachó para recogerlos y echar los trozos de vidrio al bote de basura que tenía en una esquina de la cocina, sin perder de vista a su atemorizador visitante, pero cuando inclinó la cabeza para fijarse en recoger todos los trozos, Raditz apareció tras ella.
-¿Pero qué estás haciendo? – fue la pregunta que Milk lanzó.
Raditz estaba ya, tocándole el trasero con una mano y con la otra acariciándole un pecho.
Aunque odió sentirlo, su sexo se humedeció con rapidez.
En un movimiento erróneo, uno de los trozos de vidrio, le hirió un dedo y la sangre comenzó a manar con presteza.
Lo que ocasionó que la mujer se levantara de golpe, saliendo de la misma manera de aquellas sensaciones placenteras.
Raditz quiso volver a tomarla pero ella entonces saltó hacia atrás y comenzó a alejarse sin perderle de vista. Fue retrocediendo paso a paso, sabiéndose presa de la mirada del hermano de su marido. Y sabiendo también, que en cualquier momento, aparecería tras ella.
A Raditz le divertía observar el miedo en los ojos de Milk, pero también le gustaba saber que ella continuaba deseándolo como cuando era solamente el hombre que redactaba notas como admirador secreto.
Estaba a solo unos pasos de llegar a la puerta, casi sabiendo que en el momento en el que sujetara el porno, Raditz la derribaría.
Aunque sentía miedo, la esposa de Son Goku, sentía avidez por saber cuál sería el siguiente movimiento del hombre que se encontraba a solas con ella.
Esta vez, al observar la sonrisa maliciosa de Raditz, Milk sonrió también.
Finalmente, ella estiró la mano hasta el porno y abrió la puerta.
La expresión en el rostro de Raditz cambió por completo. Y al darse cuenta de esto, Milk volteó a sus espaldas.
-¡Goku! – gritó entonces con alivio y nerviosismo en la voz.
Goku permaneció de pie.
Observó a su esposa, luego a su hermano y viceversa.
Después se percató de las flores en la mesa.
-¿Qué significa esto, Chi – chi?
-Tu hermano viene a disculparse – contestó ella, ahora con más seguridad en la voz.
Son Goku frunció el ceño.
-¿Qué es lo que quieres? – inquirió, pero apenas formulada la pregunta, añadió – lárgate ahora.
-¿Tanto te ha afectado lo sucedido que no recibes si quiera una disculpa?
-Lárgate Raditz. Será lo mejor que hayas hecho en tu vida.
-Goku, por favor – intervino su esposa.
Cuando él posó los ojos en ella, la mujer de su vida pudo notar un enfado nunca antes visto.
-Será mejor que se vaya – dijo Milk, mirando a Raditz.
El hombre miró a su hermano con una sonrisa burlona y victoriosa a la vez.
-Buenas tardes – dijo al fin y se marchó.
Goku y Milk entraron a su vivienda. Y cuando Milk trató de actuar como si nada hubiera sucedido, su marido le pidió una explicación.
-Te dije delante de él, que solo venía a disculparse. Por ese motivo trajo las flores.
Goku se quedó mirando atentamente a su esposa por unos minutos.
-Lo entiendo – dijo.
Milk se alegró, aliviándose de que nada más sucediera. Pero se extrañó en sobre manera cuando Goku dio media vuelta.
-¿A dónde vas?
-Dejé un asunto pendiente.
No me esperes despierta. Es probable que las cosas se alarguen mucho.
Aquella resulto ser una alarma para Milk, que lo abrazó negándose a dejarlo ir de nuevo. Pero él le besó la frente y le prometió que volvería apenas terminara los deberes en el templo de Kamisama.
Milk se felicitó en silencio porque todo estuviera marchando en total calma.
Sin embargo para Goku, aquel beso tenía un significado en específico que no era amor.
-Me voy – le dijo a Milk .
Y por alguna razón, ella sintió una punzada de angustia en el pecho.
Lo más seguro era que él estuviera molesto y prefiriera irse para no discutir.
-De acuerdo – lo despidió ella.
Él sonrió.
Era probable que Lazuli siguiera con deseos de entregarse a él y él ...ahora tenia deseos de entregarse a ella.

RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora