DIECISEIS

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Milk no sabía si Goku pensaba volver, pero tampoco le interesaba saber. Solo esperaba que el guerrero cumpliera con su palabra y volviera a casa únicamente para hablar con sus hijos y explicarles la situación actual del matrimonio, ya que él se había comprometido a hacerlo.

Por lo demás, sabía de sobra como llevar un hogar sin ayuda del padre de sus hijos, pues por mucho tiempo se había manejado de ese modo aun siendo la esposa de Goku; Siempre había sido esposa del "eterno ausente".

Si lo pensaba mejor, tal vez Goku estaba destinado a dedicar su vida por completo a las artes marciales. Lo único que había impedido que aquello fuera de esa forma era que ella se había enamorado de él.

¿Cómo había podido casarse con alguien así?

Efectos del amor – pensó.

Estar enamorado de alguien producía ceguera. Sin bien no física, si sentimental. Pero ahora el juego había cambiado porque el amor por quien alguna vez consideró el amor de su vida había llegado a su fin.

Tal vez él estaba ahora mucho más feliz que ella porque podría dedicarse con completa libertad a hacerse fuerte y a proteger a aquellos seres cuyas vidas había valorado aún más que la felicidad de su familia.

Pensar en esto le produjo rabia repentina.

Ahora sus hijos seguían el ejemplo que su padre les había dado.

Ella había visto morir con lentitud el sueño de que Gohan se convirtiera en un gran científico y por el contrario había contemplado como su primogénito retomaba el amor por los seres humanos tanto como Goku.

Lo único que Gohan no sabía era que su padre había dado amor en exceso por las personas equivocadas y había dejado que el corazón de su madre se secara poco a poco hasta convertirse en un musculo que latía de manera automática. Sin una razón que lo hiciera sentirse vivo de verdad.

Hasta que Raditz hizo aparición en su vida.

Sabía bien que Raditz no le tenía amor, pero no importaba. Después de todo parecía ser que no había nacido para ser amada. Sino solo usada.

Por Goku había sido utilizada como preparadora de alimentos cada que se le antojaba pasar tiempo en casa.

Y por Raditz era usada como un trozo de carne que – de manera muy posible- sería demasiado útil para una venganza.

Daba igual.

Al menos el segundo hombre la proveía de placer y emociones que cambiaban todo el tiempo.

Para Goku las cosas tampoco iban tan mal pero no le iba tan bien como a Milk.

El hecho de que Lazuli le hubiera proporcionado un nuevo hogar, despertó en Goku una leve felicidad. Pues comprobaba que a pesar de todo lo malo que se encontraba pasando en su vida, también había razones para no sentirse infeliz del todo.

Tratando de concentrarse en este pensamiento, el guerrero se dejó caer en la cama de la habitación que ahora -con toda confianza - podía considerar como suya. Ya que Lazuli se lo había dejado claro varias veces, puesto que al ella vivir sola, claramente le alegraba tener una compañía.

Aquella habitación, aquella cama, aquella casa, marcaban el comienzo de una nueva vida en la que estaba dispuesto a poner todo de su parte por volver a sentirse tan pleno como antes.

Como la joven rubia trabajaba desde muy temprano, él podría tener un rato de soledad antes de irse al templo de Kami - sama para entrenar un poco. Sabía que en el lugar se encontraría con sus amigos y quizá -sin ser capaz de mantener el secreto - les contaría a todos sobre la nueva etapa que acababa de emprender.

RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora