NUEVE.

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Maldita sea – pensé en cuanto entendí lo que sucedía.
No era nuestro aniversario de bodas, tampoco mi cumpleaños.
Las rosas no eran una compensación por una fecha especial que había olvidado. Eran en efecto, un obsequio sorpresa.
Miré el rostro sonriente de Goku y luego dediqué una larga mirada a las rosas.
Si aquel detalle lo hubiera tenido cuando más lo necesité.
No había manera en la que ahora pudiera pensar con la cabeza de mujer enamorada que utilice tiempo antes.
Ahora los únicos deseos que tenía, eran tomar las rosas y azotarlas contra la pared una y otra vez.
Era presa del enojo porque Goku hubiera llegado justo cuando estaba a punto de marcharme.
Con gran esfuerzo, tomé las rosas, agradeciendo al mismo tiempo el bonito gesto que había tenido. Dejé la maleta en el suelo para colocarlas en un florero en el centro de la mesa y al introducirlas en el jarrón, me percaté de que Goku estaba sujetándola aun cerrada.
Traté de no ponerme nerviosa cuando me preguntó qué era lo que tenía dentro.
-Son trajes...no esa no es la palabra. Son atuendos que las mujeres usan para "noches románticas".
-Oh – dijo él en respuesta – son los atuendos que tenías en tu guardarropa.
Escuchar aquello, encendió las luces de alerta en mí. Pero no podía echarlo todo a perder si ya había llegado tan lejos sin problema.
-Así es Goku.
Las compré hace poco para usarlos cuando tú y yo tuviéramos intimidad pero ya me he mirado al espejo con ellos puestos y no termino de convencerme del aspecto que me dan. Así que iba a visitar a Bulma, para preguntarle si no le gustaría quedarse con ellos.
Entonces todo tuvo sentido para Goku.
-Entiendo Milk – Goku soltó una carcajada de alivio – tal vez a Bulma le gusten.
Perdón por haber llegado así pero es que quería sorprenderte.
-Y lo lograste Goku.
El trabajo estaba hecho.
Son Goku se había creído todo sin problema alguno. Pero de cualquier modo, los planes de Milk se habían arruinado. Por el momento no podía arriesgarse a que existiera la posibilidad de que su marido le preguntara a Bulma, que tal le parecieron los atuendos que su esposa le llevo.
Si pensaba escaparse, debía elaborar un plan con más calma y cuidado; Uno que no dejara lugar para el error.
-Como ya llegaste, no puedo dejarte aquí solo – observó ella – así que ¿Quieres que te prepare algo de comer?
-Eso sería fantástico Milk – contestó Goku con mucho entusiasmo.
-Bien. Entonces siéntate.
Calentaré la comida que ya había preparado pero te incluiré un postre de panes al vapor que espero te gusten.
Así, mientras Goku miraba las noticias en el televisor, Milk se colocó el delantal y se metió a la cocina. Pensando en lo molesto que estaría el hombre de las notas. Tal vez después de aquello, no volvería a buscarla nunca.
...
El hotel escogido por Milk había sido uno de los más discretos.
No había duda de que la esposa de Goku era tan inteligente como fuerte.
Era comprensible que solicitara un hotel discreto puesto que era una mujer casada y debía cuidar de no exhibirse por la ciudad.
La reputación era algo que ella apreciaba y a la que había decidido fallar por mera falta de amor.
Una mujer distinta a las tantas que rodeaban el lugar, en busca de un hombre que pudiera pagarles a cambio del placer que su cuerpo podía proporcionar.
Mujeres comunes y corrientes.
Ninguna que hubiera domado a un saiyajin.
-Señor – se escuchó decir al sirviente que entraba a la habitación - ¿Cree usted que esa mujer de verdad piense venir?
El hombre levantó la mirada, conservando una de sus manos bajo la barbilla y con expresión meditabunda.
-¿Por qué lo dices?
-Ya ha pasado un largo tiempo. Se supone que no debería tomarle mucho llegar hasta aquí.
-No parece una mujer de palabra dudosa. Por lo que me arriesgaré a esperar un poco más.
...
Una vez que los panes al vapor estuvieron listos, Milk puso la mesa para Goku.
Su marido ocupo el sitio que acostumbraba en el comedor y la invitó a comer a su lado. Ella se negó pero accedió a acompañarlo mientras comía.
Sentados a la mesa, estuvieron charlando con normalidad sobre los sucesos alarmantes ocurridos en la ciudad, las calificaciones de sus hijos y su comportamiento. Hasta que Goku empezó a bostezar.
Una idea se instaló entonces en la cabeza de Milk.
Goku tenía el sueño pesado y si se dormía ahora, era probable que no despertara hasta mañana.
Miró el reloj mientras Goku se levantaba para tomar una siesta en la habitación.
Si se daba prisa, todavía podía llegar.
-Acabo de recordar que necesito algunas verduras para la cena.
En lo que tú tomas una siesta, yo iré en busca de algunas verduras al supermercado. No te preocupes si tardo, a veces la fila es muy larga.
-De acuerdo Milk – dijo Goku bostezando.
Ella se paró de puntillas y le dio un beso en los labios.
-Gracias por tan lindo detalle.
Las mejillas del saiyajin se colorearon de rojo.
Su esposa se retiró una vez que este se metió a la cama.
...
Al sentir el aire fresco golpeando su rostro, Milk volvió a sentirse tan joven que casi lloraba de alegría.
Esperaba que su pretendiente no se hubiera marchado a causa de su impuntualidad.
Esta ocasión no llevaba los trajes pero no hacía falta cuando se había mantenido en tan buena forma desde siempre.
Llegó al hotel y avanzó hasta encontrar el número de habitación en el que su admirador y ella habían acordado encontrarse.
Llamó a la puerta con los nervios subiéndole hasta la garganta. Sintiendo de súbito la boca seca.
Un hombre de edad avanzada la recibió y el sobresalto al pensar que ese había sido el autor de las notas, fue notorio.
-Disculpe – dijo, no encontrando otro modo de quitarle incomodidad al asunto.
-No se preocupe – contestó él – yo no soy quien usted piensa.
El señor se encuentra aguardando por usted.
Pase por favor.
Cuando Milk ingresó a la habitación, el sirviente salió.
-Lamento haberme demorado tanto – se disculpó.
-Pierde cuidado Milk. No hay de qué preocuparse.
La voz de quien le hablaba le resulto familiar y un escalofrió de temor, le recorrió la espalda.
La figura apenas iluminada por la luz de las velas, se fue notando a medida que se acercaba a la mujer.
-Soy Raditz, el hermano de Goku. Espero que no tengas inconveniente, Milk.
Ella desmesuró los ojos, retrocediendo cada vez un poco más.
Aquello no podía estar sucediendo. No podía haber caído en una situación así con el hermano de su marido.
Él seguía avanzando lentamente hacia ella.
-Quiero tu cuerpo, cuñada – soltó en tono lascivo.
Milk tropezó con sus pies y cayó al suelo, boca arriba.
Raditz se arrodilló ante su cuerpo y de un solo movimiento, le rompió la ropa.
Él ya no estaba vestido.
Su miembro erecto rozaba contra la piel de sus piernas.
Estando ahí, en aquella situación, Milk se dio cuenta de lo mucho que seguía amando a Goku y las lágrimas corrieron a raudales por sus mejillas.
Goku nunca la perdonaría y ella no tendría valor para mirarlo de nuevo a la cara.
Haciendo uso de toda su fuerza, inició un combate con Raditz, pero este la superaba en gran medida.
No había nada más que hacer.
Ahí se acababa la vida de quien alguna vez fue una mujer respetable.
Raditz le propinó un golpe tan fuerte que estuvo a punto perder la conciencia. Pero cuando todo parecía perdido, una figura borrosa empezó a contender con su atacante.
Ella, vencida por el dolor, finalmente se desmayó.
...
Al recuperar la conciencia, sintió bajo sus manos la suavidad de unas sábanas y se sentó de golpe, asustada.
-No te preocupes Milk, estas a salvo.
Esa era la voz de Goku, tan seria como nunca antes la había oído.
Tan fría que le dolió.
-Goku, yo puedo explicarlo.
-No ¿Cuántas veces? – le devolvió él.
-Esa era la primera. Goku te lo juro – contestó Milk como si se le fuera la vida en ello.
-No vuelvas a arriesgarte así, y no te preocupes, nuestros hijos no van a enterarse.
-Goku, yo te prometo que las cosas, de ahora en adelante... - No Milk – atajó – no existe un nosotros de ahora en adelante.
El guerrero se levantó mirando a su esposa sin expresión alguna en el rostro.
Metió la mano en los bolsillos de su pantalón y los dedos localizaron la tarjeta.
-¿A dónde vas, Goku? – preguntó Milk cuando lo vio darse la vuelta.
-Creo que ya no tengo porque darte cuentas – fue la única respuesta que recibió.

RELATO CORTO DE GOKU Y MILK #Wattys2019 #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora