Capítulo 4

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           Había pasado unas semanas y los días en el trabajo habían sido como siempre, monótonos y aburridos; trabajaba de mesera en un modesto restaurante, la paga no era excelente pero bueno lo compensaba trabajando uno que otro día entre semana cuidando a una pareja de ancianos que de hecho habían sido muy buenos conmigo, y en realidad eran una buena compañía.

  -Hola- dije una vez conteste el celular.

 -Maddy. Pequeña ¿como estas?- dijo mi padre del otro lado de la bocina-¿ dónde estás?- preguntó interesado algo que no era habitual en él.

 -Bien y amm...Apenas saliendo de trabajar- respondí esperando su siguiente jugada. Sabía que cuando me llamaba pequeña era para seguir con alguna petición.

  -Necesito que pases esta tarde en mi casa- dijo autoritario- es importante, te espero a las 8.

   - No puedo- respondí cortante recordando su enorme casa. Su casa como bien él había dicho -tengo cosas que hacer- mordí mi labio esperando su reprimenda.

 -Te espero a las 8 y arréglate un poco- hizo una breve pausa-Nos vemos- dijo de último y colgó.

-Solté un suspiro al aire y me encamine al pequeño apartamento para quitarme el uniforme de trabajo, descansar y luego ir a casa de Alexander.

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     Elegí una blusa cómoda y holgada junto con unos jeans desgastados que se ceñía bien a mi cuerpo; haciendo juego me coloque unas botas de cuero del mismo color y ya que la lluvia había hecho presencia use un gabán negro.

     Agarre el metro y en una hora estaba en la estación que me dejaba a unas cuantas calles largas de la casa de Alexander- ¡perfecto! – dije para mí misma ya que ni sombrilla traje conmigo y tendría que caminar hasta dicho lugar esquivando algo del aguacero que estaba cayendo.

     Mi reloj marcaba las 8:20 pm , toque el timbre una vez frente a la gran puerta y, me quede congelada ante la imagen que se me presentaba luego de que abrieron la puerta. Alexander junto a su plástica esposa y detrás de ellos el imponente y frío hombre que me había llamado arpia hacia unas semanas. ¿Qué hacia él acá?, desviaba mi vista entre los tres susodichos esperando que alguien rompiera el silencio.

-  ¡Por fin llegas! – dijo Alexander recorriendo con su amarga mirada mi cuerpo reprochado con un gesto lo que parecía ser mi atuendo. Recordaba bien esa mirada, era la misma que le regalo a mi madre durante tanto tiempo.

 -¿Es ella?- intervino el hombre imponente más serio de lo que había parecido la primera vez que lo vi,  lo cierto es que era bastante apuesto, sus ojos no eran los mismos de esa noche... eran fríos recubiertos de sus espesas pestañas dándole un toque intimidador y de cierta manera daba miedo lo poco que se podía ver reflejado en ellos, tenía unos labios algo carnosos sobretodo el inferior, su nariz era un tanto respingada y su cabello lo tenía algo alborotado.

-Bien!- exclamó pasando por el lado de los otros dos con paso decidido, tomó mi brazo bruscamente y jalo de el haciendo que me molestara- ¡camina!- dijo más molesto.

 -¡Déjame!- Logré decir al tiempo que tiraba de él haciendo que me soltara ¿que estaba sucediendo? ¿De qué estaba hablando este tipo? además ¿quién demonios era?

- ¡NO ME TOQUES!-grité, miré a Alexander como quien está pidiendo una explicación- ¿Qué está pasando?- pregunté sin más.

-  Pequeña- hablo Margaret- con tu padre hemos decidido cobrarte el dinero que nos debes por tus estudios- me dirigió una mirada de satisfacción

- ¿Qué? ¿Cual dinero? - entrecerre mis ojos - ¡¿Luego tu no habías pagado con la condición de nunca joder tu estúpido matrimonio?! - le grité a Alexander. Lo observe –¿y este qué tiene que ver?- pregunté alterada señalando al otro hombre.

  - Este, Fue quien financió todos tus malditos estudios- dijo el tipo poniendo el dedo índice en su pecho - Así que haz caso si no quieres tener problemas conmigo- siguió agarrando mi brazo nuevamente poniéndose en marcha hacia el lujoso auto del que no me había fijado cuando entre.

 -¡ Que me dejes!- solté de prisa poniendo mi mano en la suya para que dejara de hacer presión, estaba confundida.

 - Ya no se puede gatita... ahora, sí serás mi zorrita...- Sentenció rozando sus dedos por el mechón rebelde de mi fleco.

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  Les esta gustando?

Qué harían en una situación de estas?

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