Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)

XVIII Amor y dolor

Desperté por una punzada en el vientre y me tensé al instante. Más punzadas, en las costillas y la espalda también.

Dolía hasta respirar.

Apenas y logré girarme para mirar el reloj en la mesita de noche. No pude creer que fueran las tres de la tarde, Illumi debió apagar mi alarma. En cuanto me incorporé, tuve inmediatamente que sentarme otra vez, ya que mi vista se nubló. Tras unos minutos pude andar sin temor a marearme.

Bebí un vaso de jugo en la cocina, que sirvió para despejarme. En eso, Illumi me abrazó por detrás, besando mi cabeza.

—¿Estás mejor?

Diciéndole que sí me liberé de su abrazo. Tras coger una manzana y buscar mi notebook, regresé al cuarto. Intenté lograr una posición en la que no sintiera tanto dolor, pero me rendí y, tras tomar unos antiinflamatorios, comencé a revisar unos artículos en mi notebook.

Mordí la manzana y un intenso dolor recorrió mi mandíbula, subiendo hasta mi cabeza, donde palpitó con cada mordida que daba.

Había olvidado esa sensación.

Leí sobre arquitectura gótica y me perdí en imágenes de catedrales. Recorrer sus armoniosos arcos, sus hermosas bóvedas que daban la impresión de estar dentro de un caleidoscopio, me resultaba relajante y sanador. 

Sus sinuosas curvas me hipnotizaban.

De pronto, sentí sobre mí la intensa mirada de Illumi. Estaba de brazos cruzados, apoyado junto a la puerta. Me hundí en la cama, escondiéndome tras el notebook.

—¿Qué estás ocultando?

¡Mierda!

—¿Por qué piensas que oculto algo? —pregunté sin mirarlo, viendo unos simétricos y coloridos rosetones.

—Estás actuando extraño —acusó y sentí un hormigueo acosando la piel lastimada.

—Debe ser por las medicinas para el dolor, me tienen algo aturdida.

—Entonces ¿Es por las medicinas que me estás evitando?

Se sentó en la cama. Su mirada se volvía sofocante, acorralándome.

—Yo no te estoy evitando... ¿Cuál rosetón te parece más bonito, el de la catedral de Notre Dame o el de la catedral de Reims?