XLIII Cena estilo Zoldyck

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―Intente calmarse, señorita Libertad, todo estará bien ―decía Amane, conduciendo de regreso a la mansión Zoldyck.

Aunque intentaba parecer tranquila, no lograba disimular el ligero temblor en su suave voz. Yo no podía culparla por ello. Que estuviera tan asustada como yo me indicaba que no me había vuelto loca aún.

Si hubiera sabido que esta noche terminaría así...

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Tras bañarme busqué la ropa que usaría. A Illumi le gustaba verme con vestido y supuse que luego de la cena pasaríamos la noche juntos, así que me calcé una lencería sensual y el vestido azul que me había regalado Lucy cuando le conté que volvería a usar vestidos.

Fue un regalo por decidirme a recuperar mi vida y mi libertad. Lucy siempre estuvo conmigo en los momentos más oscuros de mi vida, todavía no entendía lo que pasó con ella, pero esperaba que estuviera bien.

El vestido se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, antes me quedaba más holgado.

Illumi me esperaba en el vestíbulo. Al verme, su rostro se iluminó y me sentí la reina del mundo. Esa mirada me gustaba, la que me hacía sentir hermosa.

―Había querido que vieras este vestido desde hace tiempo ―le dije, subiendo al auto.

Le había enviado un mensaje contándoselo cuando estuvimos separados porque le mentí sobre Damien.

―Ya lo había visto.

Aquello me sorprendió.

―Estuve en el cumpleaños de Lucy, viéndote desde lejos.

El automóvil empezó a avanzar por el sendero que serpenteaba rodeado de árboles.

―Aunque estuvimos separados, yo nunca me aparté de ti —agregó.

Él estaba enfadado, pero en realidad no me había abandonado, sólo me lo hizo creer. Si me hubiera pedido que fuera su esposa en este momento, no podría haberme negado.

Besé su mejilla para no distraer su atención del camino. Él me respondió con un beso más profundo.

―¡Illumi, mira al frente!

―Tranquila, me sé el camino de memoria. Podría conducir con los ojos cerrados si quisiera.

―Presumido.

En el fondo me encantaba que lo fuera. No era simple alarde, él tenía razón. Su seguridad en sí mismo me parecía muy sexy.

Nos tardamos unos quince minutos en llegar a la entrada. Unos mayordomos abrieron la puerta de la prueba para nosotros. Era mi primera vez recorriendo las calles de su mundo y me dedicaba a verlo todo con curiosidad. A decir verdad, no podía notar la diferencia respecto al mío. Eso me dio tranquilidad. Salvo por la parte del Nen, estar aquí era como estar en casa.

El restaurante escogido por Illumi estaba en un edificio de un diseño moderno y fresco. Era elegante, pero relajado, eso me gustó. Supuse que no sería un desastre como la última vez.

―Lo lamento señor, hubo un error con las reservaciones. Me-me temo que su mesa fue dada a otra persona. Le... le pido disculpas... ―dijo el anfitrión, haciendo repetidas reverencias.

―¿Cómo has dicho? ―espetó Illumi, avanzando peligrosamente hacia el pobre hombre.

Me interpuse rápidamente, con el corazón acelerado.

―Cariño, no hay problema, podemos usar otra mesa ¿Tiene mesas disponibles?

―Sí- sí, por supuesto. Les daré la mejor mesa que hay. Por favor, síganme.

Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora