Tras un profundo respiro y con los puños apretados, finalmente le dije que sí quería saber lo que había estado haciendo. Quería saber dónde había estado viviendo, de qué, cómo consiguió la ropa que llevaba. Ilusamente había imaginado que tal vez pudo conseguir un trabajo normal hasta que esta mañana vi junto a su billetera unas llaves de auto. Nadie con un trabajo normal conseguiría un auto en unas cuantas semanas, pero mi mente las ignoró. No quería pensar en ellas, no quería que todo se hiciera trizas.
Pero por mucho que lo deseara, no podía tapar el sol con un dedo.
Narra Illumi
Ella sabía la respuesta y aun así hacía la pregunta.
¿Cuál era el maldito sentido?
¿Por qué le gustaba tanto discutir conmigo?
—Tú sabes perfectamente quién soy y a qué me dedico, Libi. Tus preguntas están de más.
No alcancé a terminar de hablar y ella ya se había apartado de mi lado, dejando una molesta sensación de vacío en mi pecho, donde segundos antes se apoyaba con absoluta confianza. Ahora había miedo y asco en unos ojos donde antes sólo había deseo. Me equivoqué al pensar que no había espacio para nada más, que cualquier duda que tuviera sobré mí se había disipado con el dolor de nuestra separación y que, en nuestro reencuentro, me había aceptado por completo. Otro gran error.
¿En qué momento había comenzado a equivocarme tanto?
Sus ojos se humedecieron. Distinguí claramente sus esfuerzos para no llorar frente a mí y realmente deseé que tuviera éxito. Detestaba verla llorar. La tristeza era una de las muchas emociones que deseaba quitarle... quizás madre podría ayudarme con eso.
—Cuando supe que no mataste a Damien... yo... yo pensé que habías cambiado.
Debía estar bromeando.
—No vuelvas a mencionar ese nombre frente a mí jamás —le dije entre dientes, intentando contener la ira que me producía el sólo hecho de recordar a ese infeliz.
Retrocedió, más asustada aún.
Era cierto que no lo había matado. Fue una decisión extremadamente difícil, pero era la correcta. Ninguna forma de muerte habría bastado para hacerle pagar por lastimar a Libi.
Él seguía vivo, sí, pero me había encargado de que cada día alguien le diera saludos de mi parte.
—Si no fuera quien soy, no habría podido salvarte en el estacionamiento.
Suavicé lo más que pude mi tono de voz. Me enervaba que se asustara de mí.
—Si no fueras quien eres, probablemente ese tipo no habría estado allí. Hubo un pulso electromagnético horas antes de que iniciara su masacre.
Otro pulso.
—¿Cuándo lo supiste?
—Recién, lo leí poco antes de preguntarte por...
Ya no pudo contener más las lágrimas. Intenté abrazarla.
—¡No quiero que me toques...! ¿Por qué no puedes hacer otra cosa? Matar está mal ¿No te das cuenta?
Ella me rechazaba.
—El bien y el mal son algo sumamente subjetivo. No llegaremos a ningún lado discutiendo sobre eso.
Quería decir algo, pero guardó silencio. La detuve del brazo cuando quiso dejar la habitación. Comenzaba una discusión, pero era incapaz de quedarse hasta el final. Así no se hacían las cosas. Forcejeó, pero no la solté. Esto debía resolverse ahora o se pondría peor.
—¡Illumi suéltame! No quiero que me toques.
—Cállate y escúchame.
Sujeté su cabeza buscando su mirada. Se resistía, empujándome y chillando hasta que la inmovilicé contra la pared. Cubrí su boca con mi mano cuando comenzó a gritar.
—Por favor, cálmate —le susurré, besando su sien y su mejilla húmeda.
Era como un animal salvaje, asustado y furioso. Continué besando su rostro cálido. La respiración comenzó a normalizarse y cerró los ojos. Creyendo que se había tranquilizado, retiré mi mano y su boca volvió a proferir gritos histéricos, suplicando con más desesperación que antes para que la soltara de una vez. Fue entonces cuando sentí un golpe seco en la cabeza, seguido del sonido de cristal rompiéndose. Solté a Libi para ver quién había osado atacarme tan torpemente, sacudiéndome algunos trozos de cristal que habían quedado sobre mis hombros.
Se trataba nada más y nada menos que de Lucy.
—¡¿Quién te has creído que eres, malnacido?! —me gritó, encolerizada.
Esta vez, el arma elegida fue una mesita y me amenazó con ella, poniéndose entre Libi y yo.
—¡¿Cómo te atreves a ponerle una mano encima a Libi?!
La férrea determinación en su mirada la hacía lucir hermosa. Sabía que no dudaría en partirme la mesa en la cabeza si me acercaba.
Qué estupenda asesina sería.
—Lucy, no es lo que piensas, Illumi no me ha hecho daño.
La palidez en el rostro de Libi reveló un miedo completamente distinto al que mostraba hace unos instantes, pero igual de perturbador.
—¡Por el amor de Dios, Libi, detén esta locura! ¡Él no es Illumi y no lo defiendas!
La ira en Lucy comenzó a transmutarse en una mezcla de tristeza y desesperación. La mesa temblaba en sus manos.
—Por un momento pensé que podías ser diferente, que por una vez en la vida Libi había encontrado a un hombre que la amara como ella se merece... —Su antes firme voz se quebró y sus furiosos ojos se humedecieron— ¡Vete ahora o llamaré a la policía! —gritó, alzando nuevamente la mesita con decisión.
Antes de irme miré a Libi. Todo su ser me suplicaba que me fuera de una vez y no lastimara a su querida "amiga". Era bueno saber que había alguien que estaba dispuesta a todo con tal de proteger a quien más he amado en el mundo.
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La felicidad vuelve a interrumpirse ¿Por cuánto será esta vez? 🙉
Illumi dice amar a Libi ¿Conocerá él el significado del amor? 😔
¡Gracias por leer!
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Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)
FanfictionLibi de niña veía caricaturas y le gustaba un chico malo. Él estaba tras la pantalla y nada podía hacerle. Un día, muchos años después, algo increíble ocurre y ese chico aparece frente a ella. ¿Será real? ¿Será un cosplayer? Ella, para suerte o des...