XVII Herida

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Desperté cinco minutos antes de que sonara la alarma. Sólo yo seguía en la cama y por lo frío que estaba el lado de Illumi, debía haberse levantado hace mucho.

Mientras me duchaba, repasé todas las formas en que mi actual situación podría volverse mucho peor. Temía dejar a Illumi solo, temía que Damien viniera mientras yo no estaba... temía que el hecho de que Illumi fuera el único usuario de Nen se le subiera a la cabeza. Después de todo, era el hombre más poderoso ¿y si se le ocurría gobernar el mundo?

Reí ante la idea. Él no haría eso.

Lo encontré en la cocina y lo saludé con un beso en la mejilla. Él me respondió con uno en la boca. Para variar, había preparado un desayuno magnífico.

—He estado pensando —dijo,  bebiendo un sorbo de café—, suponiendo que soy el único usuario de Nen, eso me convierte en el hombre más poderoso del mundo.

Me atraganté y por poco escupí su delicioso desayuno. Comencé a toser mientras me miraba, divertido.

—¿No te gustaría que gobernáramos el mundo juntos? —preguntó, mordiendo un panecillo.

Seguí tosiendo, desesperada por sus espeluznantes declaraciones. Cada vez me costaba más respirar y tenía los ojos llorosos. Vi que dejó de reír, acercándose. Levantó mis brazos y me dio golpecitos en la espalda.

—No me vuelvas a asustar así —regañó cuando al fin logré respirar con normalidad.

¡Qué mierda le pasaba a este tipo! ¡Era yo la que debía decir eso!

—Contigo no llegaré a los treinta —suspiré, intentando seguir con el desayuno.

Su intensidad era enemiga de mi juventud. Lo compensó con un masaje en los hombros.

—Estás demasiado tensa, relájate, todo estará bien. Sé cuidarme solo.

—Claro que sabes, lo que me preocupa es quién cuidará a las personas de ti. Prométeme que no harás nada malo. —Lo miré hacia arriba, esperanzada.

—Define malo.

Mi rostro cayó al piso, junto con mis esperanzas. Estaba molesta y fui por mi bolso. Abrí la puerta para salir y él la detuvo con su mano, ubicándose a mi espalda.

—¡¿De verdad es necesario que te lo diga?! —pregunté irritada.

—Mi código moral es muy diferente al tuyo —susurró en mi oído, provocándome un escalofrío.

Volteé, quedando a pocos centímetros de su rostro. Su mirada de confusión dejaba en claro que para él, la rara era yo.

—Me conformo con que no lastimes a nadie —le pedí.

Era una petición muy simple. Acaricié su mejilla y lo besé. Él me abrazó contra la puerta. Inundada de su aroma y calor me sentía completa. No quería apartarme de él.

—Lo intentaré —prometió, besando mi cuello. Inhaló en mi cabello y supe que tampoco quería que me fuera— ¿A qué hora volverás?

—A las siete, debo hacer horas extra.

Unos cuantos besos después me solté de su abrazo o llegaría tarde.

~❁~

La mañana en la tienda estaba siendo agotadora. Parecía que a todos se les había ocurrido este día para hacer remodelaciones en sus casas. Iba de un lado para otro y ni siquiera eso impedía que Josh tomara cualquier oportunidad para flirtear conmigo.

Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora