Epílogo

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Camino lentamente por el pasillo que lleva hasta su cuarto. No despertaría ni aunque hubiera un terremoto, las píldoras en su mesita de noche se han encargado de ello.

—No sabes lo peligroso que es eso —ella no escucha.

Sentándome en la cama, la observo dormir. Su hermosa cabellera dispersa desordenadamente sobre la almohada es una invitación que no logro ignorar y pronto sólo verla ya no es suficiente.

Mis dedos se deslizan con tanta facilidad por entre sus cabellos, igual que antes, como si nada hubiera cambiado en estos cuatro años.

Sí ha cambiado. Ya no me perteneces.

Con suavidad deslizo las ropas de cama, dejando su cuerpo al descubierto.

—Eres tan hermosa.

Levanto su camisón y mis ojos se posan en aquellas letras que desfiguran su delicada piel. Las recorro con mis labios, las beso.

Si no hubieras huido de mí ¿estaría mi nombre en su lugar?

La absurda idea de ser tan importante como ese hombre en tu vida, de ocupar su lugar en tu corazón, en tu mente, me obsesionó a tal punto que terminé convirtiéndome en él.

Te lastimé tanto y no pude verlo. Me sentía tan herido, frustrado y desesperado y te culpé por ello. Antes de conocerte todo estaba bien, mi mundo estaba en paz y tú lo pusiste de cabeza. Sin siquiera darme cuenta me volví loco y te arrastré conmigo.

No sabía cómo lidiar con la atracción que sentía por ti, mucho menos pude con todo lo que vino después. Ignoré las quejas de madre, menosprecié las súplicas de Amane y rompí la promesa que le hice a padre.

—No te cuidé, y cuando dejaste de ser feliz a mi lado, no te dejé ir.

Fuiste la primera mujer en acercarse tanto a mí y tuviste que cargar con todos mis errores.

—Nadie me enseñó a amar. Supongo que debí advertírtelo cuando todo esto empezó. Así habrías estado preparada.

Suspiro contra su vientre y me recargo, siendo mecido por su calmo sube y baja.

Desearía que despertaras y acariciaras mi cabello.

—Te deseo tanto.

Comienzo a repartir besos en su vientre. Quiero besar hasta la última de sus cicatrices y borrarlas.

Si la hubiera cuidado mejor, no estarían allí. Cada una de ellas es mi responsabilidad, no debí dejarla sola tanto tiempo, pero era necesario para calmar el torbellino en mi cabeza.

Se remueve y suspira levemente. Sus labios entreabiertos me invitan a saborearlos. Siguen siendo suaves y gentiles, los más deliciosos que he probado. Los abrazo entre los míos, sin querer dejarlos ir. Besarlos es uno de los mayores placeres de la vida y me tomo mi tiempo para hacerlo, grabando en mi memoria su textura, su sabor... su calor.

Oigo unos suaves pasos acercarse, son apenas perceptibles para un humano normal. Cuando me aparto, está de pie en el umbral de la puerta, con sus ojos fijos en mí, al tiempo que aferra un conejo de peluche. Vuelvo a cubrir a Libi y me siento junto a ella.

—Eres cada vez más silenciosa ¿has estado practicando?

Asiente y sus bellos ojos brillan.

—Sabes que debes guardar mi visita en secreto ¿cierto? No queremos que mamá esté triste.

—No, papi —dice con su dulce voz y siento que mi corazón da tumbos. Ella tiene el poder de volverme loco igual que su madre y eso la hace igual de peligrosa. Avanzo hacia ella, tan pequeña y frágil, parada allí en la oscuridad de la noche. Si alguien entrara como yo lo he hecho, nada podría hacer Libi para protegerla estando allí inconsciente.

La amo, pero no es perfecta.

Tomo a la niña en mis brazos y se aferra, rodeando mi cuello. La siento temblar.

—¿Tuviste una pesadilla? —asiente, restregando uno de sus ojos—. Creo que hay un monstruo en mi armario —dice al borde del llanto.

—Tranquila, bebé. Papá se encargará de él —beso su mejilla y mágicamente se calma. La llevo de regreso a su dormitorio y revisamos juntos el armario, comprobando que está libre de monstruos.

Satisfecha, vuelve a meterse en su cama y la arropó, recostándome a su lado.

—¿Mamá ya sabe que puedes hablar?

Niega con su cabecita. Apenas hace unos meses ella me permitió oírla. Sus primeras palabras fueron para mí.

—Si le digo algo ella llorará y yo no quiero que esté triste.

—¿Ella llora muy a menudo?

—En las noches, cuando no toma sus medicinas para dormir. Creo que también hay monstruos en su armario y la asustan. ¿Tú podrías echarlos para que pueda dormir tranquila?

Ah, mi preciosa Esperanza ¿qué pasaría si supieras que tu padre es uno de esos monstruos?

—Te prometo que lo haré, cariño, pero no es tan fácil —la abrazo y beso su frente, apoyando mi cabeza en la almohada, junto a la suya. Su hermoso cabello, tan parecido al de Libi, huele igual de bien y es tan suave y sedoso como el de Killua.

—Papi ¿cuándo iremos a visitar a la abuela? Además, quiero jugar con Kalluto.

—Pronto, bebé. La abuela también te extraña, de hecho, envió un regalo para ti. Mañana en la noche vendré a buscarte para dártelo. Pero primero, debes prometerme que le hablarás a mamá. Ella llorará, pero te aseguro que será de alegría.

—¿Y qué le digo?

—Mmm ¿qué podría ser bueno?... Ah, ya sé, dale los buenos días.

Acaricio su cabello hasta que mi muñequita se duerme. Su cabello que es idéntico al de su madre y su piel que es tan pálida como la mía.

Como si la hija que perdimos en mi mundo hubiera renacido para nosotros en el suyo.

Me quedo con ella hasta unos minutos antes de que la alarma saque a Libi de su letargo. Cuando ella despierte, no habrá ninguna evidencia de mi presencia aquí, pero seguiré cuidándolas desde cerca.

Puntualmente, como todas las mañanas, salgo a regar el jardín. Una labor trivial a la que me he acostumbrado. Cinco minutos después, ellas salen.

—Buenos días —la saludo.

Ella me saluda de vuelta, dedicándome una sonrisa deslumbrante.

Al parecer, mi muñequita cumplió su promesa.

La saludo también, guiñándole un ojo. Ella intenta devolverme el gesto, haciendo una mueca encantadora.

Las miro subir al auto y alejarse. No volverán hasta las cinco de la tarde e intentaré estar aquí para verlas llegar.

La familia es lo más importante y muy pronto, la nuestra ya no tendrá que volver a separarse. 

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¡Gracias por leer!

Feliz aniversario 🎉🎉

Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora