LXV Libertad

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Han pasado tres años desde esa pesadilla. En cuanto mis heridas físicas sanaron lo suficiente, regresé a la universidad y conseguí otro trabajo. Logré terminar el año y postulé para un intercambio en el extranjero. Necesitaba alejarme de todo y sin la sombra de Illumi acechándome, ya no tuve miedo de estar sola.

No regresé a mi ciudad. Terminé la carrera y me quedé trabajando acá. Me asocié a otros artistas independientes y hemos tenido bastante éxito.

De día, soy una artista en ascenso, que se dedica a plasmar su talento en lienzos que se venden bastante bien; de noche, la oscuridad trae consigo dolorosos recuerdos que dejaron marcas indelebles en mi cuerpo y en mi alma. Aun me despierto gritando por las pesadillas.

A veces es Damien quien me lastima, otras es Illumi o alguien sin rostro; sólo una voz, una mano que aparece en medio de la oscuridad y cuyos dedos no me sueltan, los siento incluso cuando estoy despierta.

A medianoche, me levanto y camino por el departamento. Sé que estoy completamente sola, que nadie me espera entre las sombras. Voy a la cocina y busco algo para beber. Ya no hay whisky ni nada de alcohol, un yugo del que me liberé hace tiempo.

Tampoco hay carne. Su aroma me hace vomitar al recordarme aquel olor en el sótano.

Estaba tan hambrienta y olía a carne frita. Se me hizo agua la boca y mi estómago rugía por poder probar un poco. No fue sino hasta varios días después que descubrí que ese aroma provino de mi propio cuerpo.

En su mente perturbada y retorcida, tenía que dejar en claro que yo era una cosa de su propiedad e hizo lo que hace la gente cuando quiere que todos sepan que algo les pertenece.

Meto la mano bajo mi blusa y repaso con mis dedos las letras que la piel desfigurada grabó para siempre en mi vientre.

D-a-m-i-e-n.

Lucy dijo que con cirugía podría corregirlo, pero siempre habrá una marca allí y prefiero que sea ésta. Me permite recordar y mientras lo haga, no cometeré los mismos errores.

Nunca más.

Ella ha venido a visitarme varias veces. Se alegra por mi éxito y yo me alegro por el suyo. Sigue trabajando en la empresa de su padre, pero es directora de su propia división y está a cargo de numerosos proyectos, que incluyen publicidad, diseño sustentable y social, sin olvidar la fundación de niñas, que la apasiona como nada.

Mientras trabajo en el taller, recibo una llamada suya.

—¡Libi, tienes que volver ahora! —me grita alarmada.

Mi cuerpo se estremece y contengo el aliento, temblando.

—¿Pa-pasó... algo? —camino, erráticamente y choco con un atril, que cae sobre unas pinturas.

—No, pero pasará pronto —sentencia.

¡Maldición!

—¡Lucy, por favor... sé más clara! —suplico, al borde del llanto, sintiendo cómo la oscuridad empieza a envolverme con sus fríos dedos.

—En unos días más será tu cumpleaños y tengo un regalo maravilloso para ti. ¡Tienes que venir!

Mis piernas flaquean y debo sentarme en el suelo. Lucy es una idiota por asustarme así. Ni siquiera es mi cumpleaños de verdad, nunca supe cuándo nací. Por otro lado, creo que sería buena idea regresar. Pasar más tiempo con ella... dejar de esconderme.

Le digo que iré y casi me deja sorda con el grito que da. Empiezo a empacar mis cosas y preparar todo para mi viaje.

Antes de ir a la cama, me tomo unas cuantas píldoras para dormir. Cada vez hacen menos efecto.

Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora