LVI Una noche buena

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Narra Illumi

La enorme y tenebrosa montaña se alza sobre el paisaje, avisándome que ya estoy en casa.

No estaba entre mis planes venir, me digo avanzando por los oscuros y fríos pasillos, pero el último trabajo resultó ser más sencillo de lo esperado y me ha dejado tiempo extra.

Eso y que una parte de mí intenta postergar lo más posible el regreso al departamento que comparto con Libertad.

Hice lo correcto, ella merecía ser castigada. La traición es algo imperdonable.

Aun así, no logro quitarme esta molesta sensación en el pecho.
Quizás enfermaré aunque ni siquiera recuerdo la última vez que eso ocurrió. Ya que estoy aquí, lo consultaré con los médicos.

Me detengo a pasos de la sala, por un momento creo escuchar unas risas infantiles cargadas de felicidad que me resultan inconfundibles; Killua y Kalluto.

Esta época del año solía ser la favorita de Kill. Su sonrisa iluminaba la habitación más que aquellas luces de colores y daba calor a mi corazón más que la chimenea.

Sólo por él aceptaba todo el absurdo de tal celebración, sólo para ver esa sonrisa.

La sala está prácticamente a oscuras y la tenue luz de la luna se refleja en el visor de madre, sentada en el sillón bebiendo un té, sola.

Recordar que Kill ya no está en casa me enferma.

—Illumi, querido ¡Has recordado que tienes madre!

—Jamás lo he olvidado, madre —me siento junto a ella— ¿Y Kalluto?

—¡No me hables de ese malagradecido! —chilla, llevando su mano al pecho, como si el corazón se le desgarrara— ¡Ha preferido quedarse con las arañas! Mi pequeño terminará siendo un rebelde igual que ellos —se lamenta dramáticamente.

—Shalnark me ha dicho que Kalluto lo está haciendo muy bien, pese a ser tan joven.

Ella saca un pañuelo.

—Y-y po-por eso... esto-toy tan orgu-gullosa de mi niño —seca sus lágrimas y se suena sonoramente.

Doy un suspiro.

Voy a preguntar por Milluki, pero apuesto a que está en su cuarto, dándole regalos a sus juguetes. Estará feliz cuando vea el regalo que Hakura me ayudó a conseguir para él, sé que le seguía el rastro desde hace tiempo para completar su colección. Por alguna razón ha insistido en entregárselo ella misma.

Ya me las arreglaré para entregar el de Kalluto y en cuanto a Kill, apenas deje ese juego recibirá un cargamento anónimo de chocorobot.

Si sabe que es de mi parte, no lo querrá.

—¿Encontraste a esa mujercita? —pregunta seria, todo rastro de la congoja anterior ha desaparecido.

—Sí, madre. Supongo que debo agradecer que sólo la hayas enviado lejos y no la hayas matado.

Bufa, lamentado que la haya descubierto.

No se disculpa y yo no espero que lo haga.

—Supongo que no la habrás traído contigo.

—No, madre. Ella no volverá.

—¿Pero sigues con ella? —pregunta y se siente como una queja y un regaño.

A madre jamás le agradó mi... Libertad.

Por un momento estoy a punto de reír.

—No quiero hablar de ella ahora, sólo pasé a buscar algo que olvidé.

Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora