XIV Premio

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Illumi aguantó casi cinco minutos y se fue a su cuarto. Entonces comenzó el interrogatorio.

—¿Por qué no fuiste a la policía? Tal vez ya habrían dado con su familia.

—Yo... yo lo atropellé conduciendo ebria. Me habría metido en graves problemas.

—No lo sé —me escudriñó con la mirada—. Tú no serías tan egoísta, antepondrías el bienestar de cualquiera antes que el tuyo. Aquí hay algo más...

Me tomé de un trago mi vaso de jugo. Se requería de mucha sangre fría para mentirle a mi mejor amiga.

—Ya sé, ¡Te gusta!

Me atraganté con el jugo y empecé a toser.

—¡Claro que no!

—¡Claro que sí! Hasta te sonrojaste —se burló, picando mi mejilla—. Yo preocupada pensando que te encontraría hecha un guiñapo y tú con ese chico tan guapo para ti sola.

—Lucy, no lo malentiendas. Me siento culpable por lo que pasó, por eso lo estoy cuidando. Illumi no me gusta.

—¿Illumi?

Mierda, mi puta boca traidora. Definitivamente no sabía mentir.

—¿Le dices Illumi? ¿Como al de las caricaturas? ¿Ese que te pasabas todo el día dibujando?...

Me apresuré a tapar su boca con mis manos.

—Se llama anime —la corregí, recuperando la compostura—. Además, tengo que llamarlo de algún modo y a él no le molesta.

—Por supuesto que no, el pobrecillo ni se imagina lo que pasa por tu cabeza cada vez que lo miras, ¡PER-VER-TI-DA!

Las burlas continuaron hasta las tres de la mañana. Aun así me lo pasé bien y agradecí que no viniera con sermones sobre Damien, ya me los sabía de memoria.

Fui a mi cuarto. La luz de la luna iluminaba placenteramente la habitación y no me molesté en pulsar el interruptor. Me quité la blusa y busqué mi pijama.

—Le mentiste.

Casi me infarté al ver a Illumi cruzado de brazos en un rincón. Intenté cubrirme con las manos, pero de seguro había alcanzado a verme en brasier perfectamente.

—Dijiste que era tu amiga, pero aun así le mentiste. La amistad es algo tan falso.

Caminó hacia mí mientras yo retrocedía. Sólo veía su silueta dibujada por la luz de la luna, como cuando lo conocí. Era realmente intimidante, más todavía considerando que estaba medio desnuda.

A él no le importó. No parecía notar que este no era un buen momento para hablar.

—La amistad es algo ma-maravilloso... —intenté no tartamudear, pero fallé miserablemente—. Lucy es la pe-persona más importante en mi vida...

Él dejó de avanzar.

—... Si le mentí fue por ti...

Nos quedamos en silencio, oyendo sólo el sonido de mi respiración agitada. Mi blusa estaba sobre la cama, intenté ir por ella, pero Illumi se interpuso y me acorraló contra la pared, sin tocarme. Su cuerpo era una jaula que me había capturado y ahora su respiración también se oía agitada. Una energía misteriosa nos atraía, como si fuera un imán. Supuse que si no estuviera la pared a mi espalda, de igual manera sería incapaz de alejarme de él. No había escapatoria y el calor que comenzaba a surgir entre nuestros cuerpos amenazaba con nublar mi mente.

—Espera... —le pidí y en cuanto abrí la boca, me besó.

No fue un beso dulce y cálido como el primero, que parecía una leve brisa, esta vez era invasivo y caliente, un huracán. No se conformó sólo con saborear mis labios, se atrevió a meterse en mi boca y a recorrerla hábilmente con su lengua, con posesión, como si estuviera haciendo alguna especie de reconocimiento y buscara memorizar cada parte de ella, de mis labios, que se mostraron tímidos por el repentino ataque.

Sus manos se posaron firmemente en mi cintura desnuda, tan suaves y fuertes. En el fragor del momento, deseé que me acariciaran, pero no se movieron de su lugar, determinadas al simple acto de mantenerme sujeta. Entonces dejó de besarme y pudimos respirar. Su cuerpo estaba caliente como el mío, acelerado y sentí el impulso de tocarlo, pero su cercanía impidió que moviera las manos, con las que seguía cubriéndome el busto.

—No bebiste... —susurró sobre mis labios— ¿Cuál quieres que sea tu premio? —preguntó, recuperando el aliento.

No entendí a qué se refería.

Apoyó su frente sobre la mía y cerró los ojos, como si le costara concentrarse y ni hablar de lo que eso le hizo a mi concentración.

—Por no beber alcohol debo darte un refuerzo positivo, un premio... —explicó, recomponiéndose.

—¡¿Me besaste para saber si había bebido?!

No podía creerlo, pero supuse que eso tenía mucho más sentido que el que de repente se hubiera sentido atraído por mí y se mostrara tan efusivo. Eso no sería propio de él.

—Ya sé que eres buena mintiendo, tenía que comprobarlo —sonrió.

Su sonrisa me pareció tan retorcidamente sexy.

—Y bien. Te daré lo que desees, ¿Cuál quieres que sea tu premio?

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Gracias a tod@s por seguir mi historia. Ha llegado el momento de una recompensa así que dejen sus comentarios con el premio que quieren que Libi pida. El más votado ganará. Les daré lo que deseen 😉

Además l@s invito a leer mi nueva historia "Los días perdidos de Lucilfer"

¡Gracias por leer!

Vidas cruzadas [Illumi Zoldyck] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora