¿No se cansaban de hablar de él? Que si Jungkook ésto, que si Jungkook lo otro, él era el tema de conversación de casi todas las personas en el instituto, no pasa una hora que no oyera su nombre de la boca de alguien. Hasta el director hablaba por el parlante para felicitarlo por algún logro, o cualquier cosa.
Ya me estaba hartando, el colegio en vez de llamarse 'Dulwich College Seoul', debería llevar el nombre de 'Secta de seguidores de Jungkook'. Hasta mis amigas habían adquirido el virus 'yo amo a Jeon', por eso, normalmente almorzaba sola bajo un árbol al que nadie iba, así podía tener paz y tranquilidad. Además quedaba frente a una cancha, a la que habitualmente iban Jimin y sus amigos, y podía siquiera admirar un poco a esos hermosos hombres. Eso era lo único que disfrutaba del instituto, mis horas de almuerzo viendo a Jimin jugar baloncesto.
—Jaesoo...— Escucho que alguien me llama a lo lejos y volteo rápidamente en su dirección.
—Hola.— Sonrío hacia él.— ¿Cómo estás Jackson?
—Bien, bien. ¿Qué haces aquí sola, extraña?— Remueve mi cabello, despeinandome. Y se sienta a mi lado
—Deja...— Me quejo.— Te he dicho que no hagas eso.— Fingo estar molesta.
—Ya, ya. Lo siento.— Levanta las manos en señal de paz.— Es que te ves tan adorable cuando hago eso.— Sonríe.
—Lo sé, soy una bola de ternura.— Quito la vista de él, y miro hacia la cancha.— Ay Dios...— Abro los ojos como plato.— Dios, ¡se quitó la camisa!— Grito, asustando a Jackson, él volteó hacia dónde yo veía, y empezó a reír.
Yo sentía como mi cuerpo se calentaba ante la imagen, ese chico era un Dios griego, estaba muy guapo, y aparte tenía un cuerpo increíble.
—Calmate pervertida, va a notar que te acabas de venir por él.— Se burló, y rió aún más.
—Es que miralo Jackson, está como quiere.— Froté mis manos contra mi cara, como si estuviera sufriendo algún dolor en los ojos, y fingí llorar.— Lo quiero para mi, no me importa que se entere.— Le dije, entre risas también.
—Ay Jae, no tienes remedio, eres una cochina.— Volvió a alborotar mi cabello.
—Ya, me calmo, voy a pasar vergüenza aquí.— Suspiré, tratando de controlar mi ataque.
—¿Más?— Rió nuevamente.
Lo miré de mala manera, a lo que él sólo se encogió de hombros sin quitar aún la sonrisa de su rostro.
—¿Cómo vas con las clases?— Le pregunté en cuánto empezamos a almorzar.— Hace mucho que no te veía por aquí, ¿estabas metido en los libros?
—En realidad sí.— Respondió luego de tragar el bocado que tenía.— Debo tener por lo menos notas medias para que mis padres no me reprendan.— Suspiró. — Viven comparándome con Jungkook, que porqué no puedo estudiar con él, que porqué no puedo tener mejores notas. Hasta nuestros padres lo aman.— Dijo con un poco de rabia en su tono.
—Tú eres mas genial que ese, no necesitas alcanzarlo o superarlo para sentirte bien. Sólo no le prestes atención a tus padres, haz lo que tú quieras.— Me encogí de hombros, él sólo se limitó a asentir, y siguió comiendo.— ¿Sabes lo que me agrada de ti?— Lo miré, él hizo un gesto con la cara que detonataba un “¿qué?”, puesto que no podía hablar porque tenía la boca repleta de arroz.— Que tampoco eres un lame botas que anda detrás de el perfecto Jungguk, por eso eres mi amigo.— Hice mi mano un puño, para chocarla contra la de él.
—Tú también me agradas por eso, no andas bajando tus calzones cada que lo ves.— Sonríe.
—Eso jamás.— Levanté mi dedo hacia él, reprendiéndolo por lo que había dicho, y luego hice una mueca de asco. De tan sólo imaginar algo así, me golpeo a mi misma.
Él soltó una de sus sonoras risas gruesas, no dijo más nada y ambos nos dedicamos a terminar nuestros almuerzos.
Luego de que pasara la hora del recreo, ambos volvimos a nuestros respectivos salones de clases, ojalá estuviese en el mismo que él, no tendría que soportar la presencia de ese ser superior y su séquito de chicas que tienen pegado en la frente un cartel que dice “Jungkook, cógeme”.
El profesor entró y empezó a dar su clase. Matemáticas, no las odiaba, pero tampoco nos llevábamos muy bien. Traté de entender lo que explicaba en la pizarra, pero muy poco de lo que decía entraba en mi cabeza. Así transcurrió la clase. Copié todo, prometiéndome a mi misma, inútilmente, que leería los apuntes al llegar a casa, sabía que me estaba mintiendo, pero tengo esperanza de dignarme hoy a hacerlo.
Cuándo iba a salir del salón, añorando la libertad, el profesor me llamó al escritorio, los pocos estudiantes que aún quedaban allí me miraron curiosos, no pueden ser más metiches.
—Umjú, digame.— Me acerqué a él.
—Señorita Min, usted va muy mal en mi asignatura.— Me mostró un papel con todas mis calificaciones.— Si no saca siquiera una nota media en éste tema, usted tendrá que repetir la materia.
No me sorprendí de lo que estaba diciendo, yo tenía muy presente que soy un asco en matemáticas, pero tampoco era algo que me quitaba el sueño.
—Sí señor Deug, yo voy a tratar de estudiar mucho. Gracias por la información.— Hice una reverencia y me dispuse a salir de allí.
—Me tomé la molestia de asignarle un tutor, que yo mismo escogí, a usted y al señor Park.— Señaló a Jimin, quién aún seguía allí, recogiendo sus cosas, suele copiar muy lento.— No quiero que ninguno se quede éste semestre. Así que mañana les presento a su tutor.— Nos miró a ambos de forma autoritaria.— Hasta mañana.— Dijo, e hizo un gesto con la mano de que nos retiraramos.
—Hasta mañana señor.— Dijimos al unísono Jimin y yo.
Salimos de allí, en direcciones distintas, sin decirnos ni una palabra. Aunque la mayoría del tiempo quería lanzarme sobre él, era muy tímida cuando estaba presente, saben, típico de cuándo nos gusta alguien.
Pero bueno, ahora lo que ocupa mi mente, es la intriga de saber quién será nuestro tutor...